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Foto de Concurso Leer a Martí 1998. Cada día más martiana.

Concurso Leer a Martí 1998. Cada día más martiana.

13/11/2020
Por: Jessica Álvarez Bellas, Biblioteca Nacional José Martí

Hoy le presentamos esta hermosa obra escrita por una niña de 5to grado, tenía 10 años y que fue ganadora del Concurso Leer a Martí en el año 1998 y pertenece a la provincia de Sancti Spiritus. 

´´Por quien merece amor´´

Carmen Leisa Rodríguez Vargas

Sentada aquí, en este tibio rinconcito de mi biblioteca escolar, voy leyendo con mucho cuidado algunos libros de nuestro José Martí que me llevan de la mano por el camino correcto.

¡Qué hermosa cada palabra del Maestro! Cuando leo sus escritos voy creciendo en mi anhelo de ser cada día más martiana y mejor pionera cubana; por eso prefiero la biblioteca de mi escuela entre todos los locales, porque allí encuentro el libro que me espera siempre con las hojas abiertas.

He leído algunas obras de este importantísimo revolucionario cubano: los Versos Sencillos, ´´Abdala´´, La Edad de Oro. Los poemas dedicados a su hijo son de mi agrado, así como la 1ra carta que escribiera a su madre cuando tenía 9 años. El precioso Cuaderno Martiano que está en el aula lo tengo muy cerca de mí y cada de sus páginas se convierten en una interminable conversación con el Apóstol.

En la biblioteca hay una selección hecha por la importante escritora e investigadora cubana Hortensia Pichardo, Lectura para niños. ¡Cómo me gusta todo lo que allí aparece! Entre las lecturas guardo en mi corazón la dedicada a la ancianita, a los queridos abuelitos, que como dice Martí son encantadores con sus cabellos blancos. Cuando me acerco a este texto aprendo siempre algo nuevo, porque me va señalando de una forma muy suave y con palabras claras la consideración, respeto y amor hacia quienes son madres y padres por 2da vez.

Destaca Martí que son los abuelitos titanes que vienen de una gran campaña, y yo pienso que es verdad. Vienen con sus sueños, experiencias y tristezas de todas las cosas que les sucedieron a lo largo de sus vidas y van poniendo un poquito de amor en nosotros con sus manos llenas de callos y su voz pausada. Es muy importante para mí, poder leer este consejo martiano que me señala la ternura, delicadeza y suavidad que necesitan las personas que cubren su cabeza con la nieve de los años. Aparece en la lectura la expresión: ¡Ah, ¡qué culpa tan grande es la de no amar y mimar a nuestros ancianos! ´´ 113 ¡Cuánta tristeza causa en el alma de los hombres buenos un desprecio hacia el anciano! Es una herida muy fuerte que demora en cerrar, porque ha llegado al corazón.

En nuestras casas no siempre se le cuida y protege al abuelito como se merece. Hay momentos en que su voz no se escucha y lo tratan como algo inservible, olvidando que son la raíz del hogar. Ellos lloran en silencio su gran pena, y su alma con los recuerdos de su niñez y juventud se quiebra y humedece.

Necesitan muchísimo los ancianos de mimos, cariños y expresiones de afecto para que este momento de su vida sea como las flores frescas del mes de mayo, como los botones del amanecer, que piden agua fresca, sol y viento para poder vivir. Sus ojos son los luceros que alumbran la madrugada, y en el caso de mi abuelita es un lucerito que se quiere apagar, porque ya está viejita y llena de achaques. Entonces aparezco ante ella y le paso suavemente la mano por su cara arrugada y ella me responde con un apretón de manos. Dice mi abuelita que yo soy la luz que llegó para iluminar su alma y darle muchas fuerzas para seguir viviendo a nuestro lado.

En nuestra historia revolucionaria, nos enorgullece la figura del generalísimo Máximo Gómez Báez, quien tuvo el privilegio de participar en las 3 guerras, y que fue un anciano adorable y amado por todos los hombres que tuvieron el gran orgullo de estar cerca de él. Su vida se abre para que podamos buscar en ella la nobleza, humildad, modestia y coraje que lo hacen un anciano digno, de todos los tiempos. Si lo sabemos amar, si llevamos en sus hazañas una lección infinita, seremos los hombres invencibles que necesita nuestra Patria.

Para los eternos titanes de la humildad, es mi beso de pionera cubana, que desborda en alegría y felicidad siempre que habla un anciano.