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Foto de 120 Aniversario BNCJM- Nicolás Bautista Monardes, médico y botánico español del siglo XVI. Segunda parte.

120 Aniversario BNCJM- Nicolás Bautista Monardes, médico y botánico español del siglo XVI. Segunda parte.

26/6/2021
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí

Esta  segunda parte versa sobre la edición italiana aunque se seleccionan citas textuales para dar idea del valor de su contenido desde el punto de vista médico. 

Delle cose che vengono portate dall`Indie Occidentali pertinenti all`uso della Medicina...  Novamente recata dalla Spagnola nella nostra lingua italiana. Dove ancho si tratta de Veneni, & della lor cura. – In Venetia: Presso di Giordano Ziletti, 1575. – 2 v. : il. ; 15 cm. 

Sus dos volúmenes aparecen encuadernados juntos con paginación independiente. Al respecto Sabin cita a Leclerc, señalando que esta traducción italiana original, hecha por Annibale Brigante, es muy rara.

Perteneció a la biblioteca del coleccionista Néstor Ponce de León, según consta en su cuño y exlibris, y al fondo antiguo de la Biblioteca Nacional; además hay algo muy curioso en el librillo, que es buen ejemplo del cuidado que debe tenerse al describir piezas muy valiosas: en una guarda posterior, hecha con un papel sumamente degradado, aparece un cuño borroso pero no por ello menos importante, que constituye la prueba de que perteneció al Padre de la Bibliografía Cubana, Antonio Bachiller y Morales, hacia la década de los 80 del siglo XIX. Ostenta encuadernación posterior en media piel, reparada. Su estado de conservación es regular, con papel bastante degradado, manchado y algunas marcas de picaduras de insectos; además los márgenes han sido muy cortados, muestra del mucho uso que se le dio. 

Una planta internacionalmente conocida a la que se dedica particular atención es la del tabaco, y puede utilizarse para ejemplificar la forma didáctica en que estaba redactada la obra en la edición española (se respeta la ortografía de la época), en la que se utiliza como puede apreciarse una lengua castellana en proceso de formación; además los textos resultan no solo curiosos, sino muchas veces divertidos para un lector actual, tanto más para un estudiante de Medicina.

“Esta yerua que comúnmente llaman tabaco es yerua muy antigua y conocida entre los indios, mayormente entre los de Nueua España; que después que se ganaron aquellos reynos por nuestros españoles: enseñados por los indios, se aprovecharon della en las heridas que en la guerra recibían, curándose con ella, con grande aprovechamiento de todos. 

De pocos años a esta parte se ha traído a España, más para adornar jardines y huertos, para que con su hermosura diesse agradable vista, que por pe[n]sar que tuviese las maravillosas virtudes medicinales que tiene... ”. ¿Quién pudiera pensar hoy que esa planta adornaba los jardines sevillanos del siglo de Monardes?... Las razones las explica más adelante… “Es vellosa la planta y sus hojas. Puestas en las paredes, enjardinan como los cidrones y naranjos, porque todo el año está verde y tiene hojas; si algunas se secan, son las baxas. Agora usamos della más por sus virtudes, que por su hermosura, porque cierto son tales que ponen admiración…”   Más adelante añade que “en lo alto de toda la planta echa la flor, la cual es a modo de campanilla blanca y en medio encarnada, que tiene harta gracia”.

El autor se refiere al origen de la palabra… “El nombre proprio suyo entre los indios es picielt, que el de tabaco es postizo, de nuestros españoles, por una isla do hay mucha cantidad del llamada este nombre Tabaco”, y explica los lugares donde se producía en América: “Ayla y nace en muchas partes de las Indias, ordinariamente en lugares húmidos y sombríos; es menester que sea la tierra bie[n] cultivada do se sembrare y que sea tierra libre...” También expone cómo se conserva…  “Guárdanse las hojas después de secas a la sombra, para los efectos que diremos, y se hazen poluos para usar dellos en lugar de las hojas, que do no se halla esta planta, usan delos polvos en lugar della; porq[ue] no la hay en todas partes, lo uno y lo otro se guarda por mucho tiempo, sin corrupción[n]…”

“Tiene virtud de calentar… las llagas suzias limpia y mundifica y reduze a perfeta sanidad, como se dirá de todo adelante. Y así diremos de las virtudes desta yerba y para las cosas que aprovecha, de cadauna en particular”.

Según Monardes cura “cualquier dolor del cuerpo” explicando la forma de la aplicación unas veces en forma de polvo, otras de zumo, ungüento, cocimiento, mezclado con aceite, vino o ceniza… Puede usarse como remedio contra los venenos. También tiene aplicación en el caso de las llagas de los “animales brutos”; en fin, en 20 páginas  se despliega una amplia explicación dedicada a una sola planta.

Se insertan también historias de pacientes y se incluyen comentarios sobre la vida de los aborígenes,  de especial interés es el siguiente:

“Una de las maravillas desta yerba y que más admiración pone es el modo como usauan della los sacerdotes de los indios, que hazían en esta forma. Quando había entre los indios algún negocio de mucha importancia en que los caciques o principales del pueblo tenían necesidad de consultar con sus sacerdotes el tal negocio, iban al sacerdote y proponían el negocio; el sacerdote luego en presencia dellos tomaba unas hojas de tabaco y echábalas en la lu[m]bre y recebía el humo dellas por la boca y por las narizes, por un cañuto; y en tomándolo, caya en el suelo como muerto, y estaua assí co[n]forme a la qua[n]tidad del humo q[ue] había tomado; y qua[n]do había hecho la yerba su obra, recordaua y dáuales las respuestas, co[n]forme a las fantasmas e yllusiones q[ue] mientras estaua de aq[ue]lla manera vía; y él las interpretaua como le parecía, o como el Demonio le aconsejaua, dá[n]doles de continuo las respuestas ambiguas, de tal manera que como quiera q[u]e acaeciesse podían decir que aquello era lo que dixeron y la respuesta que dieron”.

“Assi mismo los demás Indios por su passatiempo tomauan el humo del tabaco para emborracharse con él y para ver aquellas fantasmas y cosas que se le representauan, de lo cual recibía[n] co[n]tento; y otras veces lo tomaua[n] para saber sus negocios y successos, porque co[n]forme a lo q[u]e estando borrachos co[n] él se les representaba, assí juzgaban de sus negocios. Y como el Demonio es engañador,  y tiene conoscimie[n]to de las yerbas, enseñóles la virtud désta para q[ue] mediante ella viesen aq[ue]llas imaginaciones y fantasmas que se les representa[n]; y mediante ella los engaña.”  Esa mezcla del diablo y sus maldades en los textos de cualquier disciplina es muy propia de la época.

Más adelante retoma el tema… “Usan los indios de nuestras Indias Occidentales del Tabaco para quitar el cansancio, y para tomar alivio del trabajo que, como en sus Arreitos o bayles trabajan y se cansan tanto, quedan sin poderse menear, y para poder otro día trabajar y tornar a hacer aquel desatinado exercicio, toma[n] por las narices y boca el humo del tabaco y quedan como muertos, y estando así descansan de tal manera que, cuando recuerdan, queda[n] tan descansados que pueden tomar a trabajar otro tanto, y así lo hacen siempre que lo ha[n] menester; porque con aquel sueño recuperan las fuerzas y se alientan mucho”.  Monardes es muy discreto en relación con el tema de los maltratos a los indios en las encomiendas, a diferencia de otros cronistas de Indias; esa imagen del indígena cansado al concluir un areito evidentemente tiende a minimizar el agotamiento real que presentaban luego de una ardua jornada de trabajo.

Resulta igualmente interesante el hecho de que se refiere a los esclavos: …“Los negros que han ido destas partes a la Indias,  han tomado el mismo modo y uso del tabaco que los indios; porque cuando se ven cansados lo toman por las narices y boca, y les acontesce lo q[ue] a los indios, estando tres y cuatro horas amortecidos; y quedan livianos y descansados para más trabajar; y hacen esto con tanto contentamiento que aunque no estén cansados se pierden por hacerlo; y ha venido el negocio a tanto, que sus amos los castigan por ello y les queman el tabaco, porque no usen dello; y ellos se van a los arcabucos y partes esco[n]didas para hacerlo; q[ue] como no se pueden emborrachar de vino, porque no lo tienen, huelga[n] de emborracharse con el humo del tabaco; yo los he visto aquí hazerlo y acontecerles lo dicho. Y dicen que cuando zalen de aquel enuelesamiento o sueño se hallan muy descansados, y que huelgan de haber estado de aquella manera, pues dello no reciben daño”. Como puede observarse, el tratamiento al hablar de los negros esclavos es similar al caso anterior; se obvia su sufrimiento y queda a criterio del lector sacar las conclusiones, conociendo además que quien escribe estuvo involucrado en el tráfico de ellos.

Luego de hacer referencia al uso del opio en las Indias Orientales,  retoma el tema de los indígenas americanos que utilizan el tabaco como remedio contra el hambre y la sed… "Cuando han de caminar por partes do no piensan hallar agua ni comida, toman una pelotilla de aquellas y, ponen la entre el labio baxo y los dientes y vanla chupando todo el tiempo que van caminando, y lo que chupan tragan, y desta manera passan y caminan tres y cuatro días sin tener necesidad de comer ni beuer; porque ni sienten hambre ni sed, ni flaqueza que les estorbe el caminar”.

Cotejando las lustraciones en las dos ediciones se llega a la conclusión de que aunque se refieran a una misma planta, varían en detalles, lo que indica que hay una apropiación de un dibujo original de un artista desconocido, y que se emplearon planchas diferentes a la hora de plasmar el material ilustrativo. El trazo es más preciso en la obra italiana que en la española, para una mejor calidad de las ilustraciones.  Póngase por ejemplo el armadillo, del cual se dice que sólo es el hueso de la cola el utilizado para producir un polvo que quita el dolor de oídos.   

Se habla de los caimanes… “Animales fieros, con muchas órdenes de dientes, de gran boca, que se tragan un indio entero…” Lo curioso es que se toman de sus fauces unas piedras que curan las calenturas. En tanto de los tiburones sacaban otras piedras que hacían polvo, útiles para solucionar problemas renales.

La ilustración de la flor del llamado Mechoacan es linda en ambas ediciones, y se dice que servía para hacer conservas tipo membrillo, jalea, y era empleada como purgante.    

Se da a conocer una pimienta larga, especial para guisados, de la cual dice que picaba más que otras, pero que era más sana. Parte de las ilustraciones tratan de raíces, como la del llamado Carlo Sancto, de cereales como la cevadilla[sic] o frutos como el dragón.     

Este último merece mención especial, porque según plantea “abrimos una hoja donde está la simiente, y abierta la hoja apareció un dragon hecho con tanto artificio, que parescia biuo, el cuello largo, la boca abierta, el cerro en rizado, con espinas, la cola larga u puesto en sus pies… su figura, hecha con tanto artificio que parece de marfil”. 

El tratado del hierro es buena muestra de la presencia de fronteras imprecisas entre disciplinas actualmente diferenciadas; lo mismo se refiere a él desde el punto de vista químico, como metal, que a su empleo en la medicina, con una extensa divagación sobre este a través de los siglos, partiendo de autoridades de la Antigüedad clásica.  

Mientras la edición española tenía numerosas notas marginales que ayudan a localizar informaciones muy precisas en la medida que se va leyendo, la italiana no. Ambas utilizan el reclamo, sistema empleado para enlazar las páginas desde la época de los códices manuscritos, ya que ni se utilizaba la foliación ni la paginación. 

La edición italiana incluye un detallado índice que facilita el acceso a la medicina específica requerida por el lector, tal y como ocurre en una obra moderna; ello es muestra de cómo a partir del siglo XVI se va conformando poco a poco el libro con nuevos accesorios, que a la vez que resultan útiles desde el punto de vista tipográfico, mantienen además la exactitud a la hora de plasmar la información.

De acuerdo con las referencias encontradas, se trata de dos ediciones realizadas en países europeos, ambas muy raras, que cuentan con atractivas ilustraciones que no resultan idénticas, como se ha explicado, pero que son aún hoy utilísimas como fuentes de información sobre productos medicinales importados del Nuevo Mundo. Su valor patrimonial es indiscutible y va más allá de las fronteras de uno u otro territorio; son joyas bibliográficas que se publicaron en Sevilla y Venecia, pero se refieren en el contenido a cualquier remoto confín del continente americano.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

Monardes, Nicolas. Joyfull newes out of the new-found world...  En: Americana: An exhibition of printed books and manuscripts from Glasgow University Library : 16th Century [en linea] http://special.lib.gla.ac.uk/exhibns/Americana/16th_century.html [Consulta 27 nov. 2009]

Nicolás Monardes.  En:  Enciclopedia Popular Ilustrada Europeo-Americana. – Madrid; Bilbao; Barcelona: Espasa Calpe. -- T. 36, p. 23-24.

Palau y Dulcet, Antonio. Manual del Librero Hispanoamericano. 2. ed. corregida, y aumentada por el autor. Barcelona: Librería Palau, 1957. – t.10,  p.4-7. 

Pardo Tomás, José. Nicolás Monardes [en linea] http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/patrimonio/personajes/biografia.asp?id=2  [Consulta 3 nov.  09]

Sabin, Joseph. Dictionary of books relating to America from its Discovery to the present time. – New York : J. Sabin & Sons, 84 Nassau Street, 1880. -- t.12

Vega García, Olga. Medicinas y venenos de las Indias Occidentales; ciencia y fantasía en un impreso del siglo XVI  [en linea]  8 de diciembre de 2009 <http://librinsula.bnjm.cu/251 tesoros_1.html>

8 diciembre 2009


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