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Foto de 120 Aniversario BNCJM-Ilustres en la Biblioteca Nacional: Emeterio Santovenia y la Biblioteca Nacional José Martí

120 Aniversario BNCJM-Ilustres en la Biblioteca Nacional: Emeterio Santovenia y la Biblioteca Nacional José Martí

18/11/2020
Por: Mabiel Hidalgo Martínez, Biblioteca Nacional José Martí

Pudiera decirse que la relación del historiador Emeterio Santovenia y Echaide con la Biblioteca Nacional de Cuba comenzó a partir del cercano vínculo que mantuvo con Domingo Figarola Caneda, primer director de la institución. Las tertulias literarias de don Domingo, en su casa de la calle Cuba y en la propia Biblioteca, influyeron notablemente en la formación de los entonces jóvenes Emilio Roig de Leuchsenring, Francisco González del Valle y en el propio Emeterio Santovenia, apasionados estudiosos de la historia.   

Para el joven nacido en 1899, en Dimas, Pinar del Río, quien a fuerza de talento debuta en 1907 en el Diario de la Marina -con el certificado de maestro de Instrucción Pública y los estudios de tenedor de libros- la guía e impronta intelectual de Figarola Caneda fueron determinantes en sus comienzos, y así lo declara el propio Santovenia en sus Memorias:

“Me afané en escribir con sencillez, expresando hechos y reflexiones en lenguaje directo, como me recomendaba Domingo Figarola Caneda (Director de la Biblioteca Nacional) […] Figarola Caneda era ya maestro mío. Era en literatura el primer maestro directo que me orientaba, me frenaba y me conducía”. 

Téngase en cuenta además que Figarola Caneda junto a Joaquín Llaverías resultó asignado como oponente del discurso “Vuelta Abajo en la independencia de Cuba”, pronunciado por Santovenia el 5 de julio de 1923 para su ingreso en la Academia de la Historia, de la que llegaría a ser su presidente en 1942. 

Pero no solo con el primer director de la Biblioteca tendría relaciones profesionales el destacado historiador de origen pinareño. Francisco de Paula Coronado -quien se desempeñó como director de la Biblioteca Nacional a partir de 1920- presentó informes a la Academia de la Historia de conjunto con Santovenia, y este último elogiaría a su colega en sesión solemne, celebrada el 30 de noviembre de 1948, en la que destacó su cultura y sólidos conocimientos bibliográficos. 

El interés de un grupo de intelectuales cubanos por los destinos y la difícil situación del que debería ser el más importante centro bibliográfico de la nación, condujeron a la creación de la agrupación Amigos de la Biblioteca Nacional, de la mano de Roig de Leuchsenring, de la que Santovenia también formaba parte. Entre otros propósitos, se encontraba la adquisición de un terreno para la construcción de un nuevo edificio con las condiciones que exigía una biblioteca de su tipo.

En ese empeño se alistó el doctor Santovenia, a cuya iniciativa se debe la aprobación en el Senado de la Ley No. 20, el 21 de marzo de 1941, denominada de “Financiamiento para la elaboración de parte de la zafra de 1941”, la cual contemplaba en su artículo 21 un impuesto de medio centavo sobre cada saco de azúcar, recaudación que sería entregada a la Junta de Patronos de la Biblioteca Nacional. 

Personalidades de diferentes instituciones, incluido el director de Cultura del Ministerio de Educación, el erudito Fernando Ortiz, y Antonio M. Eligio de la Puente, y bajo la dirección del senador Emeterio Santovenia y Echaide -como presidente de dicha Junta- fueron los responsables de la compra del terreno, además de la adquisición de sus talleres, estanterías, mobiliario y restantes cuestiones relacionadas con la construcción del edificio de la Biblioteca Nacional.

La Revista de Historia de América, en su edición número 45 de junio de 1958, considera que Emeterio Santovenia le entregó muchas energías y le dedicó muchos desvelos a la obra del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, inaugurado el 21 de febrero de 1958. Justamente desde la colocación de la primera piedra, el 28 de enero de 1952, el simbolismo de la inicial paletada de cemento dada por Santovenia, ponía fin a un largo camino de esfuerzos por poseer un edificio digno e iniciaba una etapa de construcción de la obra que abriría sus puertas seis años después, en la que el historiador y político sería un importante gestor.

No en balde su retrato al óleo adornaría el Salón de reuniones de la Junta de Patronos en la Biblioteca Nacional José Martí desde su apertura y su título de “Senador de la Cultura” le daría la ganada potestad para pronunciar el discurso inaugural de la nueva Biblioteca, en el que sentencia el fin útil de la obra, al expresar: “En cumplimiento de la Ley, con el concurso de buenas voluntades, se ha erigido este monumento a la cultura de la nación cubana y para la educación de su pueblo”. 

Desde las páginas de la Revista de la Biblioteca Nacional, a partir de 1952, Santovenia reseñó libros, publicó artículos de homenaje, testimonios y también mereció elogios de otros distinguidos autores por su enjundiosa y necesaria obra. La propia Revista detalló un listado de los trabajos publicados por el historiador desde 1907 hasta 1958, útil repertorio que agrupa su vasta producción intelectual, en la que ocuparon su atención los temas relacionados con la Biblioteca Nacional,   homenaje que le ofreció la institución al cumplir cincuenta años de prolífica y continuada labor literaria.

La vida intelectual y académica de Santovenia y Echaide resulta impresionante, miembro de tres de las principales academias cubanas: la de la Historia de Cuba, la Cubana de la Lengua y la Nacional de Artes y Letras. Un centenar de publicaciones sobresale en su bibliografía activa, en las que las temáticas pinareñas no le fueron ajenas y cuyo aporte a la historiografía de esa región de Cuba es de obligatoria consulta hasta nuestros días. 

Abordó la vida y obra de insignes cubanos y latinoamericanos, de manera especial la de nuestro Apóstol José Martí, así como a Cirilo Villaverde, Tranquilino Sandalio de Noda, Manuel Sanguily, Antonio Maceo, Benigno Souza, Calixto García, Simón Bolívar, Eloy Alfaro, entre otros. A las anteriores se suman las colaboraciones en las más importantes publicaciones periódicas del país, así como los volúmenes de Historia de Cuba e Historia de la nación cubana, este último título en colaboración con Ramiro Guerra, José Manuel Pérez y Juan Remos. 

Emeterio Santovenia falleció el 18 de noviembre de 1968 en la ciudad de Miami, donde se encontraba exiliado desde octubre de 1959. No es posible referirse a la historia de la Biblioteca Nacional José Martí antes de 1959 sin tener presente al polifacético intelectual e ilustre historiador cubano. 

Foto portada: Ceremonia de colocación de la primera piedra del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, 28 de enero de 1952, con la presencia de la directora Lilia Castro de Morales, el ministro de Obras Públicas, Luis Casero y otras personalidades. Momento en que Emeterio Santovenia daba la primera paletada. Álbum 83, Fototeca BNCJM.

Foto de El doctor Santovenia leyendo su discurso en la inauguración del edificio de la Biblioteca Nacional José Martí, 21 de febrero de 1958. Álbum 85, Fototeca BNCJM. El doctor Santovenia leyendo su discurso en la inauguración del edificio de la Biblioteca Nacional José Martí, 21 de febrero de 1958. Álbum 85, Fototeca BNCJM.
Foto de El doctor Fernando Ortiz entrega a Emeterio Santovenia medalla conmemorativa de la inauguración del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, febrero de 1958. Álbum 85, Fototeca BNCJM.  El doctor Fernando Ortiz entrega a Emeterio Santovenia medalla conmemorativa de la inauguración del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, febrero de 1958. Álbum 85, Fototeca BNCJM.
Foto de La directora de la BNJM Lilia Castro de Morales (quinta, de izquierda a derecha) y la Junta de Patronos en el Salón de conferencias, detrás, el cuadro en honor a Emeterio Santovenia, febrero de 1958. Colección BNJM. La directora de la BNJM Lilia Castro de Morales (quinta, de izquierda a derecha) y la Junta de Patronos en el Salón de conferencias, detrás, el cuadro en honor a Emeterio Santovenia, febrero de 1958. Colección BNJM.