Cuba en 1852: imágenes de toda una época.

11/9/2020
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí

Debido al interés que han despertado en Facebook el pasado 8 de septiembre unas ilustraciones de este pequeño pero muy valioso Manual de la Isla de Cuba se ha decidido reeditar, sintetizado dada su extensión, un artículo anteriormente publicado en Tesoros de Librínsula el 30 de junio de 2009:  Cuba en 1852: imágenes de una época.   

 En la relación “ideal” de obras  para una biblioteca cubana, no puede obviarse el Manual de Historia de Cuba, de don José García de Arboleya; de hecho, la intención al gestarse el libro está expuesta en la propia Advertencia: “Ninguna obra se ha publicado hasta ahora que dé a conocer la importancia social y económica de la isla de Cuba en todas sus faces [textual] y en la época de su mayor prosperidad, y los veinte mil forasteros que anualmente la visitan, ya para fijarse en ella, ya de paso a otros países o negocios de momento, en vano buscan un libro que satisfaga su justa curiosidad. Llenar tan sensible vacío ha sido mi propósito al escribir este Manual, empresa ardua por falta de datos auténticos, y superior a mis fuerzas nunca ensayadas en trabajos de esta clase…”

Precisa además que el Ensayo Histórico de Pezuela, “única obra de su clase publicada hasta el día solo llega hasta la época del general Tacón” y finaliza… “He procurado ofrecer al público una noticia breve y exacta de cuanto puede interesarle en la historia, geografía, clima, población, producciones, industria, comunicaciones, comercio, ciencias, literatura, bellas artes, usos, costumbres y administración de la Isla; concluyendo con un índice alfabético que hace las veces de diccionario de voces cubanas”,  p. 349 de la obra citada.

De don José García de Arboleya puede decirse que poca información se ha publicado sobre él y aparece en muchos repertorios biográficos directamente bajo el segundo apellido; de entrada se desconoce su fecha de nacimiento.  

Francisco Calcagno precisa en su Diccionario Biográfico Cubano (1) que es natural de Andalucía,  aunque Carlos Manuel Trelles lo corrige a mano y señala que es de Cádiz. Fue cajista del Faro Industrial, que llegó luego a dirigir,  y en 1841 redactó La Prensa. Produjo una obra de Geometría Elemental en dos tomos y el Manual. Fungió como profesor, luego director de la Escuela Preparatoria y falleció en agosto de 1876,  dejando casi concluida su Síntesis de la Creación. Según el profesor y escritor Ambrosio Fornet, fue un agrimensor que pretendió realizar una guía destinada a los forasteros que visitaban el país (2). 

El único ejemplar atesorado en esta institución carece de portada, por lo que para catalogarlo con más exactitud se ha tenido que localizar la información en repertorios bibliográficos, en especial en el Palau (3) y Trelles (4) y en otras bases de datos en Internet. 

• Manual de la Isla de Cuba: compendio de su Historia, Geografía, Estadística y Administración. – Habana: Imprenta del Gobierno, 1852. –   p.: il.,  mapas pleg. --   15,5 cm. 

Este volumen fue encuadernado recientemente en piel jaspeada, con tejuelos en rojo y verde, luego de ser restaurado en la propia BNCJM. El original se encontraba en muy mal estado, con papel muy degradado y faltantes.  

A esta primera edición le sigue una segunda, de la cual también se cuenta con un ejemplar, más deteriorado:

• Manual de la Isla de Cuba: compendio de su Historia, Geografía, Estadística y Administración. -- 2. ed. corregida y aumentada.  – Habana: Imprenta del Tiempo, 1859. –   418 p.: il.,  mapas pleg. --  15,5  cm.

El Manual de la Isla de Cuba se inicia con un compendio histórico. Incluye letra capital al inicio de la obra.Al final del Índice General (la tabla de contenido) se inserta pequeña viñeta alegórica al libro.

El material ilustrativo, producido en la Litografía del Gobierno, calle de Ricla No. 70, fue ejecutado según el investigador Emilio Cueto por RC (Ricardo Caballero, dibujante y grabador; en su libro Miahle´s colonial Cuba  refiere cuando alguna ilustración está basada en el original del famoso litógrafo francés Federico Miahle (Pierre Toussaint Fréderic Miahle, 1810-1881)) (5). Aunque puede señalársele que al igual que en otras ediciones contemporáneas, las copias a partir de grabadores anteriores proliferan, pero no por ello pierden valor, ya que se integran con un nuevo fin para brindar un bello librito ilustrado, fácil de portar.

Lamentablemente, las láminas no están insertadas en el orden que indica el índice al final de la obra, cosa que puede hacerse sin dificultad cuando el ejemplar requiera ser zafado para su más perfecta digitalización.  En dicha relación se consigna que aunque en la portada se dice que son 30, se han agregado dos después de tirada. Miden 7,5 por 12 cm., lo que constituye un logro, ya que por su pequeñez las hace más apropiadas para ilustrar ediciones sencillas que por su costo o por otro motivo necesiten de imágenes menos detalladas que las que nos brinda una litografía o fotograbado del siglo XIX, quizás más bellos, pero que implican de requerimientos técnicos que no siempre están disponibles.

Todas ellas constituyen una delicia a disfrutar por los lectores de sucesivas generaciones, por su  diversidad temática, que abarca aspectos muy disímiles de la vida cotidiana del cubano; construcciones memorables tal y como eran en aquel entonces; fauna, religión; en fin, como se apreciará a continuación, la muestra seleccionada es representativa y brinda la imagen de la Cuba de 1852 que aparece igualmente respaldada por el texto y la información estadística contenida en él.

 Si de fauna se trata, nos sorprende el manatí y el tocororo, ave nacional de Cuba, no siempre conocidos por un público extranjero.

Como parte de las escenas de vida social y costumbres, puede citarse el guateque y el velorio… junto con peleas de gallos o la imagen del casero, tomada de Miahle.

El ingenio, la vega y el cafetal no pueden faltar en un país agrícola productor de azúcar de caña, tabaco y café.

No solamente aparece plasmada La Habana, sus calles, parques y  monumentos,  sino también ciudades de otras provincias, como Nueva Gerona o Matanzas, menos representadas en obras similares:

En el tema de la religión, conjuntamente con la Catedral de La Habana, la de Santiago y la imagen de la Virgen de la Caridad, aparece una lámina poco conocida de la Villa y Santuario del Cobre que suscita el interés de los estudiosos.

Termina con un bello grabado plegable, a color, del Plan de señales de la Villa del Morro a la Plaza de la Habana.En él aparece dicho castillo con naves a su alrededor y las banderas alzadas a su derecha, a manera de ejemplo.  Al pie se señala, arreglado por D. J. G. de Arboleda: Año de 1853.  Aprobado por el Exmo. Sr. Comandte. General de Marina de este apostadero.  Litografía del Gobierno Rl. So. Eca.  Calle de Ricla No. 70. Es muy curioso y a la vez bello por su colorido,  se encuentran representadas banderas de diversos países de la época bordeando el grabado.

El material cartográfico que acompaña el libro es igualmente interesante y está compuesto por:  

• Carta de una parte de la costa septentrional de Cuba con el derrotero que siguió por ella Cristóbal Colón en 1492 y planos de los puertos que probablemente visitó entonces en la isla / por D. José G. de Arboleya, Habana,  1852. Litografía del Gobierno Rl. So. Eca.  Calle de Ricla No. 70. 

• Mapa de la Isla de Cuba en 1853: arreglado a la última división territorial y con las líneas de los telégrafos eléctricos proyectados y las de vapores marítimos por  D. José G. de Arboleya.  Litografía del Gobierno Rl. Sdad. Eca… En él se inserta una Carta del Atlántico, Mar de las Antillas y Seno Mexicano y otra tercera con la división territorial de la Isla de Cuba antes de la Conquista, según La Torre.  

• Plano de Santiago de Cuba, el de Matanzas, el de Puerto Príncipe y el de Trinidad, más una Tabla de distancias entre las principales poblaciones de la Isla de Cuba, expresadas en leguas provinciales de 5000 varas cubanas.  Igual pie de imprenta al de los anteriores.  

Lamentablemente el ejemplar disponible carece del Plano de la Habana que según referencias acompañaba la edición.

El Manual de la Isla de Cuba, fiel producto del período de la imprenta mecánica, se ha ido haciendo cada vez más escaso en el mercado del libro, tal y como sucede con frecuencia con impresos realizados en papel de madera, fácilmente degradable, que han sido muy consultados, como ya se expuso, por el interés que despierta su contenido y material ilustrativo. En conclusión, lo que se concibió como una guía de viajeros se ha convertido, poco más de un siglo y medio después, en una de las joyas bibliográficas no solamente de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, sino también de todas aquellas instituciones que en el mundo se enorgullecen de contarla en sus fondos. 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

(1) Calcagno, Francisco. Diccionario biográfico cubano: comprende hasta 1878.  – New York: Imprenta y Librería de N. Ponce de León, 1878. – p. 59.

(2) Fornet, Ambrosio. El Libro en Cuba. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1994. – p. 107.

(3) Palau y Dulcet, Antonio. Manual del Librero Hispanoamericano. 2. ed. corregida, y aumentada por el autor. -- Barcelona: Librería Palau, 1953. 698305. t. 6, p. 71.  

(4) Trelles y Govín, Carlos Manuel. Bibliografía Cubana del siglo XIX. Matanzas: Imprenta de Quirós y Estrada., 1912. – t.3 p. 224-25

(5) Cueto, Emilio. 1944. Miahle´s colonial Cuba: the prints that shaped the world´s view of Cuba.  – Miami: The Historical Association of Southern Florida, 1004. – 132, [2] p. --  il.