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Foto de Concurso Leer a Martí. Edición 2001. Carta

Concurso Leer a Martí. Edición 2001. Carta

27/4/2021
Por: Jessica Álvarez Bellas, Biblioteca Nacional José Martí

 Este bello relato escrito por una niña de 11 años que cursaba el  6º grado y fue ganadora en el Concurso Leer a Martí del año 2001, provincia Villa Clara es de muy fácil lectura por su belleza, les recomiendo lo lean. 

Una carta para reflexionar

Por Arletis Rafuls Rodríguez

Caía una fina llovizna aquella mañana del 2.º domingo de mayo. La casa de mis abuelos se hacía para mí a cada instante más espaciosa y aireada. Sobre la mesa del comedor un delicioso cake esperaba ansioso la llegada de mis tíos para rendirle homenaje a esa magnífica figura, cuya alma está hecha de miel y ternura. El sol quiso ser gentil con mi abuelita y con mi mamá y de pronto dejó entrar sus rayos, iluminando el salón de la fiesta familiar, donde hacía unos minutos acababan de entrar sus hijos ausentes.

- ¡Felicidades mamá! –todos gritamos a una voz y entre besos y abrazos formamos un haz de amor que nos hizo sentir más unidos que nunca, y es que el amor de la madre engendra maravillas y endulza el corazón

La felicidad de mi abuela se reflejaba en su rostro y en los gestos. Sus diestras manos tan acostumbradas a cortar y distribuir dulces, se veían tan torpes que apenas podían manejar el cuchillo para picar el cake, entonces papá muy dispuesto se lo quitó de sus nerviosas manos para hacerlo por ella

Mientras esto ocurría, yo pensaba en aquellas madres que no pueden disfrutar de la felicidad que proporciona la presencia del hijo en tan hermoso día, porque se lo han entregado a la patria o a otros pueblos hermanos, y fue entonces que llegó a mi mente, para quedarse largo rato, la imagen majestuosa de doña Leonor Pérez, y con ella la última carta que su hijo le escribió en vísperas de un largo viaje para liberar a Cuba, aquel 25 de marzo de 1895. Fue esta una verdadera carta de despedida. Sentí por un momento su dolor e imaginé su rostro angustiado en un día como hoy y en tantos días que tuvo que sufrir la constante ausencia de único hijo varón. Algo le daba fuerzas a aquella mujer para resistir su tristeza: el amor que sólo una madre debe entregar cómo expresó su propio hijo: ´´ (…) las madres son amor, no razón; son sensibilidad exquisita y dolor inconsolable´´. Un juego de imágenes traslucía mis pupilas. De un lado el dolor de la anciana y del otro las palabras de Martí en la misiva: ´´ (…) en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en UD. Yo sin cesar pienso en UD´´. No podía aquel gran hombre prescindir de las caricias maternales, del calor de sus brazos, pero tampoco podía evitarle el sufrimiento que le causaba con su vida entregada por completo a la lucha revolucionaria.

Me sentí tan madre como Leonor y tan hijo como Pepe. Algo iluminó y aclaró en mi mente la confusión: ´´ (…) y ¿Por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Me repetí esto involuntariamente una y otra vez sin hallarle una justificación momentánea, pero reflexioné y en un momento pude explicármelo todo: si Leonor le había dado la vida a Pepe, lo había educado en su seno familiar con dulzura, responsabilidad y amor, era lógico que el joven fuera de esa manera y no de otra. El dolor no sería sólo de su mamá; él la llevaba siempre en su creciente y necesaria agonía, como llevaba el dolor de su patria oprimida y esclava, pero seguro y optimista pensaba que, siendo su Cuba libre, si aún viviera para entonces, sí que la cuidaría con mimo y con orgullo… sus brazos no serían suficientes para estrecharla contra su pecho y entregarle todo el cariño que llevaba dentro; por eso le expresa: ´´ (…) tengo razón para ir más contento y seguro de lo que UD pudiera imaginarse. No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca´´. Su afirmación no era fantasía, era realidad, las condiciones estaban creadas para continuar la lucha armada. Ya había fundado el PRC que daría unidad y mayor organización a la guerra para alcanzar a plenitud la libertad de Cuba

- ¡Niña! - me llamó mi mamá. - ¿en qué estabas pensando que te has apartado de la fiesta? ¿Es que no es importante para ti compartir con nosotros en este día especial?

-Mami, no es eso, les quiero mucho y me siento muy contenta entre Uds., pero recordaba con cuánta ternura le hablaba Martí a su madre en su última carta. ¡Qué feliz se sentiría ella si hubiese podido compartir la alegría de las madres cubanas en un día como hoy! Mi mamá se sintió tan conmovida con mis palabras, que 2 lágrimas se asomaron a sus tiernos ojos, y así culminó el día de las madres en casa de mis abuelos.