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Foto de La Biblioteca Nacional en el centenario de Eliseo Diego 1. La impronta de Eliseo Diego en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

La Biblioteca Nacional en el centenario de Eliseo Diego 1. La impronta de Eliseo Diego en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

12/6/2020
Por: Mabiel Hidalgo Martínez, Biblioteca Nacional José Martí

Tenemos ante los ojos una doble celebración: el 7 de junio, la del Día del Bibliotecario Cubano, el 2 de julio la del centenario del natalicio de Eliseo Diego. Una y otra pueden imbricarse perfectamente, porque aunque para la primera casi siempre centramos el homenaje en quienes nos entregan el libro o auxilian en la búsqueda en los catálogos y la computadora, tras bambalinas existe un verdadero ejército de trabajadores de la cultura y del libro que los apoyan.

Nuestro ilustre Eliseo Diego —Premio Nacional de Literatura en 1986 y Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1993), a quien Gabriel García Márquez consideró “uno de los poetas más grandes de la lengua”— es un ejemplo de ello. Él trabajó durante años en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), siendo esta una arista de su biografía y de su quehacer aun insuficientemente explorada.

Nos referiremos aquí a los años de labor de Eliseo, visto principalmente desde las voces de quienes compartieron tertulias y faenas, alegrías y decepciones, a través del repaso de recuerdos, desde la gratitud, la admiración y el respeto, a modo de homenaje a Eliseo y a los bibliotecarios cubanos.

El 14 de diciembre de 1959, la doctora Freyre creó el departamento Infantil y Juvenil de la Biblioteca Nacional. De igual modo surgió el departamento Filológico de Narraciones Infantiles. Eliseo Diego sería el hombre ideal para dirigir el departamento encargado de la adaptación de la literatura infantil cubana y extranjera para la narración de cuentos, en pos del desarrollo literario de las nuevas generaciones. “El Filológico”, como le llamaban sus especialistas, publicó varios folletos que se distribuían a través de la red de bibliotecas, listos para ser narrados.

Un grupo de jóvenes ávidos de conocimiento, rodearon al poeta, quien se convirtió en maestro y amigo. De esos años de intensa y útil labor, comparte sus recuerdos María del Carmen Núñez, Menchi, una de las discípulas de Eliseo:

Comencé a trabajar con Eliseo el 1 marzo en 1962. Eliseo era el jefe del departamento Filológico de Narraciones Infantiles, recién creado por la dirección de la institución. Trabajábamos en el departamento Mayra Navarro, María del Carmen Garcini, Mercedes Murieda, Alga Marina Elizagaray, Mirta Muñiz y yo.

Estábamos en el sótano de la Biblioteca. Eliseo tenía una oficinita pequeña, y en otra, al lado, radicaba el resto del departamento. Cuando quería decirme algo tocaba el cristal que separaba los locales, le gustaba poner muy alto el aire acondicionado, a una temperatura muy fría. Recuerdo que cuando escribía, como tenía un lenguaje tan elevado, muchas veces yo no entendía nada, pero por respeto no me atrevía a decírselo, y a veces me pedía le leyera sus textos, luego tocaba el cristal y me preguntaba: “¿Entendiste algo?”

Era muy buena persona, supereducado, le fascinaban los niños. Estaba casado con Bella García Marruz, que padecía de diabetes, y nos decía: “Muchachitas, tengan caramelos en la gaveta del buró, por si Bellita se siente mal”. Bellita trabajaba en Selección. Eliseo fue mi maestro y también un amigo.[3]

También Alga Marina Elizagaray, compañera de trabajo de Eliseo, nos deja sus impresiones:

uve la suerte de ser su discípula, fue mi gran maestro, mi amigo, excelente poeta, con un carisma extraordinario. Por los años 1965-1966 me desempeñaba como Directora Provincial de Literatura en el Consejo Nacional de Cultura y a través de María Teresa Freyre de Andrade y Eliseo Diego, me incorporé a trabajar en el departamento Filológico. Yo era una discípula, aprendí mucho al lado de Eliseo y de otras compañeras como Mayra Navarro, Menchi, Wichi Guerra, María del Carmen Garcini. Hicimos un trabajo hermoso y necesario: adaptamos cuentos de grandes autores de la literatura universal, escribimos versiones. Eliseo fue el promotor de crear narradores y de preparar el material para poder narrar mejor. Esos fueron nuestros años felices.[4]

La Biblioteca Nacional resultó ser el lugar donde Eliseo, además de trabajar y dirigir un departamento, investigó y escribió su Muestrario del mundo o Libro de las maravillas de Boloña (Ed. Instituto del Libro, 1968). Los fondos de Colección Cubana fueron la materia prima fundamental para dicha obra. Sobre lo anterior da fe la destacada investigadora y bibliógrafa Araceli García Carranza:

En la década del sesenta Eliseo trabajaba en el departamento Juvenil y visitaba mucho Colección Cubana, principalmente en los tiempos en que escribía su libro de Boloña. Lo conocí a finales de los años cincuenta en Guanabacoa cuando él era inspector escolar. También fue profesor de la Escuela de Técnicos de Bibliotecas. Era un hombre culto y muy decente.[5]

De igual modo, el escritor e investigador de la BNCJM, Tomás Fernández Robaina, recuerda los días de la Zafra de los Diez Millones, en 1970, cuando Eliseo y Cintio formaron parte de la brigada de voluntarios de la Biblioteca Nacional, y evoca al poeta y a su esposa en los años que compartieron labores en la Biblioteca:

No es difícil percatarse de la excelente condición humana de Eliseo, bastaba hablar con él, mirarle a los ojos, ver su sonrisa, oír sus palabras siempre alentadoras, estimulantes. […] Recuerdo a Eliseo cuando le di a leer mi libro de cuentos Ahora vamos en guagua, y la valoración que me hizo. No me fue fácil, pues a pesar de que nadie lo cree soy un gran tímido, y sobre todo, para dar a leer algo mío inédito a personas del nivel de Eliseo. Además, si sabía más de Eliseo Diego, de su magnífica condición humana y de su amor por su familia, era porque tuve el alto privilegio de ser compañero de buró y de trabajo de Bella García Marruz.[6]

En la Revista de la Biblioteca Nacional Diego publicó varias conferencias y ensayos, también sus poesías. A partir del año 1967 Eliseo integra el Consejo de Redacción de la principal publicación periódica de la Biblioteca, nada menos que junto a Aurelio Alonso, Luisa Campuzano, Manuel Moreno Fraginals, Graziella Pogolotti, Jorge Ibarra y con la dirección de Juan Pérez de la Riva.

Para la Biblioteca Nacional constituyen un privilegio los años de trabajo de Eliseo Diego en la institución. Sirvan estas letras de homenaje y reconocimiento al intelectual que tuvo su casa —por más de una década— en un pequeño local de la Biblioteca Nacional, en la que aún se respira el aroma de su cigarro, se escuchan sus cuentos y se recuerdan su sapiencia y bondad.

http://lajiribilla.cu/…/la-impronta-de-eliseo-diego-en-la-b…



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