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Foto de De la Serie Hart en la Historia. V Uno de los fundadores del Movimiento 26 de julio en 1955 (M-26-7), sus principales misiones en ese año de lucha

De la Serie Hart en la Historia. V Uno de los fundadores del Movimiento 26 de julio en 1955 (M-26-7), sus principales misiones en ese año de lucha

3/6/2020
Por: Eloisa M. Carreras Varona , Biblioteca Nacional José Martí



En ocasión de conmemorarse el próximo 13 de junio el 90 aniversario del natalicio del destacado intelectual y político cubano Armando Hart Dávalos publicamos la Quinta Parte de la Serie Hart en la Historia.

Correo desde la Isla de la Dignidad 

Hart en la Historia. V Uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio en 1955 (M-26-7), sus principales misiones en ese año de lucha

Por Eloisa Carreras Varona 

Cuando se conoce la trayectoria ideológica y política de Armando Hart, resulta más elocuente su afirmación: “Mi integración al Movimiento 26 de Julio fue el resultado de un proceso natural. El programa del Moncada venía a materializar el sentimiento ético que estaba profundamente arraigado en la tradición patriótica cubana.”  
Recordemos que, tras ser liberado de la cárcel en el mes de noviembre de 1954, por los sucesos de la Calle Salud 222, sostuvo un decisivo contacto con Haydée Santamaría y Melba Hernández, el cual le permitió conocer mucho mejor a Fidel, su Programa y posiciones revolucionarias radicales. Por ello, pudo aseverar en sus memorias en su libro Aldabonazo: “entonces llegué a la conclusión de que la unidad de las fuerzas que apoyaban a García Bárcena, los estudiantes y los moncadistas, podrían llegar a constituir una importante base para el desarrollo de la Revolución a la que aspirábamos.” 
Desde aquellos momentos se volvió un asiduo visitante del apartamento 107 del tercer piso de la calle Jovellar, donde vivían Melba y sus padres. En esa época, esta casa era el sitio más importante de reunión de los revolucionarios en La Habana, pero también él recordaba, el protagonismo que jugó Prado 109, donde radicaban las oficinas del Partido del Pueblo Cubano, otro lugar que había frecuentado asiduamente junto a otros jóvenes revolucionarios que ya estaban en la oposición. Estos dos espacios de hecho se convirtieron, en los sitios estratégicos donde se organizaba el trabajo clandestino, se preparaban las reuniones y se hacía labor de captación de los nuevos miembros para la causa de la libertad. 
Debido a la fuerte presión popular que existía en todo el país, en el mes de mayo de 1955, Batista se vio obligado a decretar la amnistía. Armando fue uno de los cubanos que tomó parte en el multitudinario recibimiento a Fidel y a los héroes del Moncada en la capital del país, tras su liberación del Presidio de Isla de Pinos el 16 de mayo de ese año. Luego de salir de la cárcel, Fidel había comenzado a desplegar la faena de proselitismo político, con el objetivo de unir a todos los hombres honestos del país alrededor de las posiciones de lucha insurreccional contra la tiranía; por ello, en varias oportunidades Armando coincidió con otros dirigentes de diversas organizaciones oposicionistas en las visitas que le realizó a Fidel, en el apartamento que compartía con su hermana Lidia, en el edificio del Jardín Le Printemps, en la esquina de las calles 23 y 18, en el Vedado.
El 23 de mayo, junto a un numeroso grupo de simpatizantes, Hart recibió al profesor Rafael García Bárcena que regresó al país, tras varios meses de exilio político por su condena. En días posteriores Bárcena y Fidel efectuaron diversas entrevistas en busca de la unidad en la lucha contra la tiranía. Armando también estuvo presente en un encuentro que Fidel le solicitó al profesor, que tuvo lugar en su casa, en el barrio de La Sierra, en Marianao. En esa oportunidad ambos líderes examinaron sus proyectos de cómo lograr alcanzar el triunfo sobre la tiranía. Desafortunadamente sus planes no coincidieron y en opinión de Armando, desde aquellos momentos la dirección del movimiento antibatistiano quedó en manos de Fidel, pues fue él quien tuvo una visión objetiva de cómo llevar a cabo la lucha contra la dictadura. Para Hart, cuando aquella reunión concluyó y salieron de la vivienda de Bárcena, sin dejar de reconocer los enormes méritos de su noble maestro, comprendió que ya se había identificado con el movimiento y las ideas que lideraba Fidel y, de inmediato, se incorporó a la lucha contra el régimen bajo su liderazgo indiscutible desde las filas del M-26-7, cuando fue fundado en junio de 1955.  Por ello afirmó en sus ya citadas memorias:

“Para ese momento Fidel ya se había transformado en el líder principal contra el régimen, se había convertido en el centro de atracción y de mayor importancia política para las capas más dinámicas de la población. Era el dirigente natural de las nuevas generaciones de jóvenes revolucionarios, así como de amplísimos sectores populares. Este hecho estuvo marcado por el valor político que dentro de los sectores juveniles tenía la línea insurreccional, por el significado que en ellos alcanzaban el sentido heroico y la decisión de combate y, especialmente, porque el grupo del Moncada no estaba comprometido con los partidos tradicionales, sino que representaba su negación. En el líder del 26 de Julio encontramos lo que desde el mismo 10 de marzo e incluso antes, buscábamos los jóvenes: un jefe político revolucionario, hondamente popular, democrático, sin compromiso con el sistema prevaleciente y, al mismo tiempo, capaz de organizar la acción de las masas”. 

Es necesario subrayar que en sus inicios el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, no se declaró partidario de una doctrina específica, pero al estudiar los trabajos escritos por sus principales figuras y los textos de —su máximo líder— Fidel Castro, podemos llegar a vislumbrarla. Es decir, aunque no hubo un cuerpo teórico perfectamente estructurado, definido y sistematizado, en varios de los documentos programáticos del M-26-7, tales como La historia me absolverá y otros materiales de sus dirigentes tanto en la Sierra como en el Llano, se pueden apreciar mucho más que barruntos de la concepción revolucionaria de la sociedad cubana actual. Claro que estas ideas fueron surgiendo en medio de los vertiginosos acontecimientos que iban teniendo lugar, porque estos jóvenes revolucionarios no estaban atados a teorías previas, inflexibles, que los maniataran o comprometiesen en límites demasiados dogmáticos que finalmente limitarían el necesario dinamismo y dialéctica de la Revolución que habían abrazado y por la que estaban dispuestos a ofrecer hasta sus propias vidas. Cabe mencionar, asimismo, que la dirección de la Revolución fue muy dialéctica, porque en la medida que la experiencia práctica transformadora avanzaba, se abrían nuevos caminos, más eficaces y convenientes, las reflexiones teóricas se fueron perfilando con el fin de servir de guía en el proceso de cambio. Desde luego que, estos textos de un carácter hondamente revolucionario, están en la base fundamental de las ideas que comenzaron a aplicarse tras la victoria de enero. 
Propiamente la fundación del M-26-7 tuvo lugar en una reunión que se efectuó la noche del 12 de junio de 1955, en la casa número 62 de la calle Factoría entre Corrales y Apodaca.  Cuando Hart hablaba de este tema, siempre afirmaba con gran orgullo que uno de los mayores honores de su vida fue formar parte de aquella primera y prestigiosa dirección nacional y jefatura del Movimiento 26 de Julio bajo la dirección de Fidel, con el propósito de derrotar la dictadura y restituir la constitucionalidad cubana. 
Según las afirmaciones que siempre hizo Hart, el proceso de integración de la dirección del Movimiento se caracterizó por la unidad. Los cuadros más relevantes agrupados alrededor de Fidel en el trabajo clandestino provenían, sobre todo, de varias vertientes de la Ortodoxia.  Fidel les expuso los planes revolucionarios que había concebido sobre la expedición y la huelga general, así como la necesidad de crear una dirección de apoyo para lograr estos empeños, la cual debía constituirse por compañeros de diferentes tendencias que habían aceptado el plan. 
El 21 de junio Armando escribió el artículo de respuesta para enfrentar la falacia contenida en el editorial “Con Batista o contra Batista” que publicó el periódico Ataja y, en ese mismo mes, cuando salió al aire el programa radial “La voz de los grupos doctrinales de la Revolución” del Partido Ortodoxo, Hart intervino varias veces para analizar la compleja situación sociopolítica del país. Su carácter de agitador político, se puso de manifiesto en los momentos en que participó en varios de esos programas tanto en la radio como en la televisión. En otra oportunidad intervino en la Mesa Redonda sobre la situación del país que transmitió CMQ televisión, en la que estuvieron presentes las distintas tendencias políticas; en esa ocasión él representó a los “sin partido”. Según sus compañeros se mostró demasiado exaltado. Él lo reconoció, pero como consideraba que sus argumentos eran correctos, dijo al respecto: “Seguro debí ser más pausado y menos vehemente en mis expresiones, sin embargo, afirmé verdades que fueron confirmadas por la historia. Lo hice en una forma radical, denunciando a la vieja sociedad y a sus dirigentes. Planteé la tesis de que, en Cuba, con toda seguridad, el mapa político y social cambiaría sustancialmente y así fue”.
Como existía el peligro de que asesinaran a Fidel, a Raúl y a otros moncadistas, lo más aconsejable en esos momentos era que ellos tomaran el camino del exilio para organizar la expedición armada. Fidel salió hacia México el 7 de julio de 1955. Las tareas en las que a partir de entonces participó Hart consistieron, entre otras, en facilitar las vías para enviar a la nación azteca a combatientes que vendrían en la expedición; organizar en toda Cuba el apoyo a dicha acción; constituir el Movimiento 26 de Julio en las provincias y trabajar en la recaudación de fondos, propaganda y agitación. Pedro Miret, Faustino Pérez y Pepe Suárez se encargaron del asunto de las armas; Ñico y Armando también se responsabilizaron de la propaganda y todos participaban en las diversas tareas vinculadas al intenso quehacer revolucionario insurreccional.
Hacia la segunda mitad de 1955, se estrecharon sus relaciones personales con la destacada y valiente combatiente revolucionaria Haydée Santamaría, hasta que llegaron a ser, como él mismo afirmó: “prácticamente la misma persona”.  Juntos trabajaron en común sin una diferencia o discrepancia política, ni revolucionaria. Y en ese sentido recordaba emocionado: “Como se dice, fue la mitad de mí mismo, y yo lo fui de ella; lo llevo con honra y recuerdo imperecedero.” Se casaron el 28 de julio de 1955. 
De igual modo, Armando participó en todas las tareas de la organización. Desarrolló amplios contactos con el Frente Cívico de Mujeres Martianas;  formó parte del grupo que imprimió clandestinamente y divulgó, en todo el país, el Manifiesto número uno y el Manifiesto número dos,  escritos por Fidel. Durante ese periodo, en México se preparaba la expedición y en Cuba los combatientes trabajaban por consolidar las bases opositoras y en la organización del apoyo al desembarco.
El 21 de septiembre, recibieron correspondencia de Fidel, quien les escribió desde la capital mexicana para informarle sobre el trabajo que desarrollaba, brindarle las indicaciones correspondientes y darle a conocer los nuevos contactos que había establecido. 
Su hermano Enrique —quien laboraba en el banco de Línea y Paseo— con una clara conciencia de que estaba contribuyendo a combatir la tiranía, fue uno de los más destacados promotores de las huelgas bancarias del mes de septiembre de 1955. La policía lo arrestó por estar vinculado a esos hechos; de inmediato Hart, como abogado, indagó por su situación legal en el Tribunal de Urgencia; pero a Enrique no querían liberarlo porque manejaban su caso de modo político y no exclusivamente laboral. En esa ocasión, Armando estuvo de nuevo a punto de ser detenido, a raíz del alboroto que armó en el tribunal, pues el magistrado a cargo no quiso mostrarle la causa de su hermano. En esa misma fecha escribió el texto sobre el injusto y arbitrario proceder de los miembros del Tribunal de Urgencia de La Habana. 
El 9 de octubre, despidió en el aeropuerto a Melba y a Pedrito Miret que viajaron rumbo a México para continuar en sus labores revolucionarias junto a Fidel. En ese mismo mes, Armando viajó a los Estados Unidos para entrevistarse con el jefe del Movimiento, analizar cuestiones de interés político y recibir orientaciones acerca de lo que debían hacer en el acto que organizaban los partidos políticos tradicionales de oposición para el 19 de noviembre de 1955, en el Muelle de Luz, en La Habana. Se conoce que logró participar en el patriótico acto que protagonizó su jefe y que tuvo lugar en la entrada del Hotel Palm Garden, de Nueva York, conocido como el “Mitin oposicionista de Nueva York”. Con emoción repasaba pormenorizadamente cada detalle de aquella visita, en la que con Fidel conversó también, sobre temas económicos y las medidas programáticas que se planteaban en el contexto de los manifiestos ya referidos. Asimismo, Fidel le encomendó, que le solicitara a Don Cosme de la Torriente  que, en el mencionado acto del Muelle de Luz, se transmitiera una alocución suya, que haría llegar desde México, porque se suponía que con esa acción se contribuiría a lograr la unidad de todos los opositores a Batista. Al volver a la capital cubana y para dar cumplimiento a la misión que le había encargado Fidel, sostuvo un encuentro con Don Cosme, que fue propiciado por José Miró Cardona,  en el cual participaron también Haydée y Pelayo Cuervo Navarro;  la reunión se realizó en la oficina del veterano, en La Habana Vieja. En sus memorias, Armando describió así aquellos sucesos: 

“Fue una situación molesta. Don Cosme tomó la palabra y no nos dejó hablar. Para intentar decir algo y no “interrumpirlo irrespetuosamente” yo iniciaba mis argumentos con las palabras “Venerable patriota”, pero el abismo que nos separaba impedía todo diálogo. Llegó a afirmar que Fidel debía organizar su propio acto porque el del Muelle de Luz tenía fines distintos a los que perseguía el jefe del Movimiento 26 de Julio. Y Don Cosme tenía razón […], porque lo que él no sabía era que Fidel Castro, poquísimos años después, organizaría los actos políticos más grandes de toda la historia de Cuba y de América […] Desde entonces, nadie más pudo unir a todos los partidos políticos tradicionales de oposición en una concentración pública que se enfrentara al gobierno de Batista. Así, aquel acto en el que Don Cosme de la Torriente no quiso que trasmitiéramos una alocución de Fidel, fue el canto de cisne de la política tradicional cubana”. 

Días después viajó en compañía de Haydée a la ciudad de Camagüey con el propósito de intervenir, en una significativa velada que organizó la Asociación de Estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza de esa ciudad, cuyo presidente era Jesús Suárez Gayol. En dicho acto rindieron homenaje a los estudiantes de Medicina, vilmente asesinados por el gobierno colonial español, el 27 de noviembre de 1871 y, también develaron un retrato de Abel Santamaría ─el mártir del Moncada─. Jóvenes como Jesús Suárez Gayol, Jorge Enrique Mendoza y Cándido González quedaron grabados en su memoria como lo más puro de la juventud agramontina, desde los tiempos anteriores al 2 de diciembre de 1956, fecha del desembarco de Fidel. En aquella excepcional oportunidad, en la que les rindió tributo a los heroicos protagonistas de las acciones del 26 de Julio de 1953, Hart expresó: 

“Locos, y han escrito en el único lenguaje que entienden los llamados cuerdos, el de los hechos, […] Revolución es transformación radical de nuestras condiciones de vida. Locos, […] y el 26 de Julio ha escrito la tesis de la nueva generación revolucionaria, que es la única fuerza que enfrenta a la dictadura. […] el problema cubano no es político, como quieren los partidos tradicionales plantear, el problema cubano es económico, es social, es también formación de conciencia ciudadana. […] Él (Abel Santamaría) comprendió que el 10 de marzo se liquidaron todas las fuerzas políticas y surgió del subsuelo social una corriente histórica que se planteó antes de la solución, la toma revolucionaria del poder para sustituir todo el andamiaje sobre el que se sostenía el sistema vigente y la implantación de una genuina democracia.
Sin estas ideas, sin este pensamiento no se hubiera podido llevar a cabo el único movimiento insurreccional que logró llegar hasta el combate abierto […]. Y esa Cuba que ellos soñaron, […] es la nación en la plenitud de su vigencia histórica, que Martí nos enseñó amar y conocer. Es la Cuba que aún no tenemos y debemos lograr, es la Universidad del Continente”. 

En los últimos días de noviembre, continuó viaje junto a Haydée con una primera parada en el pueblo de Florida, donde celebraron una reunión clandestina organizada por el Movimiento, con un gran número de campesinos. Encuentros como este, fueron de gran utilidad para la propaganda y los contactos. 
Por esa misma fecha escribió los textos: “El estudiantado frente a la problemática nacional” (se trata de un trabajo en el que logra describir con exactitud las razones por las que consideraba que en esta etapa revolucionaria era decisivo el papel de vanguardia que debía seguir jugando el estudiantado en la lucha contra la dictadura); “El verdadero significado histórico de Eduardo Chibás” (texto medular pero del que solo hemos logrado conservar algunos fragmentos) y “La Revolución ha de ser pública en las ideas como lo ordenara el Maestro” (con este texto en particular, sostuvo un polémico enfrentamiento con la posición que sostenía el Dr. Jorge Mañach acerca del contexto político cubano, por eso analizó la situación política del país, en la que describió las razones por las que consideraba que los partidos tradicionales estaban encerrados en un círculo vicioso con relación a la manera de derribar la tiranía).  


Foto de Primera página del extenso expediente que le abrieron a Armando, en el Departamento de Investigaciones de la Policía del Dictador, con el número 4905, del 13 de octubre de 1954. Primera página del extenso expediente que le abrieron a Armando, en el Departamento de Investigaciones de la Policía del Dictador, con el número 4905, del 13 de octubre de 1954.
Foto de Fidel y sus compañeros tras su salida de la cárcel, cuando fue decretada la amnistía. Fidel y sus compañeros tras su salida de la cárcel, cuando fue decretada la amnistía.
Foto de Entrañable recibimiento que le tributaron al Dr. Rafael García Bárcena, desde la izquierda aparecen Armando, el profesor y Fidel. Entrañable recibimiento que le tributaron al Dr. Rafael García Bárcena, desde la izquierda aparecen Armando, el profesor y Fidel.
Foto de Haydée con su hijo pequeño Abel Enrique Haydée con su hijo pequeño Abel Enrique
Foto de Haydée con su hija pequeña  Celia María. Haydée con su hija pequeña Celia María.