Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar,
Porque mi alma, de amor henchido
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.
También en lo que fue la última carta que le escribiera, fechada el 25 de marzo de 1895, Martí le expresó a su progenitora: “El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre.”
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