La Biblioteca
Quiénes Somos
La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí es depositaria del tesoro documental, bibliográfico, artístico y sonoro del país, y de lo más representativo de la cultura universal. Funge como rectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas Cubanas con 387 instituciones en todo el territorio nacional.
Historia
Foto: Entrada a la sala de lectura de la biblioteca nacional. Maestranza de artilleria 1902 - 1920
La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) se funda en octubre de 1901por el interés de un notable grupo de intelectuales cubanos y está promovida por una rica y culta tradición de amor a la lectura, de cuidado y preservación del libro, de creación y funcionamiento de bibliotecas.
Desde el lejano siglo XVII, llegan las noticias de coleccionistas que creaban sus propias bibliotecas particulares. Este es el caso de Nicolás Estévez Borges, cura de la Parroquial Mayor de la Habana, quien en su testamento declaró poseer una biblioteca de dos mil volúmenes. En los comienzos del siglo XVIII, con la fundación ... Conocer Más
Historia
La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) se funda en octubre de 1901por el interés de un notable grupo de intelectuales cubanos y está promovida por una rica y culta tradición de amor a la lectura, de cuidado y preservación del libro, de creación y funcionamiento de bibliotecas.
Desde el lejano siglo XVII, llegan las noticias de coleccionistas que creaban sus propias bibliotecas particulares. Este es el caso de Nicolás Estévez Borges, cura de la Parroquial Mayor de la Habana, quien en su testamento declaró poseer una biblioteca de dos mil volúmenes. En los comienzos del siglo XVIII, con la fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de la Habana (1728), surgió la primera biblioteca universitaria, si bien sus enseñanzas y sus libros respondían más a estudios conventuales que a los que ya en la época comenzaban a crear las bases de la modernidad.
A finales del Siglo de las Luces, en 1792, surgió la Real Sociedad Patriótica de la Habana, posteriormente conocida como Real Sociedad Económica de Amigos del País y, en su interior, se creó la primera biblioteca pública cubana. La nueva institución, bajo la impronta de la Ilustración europea y del despotismo Ilustrado de Carlos III, era auspiciada por un grupo de intelectuales cubanos ilustrados permeados por las nuevas concepciones científicas y filosóficas de entonces. La educación era para ellos la base de la nueva idea de progreso.
Todo el siglo XIX cubano estuvo marcado por el ideal que debía sostenerse en dos instituciones: la escuela y la biblioteca. En 1836 Domingo del Monte y Aponte (1804 – 1853) y Tomás Gener Bohigas (1787-1835) fundaron en Matanzas la que hoy constituye la más antigua de las bibliotecas públicas ubicadas fuera de la capital del país.
Una de las batalla más importantes por la historia y la cultura cubanas se libró en los años de la primera ocupación norteamericana (1899-1902) gracias a un grupo de intelectuales independentistas los que lograron que con la república surgieran instituciones nacionales que debían laborar en el rescate, conservación, estudio e integración de todo el patrimonio acumulado en el pasado.
Nació entonces la Biblioteca Nacional el 18 de octubre de 1901, en medio del desinterés oficial por la Orden Militar 234 del Gobierno Interventor. Ese día tomó posesión quien fuera su primer director el destacado intelectual Domingo Figarola Caneda (1852-1926).
El local asignado fue una pequeña nave del Castillo de la Fuerza, sin libros, estantes, ni bibliotecarios. Sus primeros libros fueron donados por el propio Figarola de su colección particular, que se fue enriqueciendo a partir de generosas donaciones de los destacados coleccionistas y las incesantes gestiones de éste fomentando el canje y las compras a bibliófilos.
Ya en 1902 pasó a otro local, igualmente inadecuado, en la Maestranza de Artillería. En 1909, la Sra. Pilar Arazosa de Muller dona una pequeña imprenta que permitirá comenzar a editar los primeros números de la Revista de la Biblioteca Nacional, fundada por su entonces director, Figarola Caneda, quien dirigió la institución hasta 1920.
Francisco de Paula Coronado (1870-1946), destacado escritor y bibliófilo, asume en ese año la dirección de la biblioteca; su fondo personal se conserva actualmente como parte de la biblioteca de la Universidad Marta Abreu de Villa Clara.
Los avatares de la Biblioteca Nacional, sin edificio propio, bibliotecarios ni recursos, en peregrinación por diversas partes de la ciudad, sometidas sus colecciones a la humedad, bacterias, y desastres naturales, eran el resultado del abandono de las autoridades del país. Por ello, en 1936 se funda por Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964) la Asociación de Amigos de la Biblioteca Nacional, que en sus Reglamentos, apunta como primero, lograr que la Biblioteca Nacional tuviera edificio propio, con las características de una institución de ese tipo, iniciándose toda una campaña de esfuerzos y debates que culmina con su definitiva edificación en la Plaza de la República, hoy Plaza de la Revolución, por entonces aún en proceso de construcción.
El 21 de marzo de 1941 se promulga la Ley no. 20, denominada de “Financiamiento para la elaboración de parte de la zafra de 1941”, estableciéndose un impuesto de medio centavo sobre cada saco de azúcar de 325 libras producido. El importe de esta recaudación sería entregado a una Junta de Patronos para que se encargara de la compra del terreno y la construcción de un edificio, el cual debía dotarse de estantería, mobiliario y equipamiento necesario, y ya en 1949, por iniciativa de Don Fernando Ortiz (1881-1969), dicha junta acuerda designar con el nombre de José Martí al edificio que se construiría años después.
La colocación de su primera piedra tuvo lugar el 28 de enero de 1952 y un 12 de junio de 1957 se entrega el inmueble y a partir de entonces ha sido la sede de la, denominada hoy Biblioteca Nacional de Cuba José Martí en cuyos depósitos se guarda la memoria histórica de la nación.
De este modo la Biblioteca Nacional de Cuba estaría en el centro del mundo político y cultural cubano, según los proyectos de aquellos años.
El 21 de febrero de 1958 se llevó a cabo el acto de inauguración del monumental y hermoso edificio. A las actividades de inauguración estuvieron invitados directores, subdirectores y personalidades de bibliotecas nacionales o estatales e institutos de diversos países, destacándose la presencia del Dr. Quincy Mumford, director de la Library of Congress de Washington.
Merece un énfasis especial el discurso de don Fernando Ortiz quien afirmó: La Biblioteca Nacional estuvo hasta hace días en el Castillo de la Fuerza, que España construyó en el siglo XVI para defender su dominio contra los piratas del exterior. Auguremos hoy que este edificio de la Biblioteca de Martí sea un nuevo Castillo de la Fuerza desde donde la nación cubana pueda contra sus enemigos de toda laya, defender su civilización, su República y su libertad.
Se recomienda especialmente la lectura de la Revista de la BNCJM (Año 92 (no. 3-4), jul.-dic. 2001, dedicada al centenario de la institución por su contenido de carácter histórico en el que se hace referencia al tema tratado.
Tomado de:
- Palabras del Dr. Fernando Ortiz en el acto de inauguración de la Biblioteca Nacional. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (La Habana): Año 103 (No.2) : 177-180, jul.-dic. 2012. ISSN 0006-1727 RNPS 0383.
- Vega García, Olga. Apuntes para la historia de los tesoros en la Biblioteca Nacional cubana: primera parte. Tesoros de Librínsula [en línea] http://librinsula.bnjm.cu/secciones/357/tesoros/357_tesoros_1.html (Consulta 5 mar. 2019).
- Vega García, Olga. Don Domingo Figarola Caneda - bibliofilo, bibliotecario y primer director de la Biblioteca Nacional de Cuba. Tesoros de Librínsula [en línea] http://librinsula.bnjm.cu/secciones/358/tesoros/358_tesoros_1.html (Consulta 5 mar. 2019).
Misión
Somos la institución que preserva el patrimonio bibliográfico nacional, es rectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas y propone las políticas bibliotecológicas.
Visión
Lideramos el esfuerzo cooperado de la nación en la preservación, investigación y difusión del patrimonio bibliográfico y la producción cultural y científica, al servicio de una sociedad próspera y sostenible.
Funciones
Constituyen funciones de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí las siguientes: Ver Funciones
Funciones
- Adquirir, procesar y conservar el patrimonio bibliográfico de la nación cubana y lo más representativo de la literatura universal, además de fungir metodológicamente como la institución rectora en materia de conservación de dicho patrimonio.
- Ejercer como centro bibliográfico nacional, por lo que se le atribuye el control bibliográfico de la Nación, encargado de compilar, publicar y difundir la Bibliografía Nacional, el Indice de Publicaciones Periódicas Cubanas, la Bibliografía Nacional de José Martí y otras bibliografías, según la política bibliográfica.
- Funcionar como agente coordinador en asuntos bibliotecarios, y ser el centro de difusión para la investigación científica en bibliotecas, la investigación cultural e histórica, la superación y especialización bibliotecarias.
- Actuar como institución de referencia para la creación de una política nacional de adquisición del patrimonio bibliográfico nacional, en aras de garantizar el mejor uso de los recursos, perdurabilidad y conservación de los mismos, sobre la base de objetivos estratégicos de desarrollo cultural, científico y económico del país.
- Funcionar como centro promotor cultural nacional, en la vinculación de las diferentes manifestaciones artísticas relacionadas con el patrimonio bibliográfico nacional que atesora, con vistas a propiciar el desarrollo de la cultura cubana y universal.
- Proponer la firma de acuerdos, convenios y alianzas estratégicas de cooperación técnica y financiera con entidades educativas, organismos públicos y privados, tanto nacionales como extranjeros, del ámbito bibliotecológico y de la cultura en general, con el fin de desarrollar relaciones de cooperación a nivel territorial, regional, nacional e internacional.
- Diseñar, instrumentar y controlar el Programa Nacional por la Lectura con la participación de organismos, entidades y organizaciones que agrupan a todos los sectores de la vida nacional
- Ser depositaria de la documentación que el país recibe de la Organización de las Naciones Unidas.
- Establecer relaciones profesionales directas con la Asociación Cubana de Bibliotecarios y otras asociaciones afines reconocidas legalmente en el país.
- Ser el agente coordinador en los diferentes mecanismos que se establecen en el trabajo cooperado entre las bibliotecas y sistemas de bibliotecas que faciliten convenios de intercambios profesionales y estrategias comunes, en aras de contribuir al desarrollo sostenido de la cultura, la educación, la ciencia y la calidad de vida de los cubanos, sobre la base del reconocimiento de la integridad de cada sistema de bibliotecas representado por su órgano rector.
Salas
Distribución, organización y colecciones que atesoran las Salas de la BNCJM. Ver Distribución
Salas de la BNCJM
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Colección Cubana "Antonio Bachiller y Morales"
Planta alta
Colecciones
8555442 ext.124
coleccioncubana@bnjm.cu- Antonio Iraizoz y de Villar (1890-1976)
- Archivos Personales
- Asignado. Papel Moneda de la Revolución Francesa. Lobo-Napoleón
- Colección Alfonso (1810-1881)
- Colección América
- Colección Arango (1874-1919)
- Colección Cubana
- Colección de Grabados Cubanos y Extranjeros
- Colección de Mapas Pérez Beato
- Colección de Recortes Historia Gráfica de la Segunda Guerra Mundial
- Colección Escoto (1864-1935)
- Colección Facsimilar Raros y Valiosos
- Colección Funcasta
- Colección Gómez de la Carrera
- Colección Lobo-Napoléon
- Colección Martiana
- Colección Monte (1804-1853)
- Colección Montoro (1852-1933)
- Coleccíón Morales (1848-1904)
- Colección Prensa Clandestina
- Colección Raventós
- Colección Reynoso (1829-1888)
- Colección Tacón (1775-1855)
- Colección Zenea
- Ex Libris
- Fondo Julián del Casal
- Fondos Raros y Valiosos
- Fototeca
- Francisco Arredondo y Miranda (1836-1928)
- José María Heredia (1803-1839)
- Magdalena Peñarredonda (1846-1937)
- Manuel Pérez Beato (1855-1943)
- Manuscritos
- Mapoteca
- Marta Abreu y Arencibia (1845-1909)
- Memorabilia de Guy Pérez Cisneros (1915-1953)
- Néstor Ponce de León (1837-1899)
- Publicaciones Periódicas Siglo XIX
- René Lufríu y Alonso (1889-1943)
- Viñetas de la República Cisalpina
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Sala de arte "Wifredo Lam"
Planta alta
Colecciones
855-54-42 al 49 ext. 143
arte@bnjm.cu- Arte
- Carteles
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Sala de Mùsica "Leòn-Murguecia"
Planta alta
Colecciones
855-54-42 al 49 ext. 143
musica@bnjm.cu- Música
- Programas de mano
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Sala de Etnología y Folclore "Fernando Ortiz"
Planta alta
Colecciones
855-54-42 al 49 ext. 143
etnologia@bnjm.cu- Etnología y Folklore
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Sala Rusa "Alexander Pushkin"
Planta alta
Colecciones
855-54-42 al 49 ext. 143
eslavica@bnjm.cu- Documentos en idioma ruso
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Sala para la Atención a personas con necesidades especiales "Frank Emilio"
Planta baja
Colecciones
881 5013, 855-54-42 al 49 ext. 156
general@bnjm.cu, referencia@bnjm.cu- Colección de documentos en Braille y libros hablados
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Sala de Referencia "Leonor Pérez"
Planta baja
Colecciones
881 5013, 855-54-42 al 49 ext. 156
general@bnjm.cu, referencia@bnjm.cu- Referencias
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Sala de Servicios Generales "Domingo Figarola Caneda"
Planta baja
Colecciones
881 5013 855-54-42 al 49 ext. 156
general@bnjm.cu- Archivo de la Biblioteca Nacional
- Colección de documentos Siglos XX y XXI
- Fondo de Naciones Unidas
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Sala Circulante "María Teresa Freyre de Andrade"
Sótano
855-54-42 al 49 ext. 113
circulante@bnjm.cu -
Sala Juvenil
Sótano
855-54-42 al 49 ext. 143
juvenil@bnjm.cu
Ver más información en Colecciones
Directores de la Biblioteca Nacional de Cuba
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2019 -
Omar Valiño Cedré -
2007 - 2019
Eduardo Torres Cuevas -
2007
Marcia Medina Cruzata -
1997 - 2007
Eliades Acosta Matos -
1988 - 1997
Marta Terry González -
1977 - 1987
Julio Le Riverend Brusone -
1976 - 1977
Olinta Ariosa Morales -
1973 - 1976
Luis Suardíaz Rivero -
1967-1973
Sidroc Ramos Palacios -
1967
Aurelio Alonso Tejada -
1959 - 1967
María Teresa Freyre de Andrade -
1948 - 1959
Lilia Castro de Morales -
1946 - 1948
Carlos Villanueva Llamas -
1920 - 1946
Francisco de Paula Coronado -
1901 - 1920
Domingo Figarola Caneda
Omar Valiño Cedré
(Santa Clara, Cuba, 1968)
Crítico cultural especializado en teatro, ensayista, profesor, gestor cultural, teatrólogo.y editor. Se licenció en Artes Escénicas, en la especialidad de Teatrología, por el Instituto Superior de Arte (ISA), de La Habana, Cuba, en 1991. Es doctorando en esa institución, hoy Universidad de las Artes, donde imparte clases desde hace 25 años, principalmente el Seminario de Crítica como profesor auxiliar adjunto.
Fundador de la Casa Editorial Tablas-Alarcos, especializada en el universo de las artes escénicas y nacida a partir de la revista Tablas, la cual –fundada en 1982– dirigió desde el año 2000 hasta finales de 2019. Con Tablas-Alarcos editó 60 volúmenes de la revista y 200 títulos de libros. Creó un sistema de eventos, concursos, proyectos y acciones de estudio y promoción escénicas. Ha participado en numerosos eventos teatrales y académicos en Europa, África y América. Ha impartido clases en instituciones académicas o teatrales de veintiún países: España (Centro Nacional de Investigaciones; Universidad Carlos III), Argentina (Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza; Universidad Nacional de Córdoba), Colombia, Alemania (Instituto Cervantes de Münich), México, Chile, Venezuela, Italia, Polonia, Panamá, Bolivia, Dinamarca, Egipto, Francia (La Sorbona, París III), Ecuador, República Dominicana, Nicaragua, Brasil, Puerto Rico (Universidad de Puerto Rico), Uruguay, Portugal (Universidad de Lisboa) y Estados Unidos (Universidad de Miami, Universidad Internacional de la Florida, Universidad de Tulane, Universidad de Seton Hall). Es miembro de la organización regional Latin American Studies Association (LASA) y en 2014, 2016, 2018 participó en sendos paneles de su congreso internacional, en Chicago, New York y Barcelona, respectivamente. También en 2014 fue invitado especial del medio siglo del Odin Teatret, en Dinamarca.
Ganador de los Premios Pinos Nuevos (ensayo, 1993), Memoria (panfleto teatral, 1996), Nacional de la Crítica Teatral “Mario Rodríguez Alemán” (1995, 1997, 1999), Abril (trayectoria crítica, 1996), Dador (ensayo, 1998), Temas (mención ensayo, 1998), Nacional de Periodismo Cultural (1998), Fundación de la Ciudad de Santa Clara (ensayo, 1998) y Memoria (testimonio, 2000) y Ciudad del Che (Beca de creación, 2019). Ha sido condecorado con la Distinción por la Cultura Nacional (2000), con el Diploma al Mérito Pedagógico y con la Distinción por la Educación Cubana (2011). También con la Medalla por los XX (2006) y XXV (2011) años de la Asociación Hermanos Saíz, y con la Roseta de Cienfuegos, otorgada por la Dirección Provincial de Cultura esa provincia (2012). El Ministerio de Exteriores de la República de Polonia lo distinguió en 2017 con la medalla de Benemérito por su contribución a la difusión de la cultura de ese país.
Ha publicado los libros La aventura del Escambray. Notas sobre teatro y sociedad (Ed. José Martí, 1994), con edición corregida y aumentada en 2005 por la Editorial Cauce; Trazados en el agua. Un mapa del archipiélago teatral cubano de los 90 (Ed. Capiro, 1999); los cuadernos Viajo siempre con la isla en peso. Un diálogo con Alberto Sarraín (Sed de Belleza Editores, 1998 y 1999) y Vicente Revuelta: monólogo (en colaboración con Maité Hernández-Lorenzo, Reina del Mar-Mecenas, 2000 y 2001; Alarcos, 2011 y 2019). También el libro artesanal Escena cubana actual: oscilaciones. Notas sobre teatro, institución y espacio social (Ediciones Vigía, 2001); Rieles. Teatro en torno a Camagüey (Editorial Ácana, 2014) y Ágora. Escena de Argos Teatro (Ediciones Vigía, 2017), La memoria imborrable (Letras Cubanas, 2019). Otros trabajos de su autoría aparecen recogidos en libros o antologías de varios autores. A su vez, como editor del sello Alarcos, y en otras editoriales, ha dado a conocer numerosas antologías de autores cubanos y extranjeros, entre las que destacan Al borde de la Isla. Seis autores cubanos y el título en tres tomos Dramaturgia de la Revolución (1959-2008). 30 obras en 50 años. La antología Nueve dramas en presente recoge la dramaturgia cubana actual y apareció en Cuba por Letras Cubanas, en proceso en España por Fundación SGAE, así como en Alemania por Theater der Zeit en una versión bajo el título Kuba. Nueva dramaturgia cubana.
Textos suyos – reseñas, críticas, entrevistas, crónicas, artículos, ensayos – han aparecido en revistas culturales y especializadas del país y del extranjero, tales como La Gaceta de Cuba, Casa de las Américas, Unión, Revolución y Cultura, El Caimán Barbudo, Conjunto, Tablas, Huella, Temas, La Revista del Libro Cubano, Cuba Contemporánea, Primer Acto y ADE Teatro, Anales de Literatura Hispanoamericana, de España, Diógenes, de Estados Unidos, Revista de Estudios Hispánicos, de Puerto Rico, Theater der Zeit, de Alemania, y Teatro e Storia, de Italia. Mantuvo por más de una década la columna sobre artes escénicas “En proscenio” y más recientemente abrió “Intersecciones”, ambas en el semanario digital La Jiribilla, fundado en 2001. Colabora en el diario nacional Granma mediante la columna “Cenital” que se replica en otras publicaciones y portales digitales. Mantiene la sección fija de orientación cinematográfica “La Pupila Ilustrada” en el programa de televisión La Pupila Asombrada.
Fue de los organizadores iniciales, en los años 80, del Festival Elsinor de la Facultad de Artes Escénicas del ISA y ha coordinado la celebración de numerosos eventos, entre ellos las siete ediciones – 1993, 1995, 1997, 1999, 2002, 2003 y 2006 – de “Teatro y Nación”, efectuadas en el Grupo Escambray, así como otro numeroso grupo de eventos y proyectos especiales. Entre ellos las giras nacionales a Cuba 2002, 2016 y 2019, del Odin Teatret, de Dinamarca. Coordinó la comisión de Eventos Teóricos y Pedagógicos del Festival de Teatro de La Habana, del cual es miembro de su Comité de Selección y de su Junta Directiva. Fue el Director Curatorial del XVII y XVIII Festival de Teatro de La Habana en 2017 y 2019. De 2017 hasta fines de 2019 dirigió el Complejo Cultural Vicente Revuelta que asume a la Casa Editorial Tablas-Alarcos.
Ha integrado, a lo largo del tiempo, tres agrupaciones escénicas como asesor teatral: Teatro de la Villa, del Instituto Superior de Arte, Teatro a Cuestas y Teatro D’Dos, y colaborado con otros colectivos, actualmente con Teatro Tuyo, de Las Tunas, y Cabotín Teatro, de Sancti Spíritus. A su desempeño en ellas y en otros proyectos puntuales como asesor, ha sumado la participación como investigador o ponente en varios talleres y eventos cubanos e internacionales. Coordina, desde Tablas-Alarcos, el Círculo Internacional Itinerante de Crítica Teatral (CICRIT) con sesiones en Quito, Buenos Aires y Santiago de Chile; así como los Encuentros con la Crítica en distintas provincias cubanas.
Cofundador de la revista Albur, ha laborado como redactor en Casa de las Américas y como editor de la Sección de Crítica de La Gaceta de Cuba, fue miembro del Consejo Editorial de El Caimán Barbudo, de Dédalo y de La Jiribilla de papel. Hoy lo es del Consejo Asesor de la revista Temas. Es miembro del Círculo de la Crítica del Instituto Cubano del Libro. Entre sus labores como jurado destacan las del primer Premio Internacional de Ensayo Teatral (Paso de Gato, México, y ARTEZ, España, 2010), las del Festival Latinoamericano del Monólogo (Teatro Terry, 2012 y 2014), las del Premio Nacional de la Crítica Literaria 1998, 2001 y 2017 (presidente), las del Premio Nacional de Literatura 2000 y las del Premio Nacional de Teatro 2007 y 2018. Y, por un largo periodo hasta 2016, del concurso nacional de actuación para jóvenes Adolfo Llauradó.
Ha sido vicepresidente de la Sección de Crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC e integró durante diez años la Dirección Nacional de la Asociación de Jóvenes Creadores “Hermanos Saíz”. Fue vicepresidente nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba entre 2008 y 2014.
Preside el Consejo editorial de la Casa Editorial Tablas-Alarcos.
Desde diciembre de 2019 se desempeña como Director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.
Eduardo Torres Cuevas
Graduado de profesor de Filosofía en la Universidad de La Habana (1969); y de Licenciado en Historia, en esa propia institución, en 1973.
Doctor en Ciencias Históricas desde 1990.
Ha ejercido la docencia en la Universidad de La Habana desde 1969, institución de la cual es Profesor Titular (1980). Paralelamente ha impartido cursos y conferencias en otros altos centros de estudio de Cuba, Alemania, Francia, Estados Unidos y México. Cabe destacar su participación en calidad de Profesor invitado de las universidades de Leipzig y Rostock (1986-1987); Professeur Etranger lnvité de las universidades de París III (Sorbona), París VIII (1991-1992), Pau (1993) y de Perpignan (1994-1995); Professeur Associé de la Université de Aix en Provence (1995-1996, 1996-1997).
En esos dos últimos periodos impartió los cursos especiales de Agrégation (concurso nacional superior para profesores universitarios de Francia) en civilización y literatura latinoamericana).
Miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua.
Director del Centro Interdisciplinario para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, Universidad de La Habana (desde 1997).
Director de la revista Debates Americanos y redactor de sus editoriales (desde 1995).
Director de la editorial Imagen Contemporánea, de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz (desde 1997).
Director de la Colección Editorial Biblioteca de Clásicos Cubanos –en sus dos soportes, soporte papel (libros) y soporte digital (CD)– de la editorial Imagen Contemporánea (desde 1994). Presidente de la Cátedra Voltaire de colaboración académica Cuba-Francia de la Universidad de La Habana (desde 1997).
Presidente de la Cátedra Interdisciplinaria de Estudios Históricos de la Masonería Cubana Vicente Antonio. Universidad de La Habana (desde 2001).
Presidente del Consejo Científico del Doctorado Curricular de Historia (desde 2005).
Miembro de la Comisión Nacional de la Carrera de Historia (desde 1982).
Jefe de los grupos de investigaciones transdisciplinarios "Evolución de las Ideas en Cuba", Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, Universidad de La Habana (desde 1989; a partir de 1997 este grupo quedó adscrito a la Casa de Altos Estudios); "Evolución de las instituciones religiosas y de la religiosidad en Cuba", Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, Universidad de La Habana (desde 1997); y “Estudios económico-sociales del período colonial” (desde 1987; desde 1997 se adscribió a la Casa de Altos Estudios).
Miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC).
Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).
Ha recibido entre otros premios y condecoraciones el título de Caballero de la Orden de las Palmas Académicas, conferido por la República Francesa (decreto de 27 de Enero del 2005).
Premio Nacional en Ciencias Sociales por el conjunto de su obra (2000).
Premio Nacional de Historia (2005).
Ha recibido numerosas y de las más prestigiosas órdenes, medallas, distinciones que se conceden en el país.
En homenaje “al conjunto de su obra y a la trascendencia de esta en la cultura cubana”, se le dedicó la XVI Feria Internacional del Libro.
Ha recibido además numerosas distinciones provinciales.
Entre sus numerosos libros publicados se encuentran:
Antología del pensamiento medieval, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975; Historia de la Universidad de La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984, 2 tomos (en colaboración con Ramón de Armas y Ana Cairo); La polémica de la esclavitud. José Antonio Saco, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984; Esclavitud y Sociedad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986 (en colaboración con Eusebio Reyes Fernández); Obispo Espada. Ilustración. Reforma y antiesclavismo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990 (Introducción y selección) (Tres ediciones); Obras de Félix Varela, Editora Política, La Habana, 1991 (introducción de Eduardo Torres-Cuevas; investigación, compilación y notas de Eduardo Torres-Cuevas, Jorge Ibarra y Mercedes García), 3 tomos.
Además, Félix Varela. Los orígenes de la ciencia y conciencia cubanas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995 (Tres ediciones); Antonio Maceo: las ideas que sostienen el arma, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995; La historia y el oficio de historiador, Ediciones Imagen Contemporánea, La Habana, 1996; Historia de Cuba. 1492-1898. Formación y liberación de la nación. (En colaboración con Oscar Loyola Vega), Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001; José Antonio Saco. Obras. Ediciones Imagen Contemporánea, La Habana, 2001, 5 tomos. (Introducción y Selección); José Antonio Saco. Historia de la esclavitud. Ediciones Imagen Contemporánea, La Habana, 2002, 6 tomos. (Introducción y Selección); Historia del Pensamiento Cubano, vol. I “Formación y liberación del pensamiento cubano” (1510-1867)”, Tomo 1 “Orígenes y formación del pensamiento cubano”. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.
También: Historia del Pensamiento Cubano, vol. I “Formación y liberación del pensamiento cubano” (1510-1867)”, Tomo 2 “Polémicas formadoras del pensamiento cubano (1790-1867). Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005; Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Imagen Contemporánea, La Habana, 2006. (Tres Ediciones); Sartre-Cuba. Cuba-Sartre. Huracán, surco, semillas, Imagen Contemporánea, La Habana, 2005 (Coordinación); Historia del pensamiento cubano, vol. I, T. II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2006; En busca de la cubanidad, T. I. II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2006.
Ha colaborado además en numerosas publicaciones especializadas (nacionales y extranjeras); prólogos e introducciones a libros, ensayos y folletos, etc.
Se ha destacado especialmente en la actividad investigativa. Ha dirigido numerosas investigaciones tanto en la Universidad de La Habana como en otras instituciones académicas. Entre los temas figuran: Las estructuras económico-sociales en la evolución de la sociedad esclavista cubana (30 años); Aspectos sociales y consecuencias de la esclavitud en Cuba (35 años); Historia de las ideas en Cuba (32 años), particularmente ha desarrollado investigaciones sobre figuras de significación nacional como Félix Varela, el obispo Espada, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero, Antonio Maceo, José Martí, Enrique José Varona y Fernando Ortiz. Y también: Las religiones en Cuba (40 años); Historia de la masonería en Cuba (38 años); Historia de la Iglesia Católica y la religiosidad en Cuba (40 años); Problemas teóricos y metodológicos del oficio de Historiador (30 años); Historia de las ideas políticas en Cuba (35 años, Historia del pensamiento político latinoamericano: legitimidad, autenticidad, originalidad (25 años).
Ha participado, en Cuba y el extranjero, en numerosos eventos científicos y otras actividades académicas como invitado, jurado u organizador.
Desde abril del 2007 a diciembre del 2019 se desempeñó como Director de la Biblioteca Nacional José Martí.
Marcia Medina Cruzata
Licenciada en Educación, en la especialidad de Historia y Ciencias Sociales. Ha laborado como socióloga del Grupo para el desarrollo integral de la ciudad de Santiago de Cuba y ha desempeñado varios cargos de dirección en la esfera cultural entre su provincia de origen y La Habana, entre los que sobresalen la Dirección General del Ateneo Cultural de Santiago de Cuba (1995-1997) y la Subdirección de Promoción y Desarrollo de la Biblioteca Nacional (1998 - 2007).
Ha participado en calidad de delegada, ponente u organizadora en numerosos eventos nacionales e internacionales relacionados con las Bibliotecas y la Promoción de la lectura.
Directora en funciones de la Biblioteca Nacional José Martí en los meses de febrero a mayo de 2007
Eliades Acosta Matos
Graduado de Licenciado en Filosofía en 1982, en la Universidad Estatal de Rostov del Don (URSS). Vinculado a medios artísticos y literarios, especialmente por la ensayística y el periodismo, ha colaborado regularmente en órganos de prensa cubanos y extranjeros como /El Caimán Barbudo/, /América Nuestra/, /Sierra Maestra/, /Juventud Rebelde/, /Contracorriente/ y Perfil de Santiago. Ha pertenecido a Consejos de Redacción de diversas publicaciones y escrito programas históricos y dramatizados seriados para emisoras de radio. Como profesor, ha impartido ciclos de conferencias en Cuba y el extranjero (Venezuela y España) sobre temas actuales de la cultura cubana, la filosofía, historia, arte y política. Ha participado en tribunales para la concesión de grados universitarios y fue Vice-Presidente de la Comisión Provincial de Ciencias Sociales en Santiago de Cuba. Presidió durante varios años la Asociación Hermanos Saíz, de jóvenes artistas e intelectuales, en su provincia natal, ostentando en la actualidad la condición de Miembro de Honor Nacional de dicha Asociación.
Ha presentado numerosas ponencias en eventos científicos; destacándose entre ellos la Conferencia Internacional José Martí y los desafíos del Siglo y recientemente, El 98 y las fronteras imperiales; organizado por el Centro de Estudios Martianos, en el marco del encuentro cubano-mexicano de filósofos.
Es Presidente fundador del Ateneo de Santiago de Cuba “Lic. Antonio Bravo Correoso”
Tiene publicados los libros /Los hermanos santiagueros de Martí/ (1995); /El árbol de la discordia/ (1997); /El siboney de los cubanos/ (1997) /El 98: Cien respuestas para un siglo de dudas/ (1998); /La globalización y sus daños colaterales/ (2000); /Los colores secretos del imperio/ (2002-2003); /El Apocalipsis según San George /(2005); /Cartas auténticas que nunca se escribieron/ (2005), entre otros. Desde 1988 ha escrito numerosos ensayos y crónicas en publicaciones cubanas y extranjeras
Director de la Biblioteca Nacional de Cuba desde 1997 hasta 2007. Durante su mandato la Revista de la BN vive su cuarta época, fiel a su pasado y comprometida con su presente y su futuro. Avanza la automatización de servicios y procesos, se logra que los especialistas e investigadores accedan a INTERNET y posean correos electrónicos.
La red BINANET enlaza a todas las bibliotecas provinciales entre sí y con la BN. Se logra la página Web, publicaciones electrónicas tales como Librínsula, así como la digitalización de parte de los fondos patrimoniales.
Las relaciones internacionales se incrementan, en especial Cuba está presente en cada Congreso de IFLA y en otros eventos organizados por ABINIA y ACURIL.
La labor docente de la Biblioteca Nacional crece hasta lograr no solo impartir cursos y seminarios sino diplomados y posgrados. Se convierte así en Centro autorizado para impartir estos altos niveles de enseñanza. La promoción cultural se reanima y se proyecta en nuestra sociedad atrayendo a cientos de lectores y visitantes: se rescata el salón de exposiciones el cual por razones de espacio había sido ocupado por el Departamento de Procesos Técnicos y se convierte en la Galería El Reino de este mundo, espacio ocupado por lo mejor de la plástica cubana. El movimiento editorial retorna y se abre paso.
Se incrementan las investigaciones bibliotecológicas y bibliográficas así como la promoción de la lectura y la divulgación de la vida y la obra de José Martí fundamentalmente con la aparición de la colección mínima de pensamientos del Apóstol y con el concurso para niños Leer a Martí, único por las cifras millonarias de concursantes que ya lo caracteriza. Se incorpora el Club Minerva a la Biblioteca Nacional para satisfacer aún más las necesidades de lectura, idea surgida en el Ateneo de Santiago de Cuba. El Club se expande a todas las bibliotecas públicas del país. Y el edificio de la Biblioteca Nacional recupera el brillo de otros años, se remoza físicamente, se rescata su presencia y su belleza ante los ojos de quienes lo visitan.
Marta Terry González
Realiza sus estudios superiores en la Universidad de La Habana, en la cual obtiene el Dotorado en Filosofía y Letras, en 1952, y su graduación como bibliotecaria en 1953. Debe una sólida formación de postgrado a los estudios que realiza en el New York Atate Teachers Collage, en el New Paltz, en el curso 1953-1954, por beca obtenida del Institute of Internacional Seminar on Freedom and Security, auspiciada por The American Friends Service Comité (verano de 1953)
Posteriormente obtiene beca de la UNESCO en Copenhague, donde recibe el Course for Teacher of Librarianship (1968); por último toma cursos especializados en la Universidad de La Habana (1977-1986). Posee amplia experiencia como profesora de la lengua inglesa y de bibliotecología, destacándose su labor docente en el campo de referencia.
Profesora de la Universidad de La Habana desde que se iniciara como alumna auxiliar en el curso 1952-1953 hasta nuestros días, en que ostenta la máxima categoría docente. Ha desempeñado relevantes cargos técnicos y de dirección, entre ellos, directora de la Biblioteca José Antonio Echevarría de la Casa de las Américas, en el período de 1967-1987.
Autora de libros de texto, artículos especializados con una basta obra Ha conformado una amplia bibliografía sobre temas bibliológicos. Ha compilado además varios repertorios bibliográficos.
Entre sus aportes se destaca la Clasificación y asignación de epígrafes a la literatura de los países del Caribe; El desarrollo del trabajo bibliotecario en Cuba y Library situation in Cuba: a brief account, entre otros temas.
En 1981 es electa miembro del Comité Permanente de IFLA para América Latina y el Caribe, y en 1985, miembro de su Sección de Teoría e Investigación Bibliotecológica. Ocupa la presidencia de la Sección de América Latina y el Caribe de la Dirección de Actividades de IFLA en 1987.
En 1994 participa en el 60 Congreso de IFLA celebrado en Cuba, como directora de la Biblioteca Nacional José Martí y presidenta de ASCUBI La doctora Ferry ha participado en numerosos eventos nacionales e internacionales.
En el período entre 1987 hasta 1997 es la Dra. Terry la segunda bibliotecaria que rige los destinos de la Biblioteca Nacional. Durante su mandato se vuelve a reestructurar la institución y por ello se amplían las subdirecciones (Metodológica, Procesos Técnicos, Servicios, Económica). Los fondos se organizan en orden consecutivo y por ello los espacios entre las colecciones clasificadas son utilizados en beneficio de ganar el espacio que requerían las nuevas adquisiciones. Tres proyectos debía enfrentar la Dra. Terry: la climatización de los fondos, la automatización de los procesos y los servicios, y la microfilmación de las colecciones patrimoniales más relevantes, sin embargo la caída del campo socialista sumió al país en una crisis económica tal que paralizó estos empeños. A pesar de esta crítica situación denominada Período Especial el trabajo bibliográfico no se detuvo así como tampoco la ingente labor docente de la institución y sus estrechas relaciones con la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas (IFLA). Relaciones que hicieron posible un hecho sin precedentes la 60º Conferencia de IFLA en La Habana. Los frutos de esta Conferencia (envío de computadoras y otros materiales necesarios para los servicios, y para el Sistema de Bibliotecas Públicas) no se hicieron esperar. No obstante a partir de 1994 mantener abierta al público la Biblioteca Nacional sin menoscabo de sus servicios y de sus actividades culturales fue una verdadera proeza.
Julio Le Riverend Brusone
Historiador, Dr. en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas (1941). Desde 1928 visita la Biblioteca Nacional donde María Villar Buceta lo orienta hacia el movimiento revolucionario comunista y la cultura. En 1932 preside Unión de Avance, es miembro del Partido Comunista de Cuba y del Ala Izquierda Estudiantil. Se enfrenta a la tiranía machadista. Es detenido por la policía y participa en huelga de hambre. Se exilia en Francia donde se incorpora a la Unión Latinoamericana de Estudiantes (UCLAE) de la cual llega a ser Secretario General. Es miembro del Partido Comunista de Francia. En 1933 firma carta de protesta al Ministro de Venezuela por las torturas cometidas por el régimen de Juan Vicente Gómez. Otra vez sufre prisión por sus actividades revolucionarias en Camagüey y Santa Clara. Es miembro del Consejo de Redacción de la revista Páginas. Desde 1937 es alumno ayudante de la cátedra de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana donde se gradúa de Doctor en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas (1941).
Su trabajo Expulsión de los diputados cubanos a las Cortes Españolas lo hace acreedor del primer lugar en concurso convocado por el Dr. Elías Entralgo Vallina. En 1940 inicia sus colaboraciones en la revista Habano donde aparecen sus artículos sobre historia y economía tabacaleras. También obtiene el Premio Especial José Martí, instituido por el Dr. Raúl Roa en su cátedra de Historia de las Doctrinas Sociales, con su ensayo La utopía de Tomás Moro en América, publicado en la revista Universidad de La Habana. Es miembro fundador y primer secretario de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales fundada por Emilio Roig de Leuchsenring. Obtiene el Premio Ricardo Dolz por méritos académicos, otorgado por la Escuela de Derecho de la UH. Es abogado de oficio de la Audiencia de Santiago de Cuba, ciudad donde permanece hasta 1943. En 1942 participa en el I Congreso Nacional de Historia con trabajos sobre las ideas sociales de Aerate y sobre la economía cubana en los años 1790-1808. A partir de 1943 se radica en México. Estudia en el Colegio de México donde obtiene el título de Maestro de Historia del Instituto de Antropología e Historia de la citada institución. Presenta ponencia en el II Congreso Nacional de Historia sobre documentos cubanos y relativos a Cuba del Archivo General de México. Es designado Consultor del Instituto Internacional de Estudios Afroamericanos e inicia sus colaboraciones en la Revista de Historia de América. Termina su colaboración en la misma cuando Cuba es expulsada de la OEA. En 1944 presenta trabajo sobre el comercio libre en Cuba (1790-1820) en el III Congreso Nacional de Historia En los años 1947-1948 se radica en Estados Unidos como becario de la Fundación John S. Gughenheim, investiga sobre la industria azucarera en Cuba. En 1948 asiste a la XXII Conferencia Anual de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC) donde presenta su Panorama histórico de la industria azucarera en nuestro país. Ocupa por concurso-oposición la cátedra de Geografía Económica e Historia del Comercio de la Escuela Profesional de Comercio de La Habana. En los años 1950-1952 se desempeña como funcionario técnico de la Dirección de Asuntos Económicos del Ministro de Estado y es miembro de la delegación cubana ante la V Conferencia de las Naciones Unidas en New York. A partir de 1952 obtiene por oposición el cargo de Director del Patrimonio Nacional del Tribunal de Consultas, y hasta 1959 preside las secciones de Estudios Sociales y Estudios Económicos de la Sociedad Económica de Amigos del País, y es subdirector de la Revista Cubana Bimestre editada por la propia Sociedad. Y a partir del triunfo de la Revolución Cubana es profesor de Economía de la Escuela de Ciencias Comerciales de la Universidad Central de Las Villas, profesor del Instituto de Economía de la Universidad de La Habana, Director del Archivo Nacional (1962-1969), director del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba (1962-1972), Vicepresidente de la ACC (1965-1970), viceministro de Educación General y Especial (1972-1973), representante permanente de Cuba ante la UNESCO (1974-1977) y Director de la Biblioteca Nacional José Martí (1977-1987). Durante su mandato la Biblioteca Nacional adopta una nueva estructura para garantizar su desarrollo integral (1978-1979) esta permitió un notable desarrollo del trabajo general y específico de la primera institución bibliotecaria del país. De inmediato aplica la estructura que legara la Dra. Ariosa. Estructura reorganizadora de los Departamentos que hasta esa fecha tuviera la Biblioteca Nacional. Surgen así entre otros, tres departamentos: Investigaciones Bibliotecológicas y Metodológicas, Investigaciones Bibliográficas e Investigaciones Histórico Culturales; el Depto. de Información para la Cultura y el Arte.
El primero orientaba metodológicamente al Sistema de Bibliotecas Públicas; el segundo centró el trabajo bibliográfico de la institución hasta esa fecha en los Departamentos de Colección Cubana, Hemeroteca e Información de Humanidades y en el de Ciencia y Técnica y logró publicar importantes bibliografías de grandes figuras de la cultura cubana; y el tercero con investigadores categorizados, enfrentaría proyectos de interés histórico, y culturales. Información para la cultura y el arte respondía a convenios de esta índole con la URSS y el campo socialista en general.
Fue también durante este mandato que se aplica la Norma Cubana de Descripción Bibliográfica y el sistema de clasificación de la BBK de la Biblioteca Lenin en nuestra bibliografía nacional.
Las actividades de promoción cultural continuarán en ascenso. Se crea la Tribuna Enrique José Varona y la Cátedra María Villar Buceta.
En 1981 se celebra el 80 aniversario de la institución y la Revista de la Biblioteca Nacional dedicó un número memorable. El Dr. Le Riverend fue durante su mandato el director de la Revista que propulsó la publicación hacia la historiografía, sin perder de vista su perfil enciclopédico. Por otra parte la Biblioteca Nacional continuó como centro de adiestramiento no solo para técnicos, sino para los alumnos de la UH, muchos de ellos tutoreados al final de sus estudios por especialistas.
El también Dr. Honoris Causa en Ciencias Históricas de la Academia de Ciencias de la URSS legó a Cuba una enjundiosa obra histórica. Su Historia Económica de Cuba ha sido traducida al inglés, francés y ruso. Su inmensa obra requirió un repertorio bibliográfico al efecto, compilado por Israel Echevarría quien describe y analiza varios cientos de títulos, huella imperecedera de su paso por la vida. Fallece en La Habana el 12 de mayo de 1998.
Olinta Ariosa Morales
Graduada de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, en la década del cuarenta. En el año 1952 matricula en la Escuela de Bibliotecarios que funcionaba como institución anexa a dicha Facultad. Se gradúa de esos estudios en 1953.
Colabora con el conocido bibliotecario argentino Carlos Víctor Penna, experto en bibliotecas del Centro Regional de la UNESCO para el Hemisferio Occidental que reside en la ciudad de La Habana en los años 50. Como resultado de este trabajo se crea la biblioteca escolar de la Escuela Primaria Superior No. 2 del Distrito Escolar de Marianao, pionera de esos servicios en Cuba.
Al triunfo de la Revolución Cubana en 1959, trabaja en la organización y puesta en marcha de la Biblioteca Municipal de Marianao y, en 1962, es nombrada Directora del Departamento de Bibliotecas Escolares del Ministerio de Educación, donde realiza una actividad fundadora en relación a esos servicios, tanto en los aspectos administrativos como científico-metodológicos.
En esa misma época imparte clases de Bibliología en la Escuela de Bibliotecarios de la Universidad de La Habana, hasta 1965. Directora del Instituto de Documentación e Información Científico Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba, en 1972.En 1976 ocupa la Dirección de Bibliotecas cuyo objetivo de trabajo era el desarrollo científico metodológico de las bibliotecas públicas del país.
Iniciadora e introductora de la alfabetización en Braille para los ciegos y débiles visuales, a través de la creación de salas y servicios especializados para este tipo de usuario en las bibliotecas públicas del país.
Primera presidenta de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI). Preside la primera delegación de bibliotecarios cubanos a una Conferencia de IFLA. Reconocida con varias distinciones y condecoraciones tales como la Medalla Bachiller y Morales y la Distinción por la Cultura Cubana.
Directora interina de la Biblioteca Nacional entre 1976-1977. En estos años la Dra. Ariosa pudo apreciar la necesidad que tenía esta institución de una nueva estructura acorde con el desarrollo profesional alcanzado y con los cambios políticos y sociales que vivía nuestra sociedad. Estructura que aplica el Dr. Julio Le Riverend Brusone al ocupar la Dirección de la Biblioteca Nacional a partir del 2 de diciembre de 1977.
Luis Suardíaz Rivero
Poeta, crítico, periodista y ensayista. Participa en las actividades de los grupos literarios camagüeyanos Los Nuevos y Tiempo Nuevo. Participa en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y milita en el Movimiento 26 de Julio.
Al triunfo de la Revolución dirige periódicos provinciales y programas de radio y televisión. Funda el grupo Renovación Literaria cuyo principal vehículo de expresión fue el diario Prensa Libre (1960-1961). Con Rolando Escardó y otros escritores organiza el Primer Encuentro Nacional de Poetas (Camagüey, 1960). Es Coordinador Provincial de Cultura en Camagüey (1960-1962). Director de Literatura y Publicaciones del Consejo Nacional de Cultura. Director de las revistas Cuba Internacional y Prisma Latinoamericano. También director del suplemento Patria del periódico Granma. Recibe mención de poesía en el concurso Casa de las Américas (1966) por su libro Haber vivido.
Director de la Biblioteca Nacional José Martí desde 1973 hasta 1976. En este breve período la intensa vida de la institución no decayó, y continuaron proliferando las investigaciones bibliográficas, históricas y literarias.
En 1973 Suardíaz acababa de clausurar el Encuentro Nacional de Bibliotecarios, en Santiago de Cuba, luego durante su mandato se celebrarían los Encuentros V y VI en Varadero y Camagüey, respectivamente y exactamente entre los años 1973-1975 convierte cada una de las grandes bibliotecas del país en una biblioteca escuela, mediante relaciones establecidas con la Escuela de Técnicos de Bibliotecas. Así la inmensa mayoría de los trabajadores se capacitaron como técnicos y logra que el gobierno revolucionario concediera a estos estudiantes la posibilidad de ingresar en la Universidad de La Habana.
Fue relevante el apoyo que esta dirección le ofreciera al sabio Juan Pérez de la Riva como director de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. Esta dirección garantizó además que todos los libros publicados en el país estuvieron en toda la red de bibliotecas públicas. Reiteró la lucha por la climatización de los directores anteriores, para evitar la pérdida irreversible de la prensa cubana; y con el propósito de separar las funciones de biblioteca pública de las funciones de la Biblioteca Nacional abre la biblioteca que funcionaba en el antiguo Lyceum Lawn Tennis Club. El propósito primero era cultivar y promover la alta cultura. Significativas actividades de música y literatura dieron fe de ello. La Sala de Música fue más allá del servicio atrayendo a un público culto mediante seminarios o ciclos de música tradicional y música clásica.
Las conferencias magistrales de grandes figuras del arte y la literatura cubana integraron el memorable ciclo de El Autor y su Obra. Ciclo que se iniciara en el mandato anterior y cuyos frutos publicara la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí.
Con bases ya sentadas, la institución fue una escuela gigante, contó por estos años con más de cien insertados de la Universidad de La Habana y más de cincuenta de la Escuela de Técnicos. Por último, fue muy significativo, en esta etapa, el trabajo con los niños tanto en la Biblioteca Nacional, como en el resto de las bibliotecas del país.
Este breve mandato es interrumpido al ser nombrado agregado cultural en la URSS, en 1976. Suardíaz es autor de varios poemarios, decenas de ensayos literarios y cientos de crónicas en publicaciones periódicas cubanas y extranjeras. Obras que lo hicieron merecedor del Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro, del Premio Centenario de Alejo Carpentier, y del Premio Nacional de Periodismo José Martí.
Sidroc Ramos Palacios
Militar, periodista, poeta y novelista. Jefe de la plana internacional del periódico Noticias de Hoy (1951-1953. Director de la Escuela de Instrucción Política del Partido Socialista Popular (1955-1958).
En 1958 se incorpora a la Columna 8 del Comandante Ernesto Ché Guevara, en el Escambray, donde alcanza el grado de capitán del Ejército Rebelde. En las Fuerzas Armadas Revolucionarias fue profesor de oficiales. Trabaja en su Departamento de Instrucción Revolucionaria (1959-1962), toma parte en la conferencia de Punta del Este (Uruguay, 1961). Dirige la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos (1962-1965), rector de la Universidad Central de las Villas (1965-1967), y director de la Biblioteca Nacional José Martí (1967-1973).
Cargo que apreció sobremanera por su profundo interés en la profesión del bibliotecario. Por estos años el movimiento editorial de la Biblioteca Nacional fue muy significativo vinculado a la bibliotecología, la bibliografía, la historia y la crítica literaria relacionada con la obra del Apóstol José Martí. (El 28 de enero de 1968 inaugura la Sala Martí y se publica su primer Anuario. Un año después Cintio Vitier y Fina García Marruz publican Temas Martianos)
Las relaciones con los países socialistas se incrementan, así como la participación de bibliotecarios en conferencias internacionales. Las acciones culturales se multiplican: exposiciones, conferencias, cursos, y otras reconocen a la biblioteca Nacional como foco cultural de primera línea. Tiene lugar Encuentros Nacionales de Bibliotecas Públicas, eventos de gran rigor profesional en los que se puntualizaba y actualizaba la labor metodológica de la Biblioteca Nacional como rectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
Otras contribuciones importantes fue la compra de la biblioteca de Don Fernando Ortiz, la antigua deuda y lucha por la climatización de los fondos bibliográficos y el fortalecimiento de la Escuela de Técnicos de Bibliotecas.
Aunque Sidroc Ramos respetó la refundación de la Biblioteca Nacional emprendida por la Dra. Freyre en sus manos esa refundación alcanzó una mayor dimensión. Ramos ha reconocido haber encontrado en ella la extraordinaria y silenciosa entrega que caracteriza a los bibliotecarios, entrega que él denomina pasión bibliotecaria. Y con ella, en gran medida, se han enfrentado las carencias materiales padecidas siempre.
Lamentablemente Sidroc Ramos renuncia a su cargo al respaldar a Cintio Vitier y a Fina García Marruz quienes en la Sala Martí ejercieron un verdadero sacerdocio en pro del estudio y promoción de la vida y la obra de José Martí. La política cultural de esos años recordados como el quinquenio gris fue incompatible con la ética martiana de Sidroc Ramos. La historia le dio la razón.
Posteriormente Ramos se desempeñó como funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores donde ocupó la Dirección de Países Socialistas hasta que fue designado embajador en Checoslovaquia. Ha ejercido el periodismo en Última Hora, Cuba Socialista, Verde Olivo, Bohemia, Islas, Unión y Signos, y ha publicado varios poemarios. Posee una obra novelística aún inédita.
Aurelio Alonso Tejada
Licenciado en Sociología en la Universidad de La Habana. Desde 1963 hasta 1976 ejerce la docencia en dicha Universidad, donde es fundador del Departamento de Filosofía e imparte cursos regulares y docencia postgraduada de Materialismo Dialéctico e Histórico, Historia del Pensamiento Marxista, Historia de la Filosofía, e Historia de la Ciencia.
Durante varios meses, en 1967, fungió como Director de la Biblioteca Nacional de Cuba. En esta etapa se lleva a cabo la racionalización del personal y se implanta la jornada de ocho horas; se termina de construir y se inaugura la Biblioteca Municipal de Marianao Enrique José Varona; se crea la Sala Martí inaugurada posteriormente bajo la dirección de Sidroc Ramos; se reabre y reorganiza la Escuela de Técnicos Auxiliares de Bibliotecas, la cual llevaba dos años cerrada; es designado el sabio Juan Pérez de la Riva director de la revista de la Biblioteca Nacional José Martí; se intenta crear la Radio Biblioteca Nacional y desde entonces surge el empeño de climatizar los fondos bibliográficos; por último se proyecta el traslado de los Departamentos de Circulante y Juvenil a un edificio cercano. Etapa de intentos, planes y proyectos, etapa transitoria que con saldos positivos y negativos enfrentó en unos pocos meses el más joven de los directores.
Miembro del Consejo de Dirección de la revista Pensamiento Crítico desde su creación en 1967 hasta su desaparición en 1971. De 1972 a 1976 está a cargo del Departamento de Estudios de Religión adscritos a la Facultad de Humanidades. De 1976 a 1983 trabaja como investigador en el Centro de Estudios sobre Europa Occidental. En 1983 parte en misión diplomática, como Consejero Político, a Francia, hasta 1988, y allí participa en actividades académicas con la Fundación América Latina, el Instituto de Altos Estudios para América Latina de la Universidad de París (Sorbona), y otras organizaciones culturales y de solidaridad, e imparte conferencias y conversatorios en varias universidades (Nanterre, Burdeos, Poitiers, Beçançon). A su regreso en 1988 se incorpora como investigador al Centro de Estudios de América donde desarrolla una intensa labor investigativa y publicista, y es miembro del Consejo de Redacción de Cuadernos de Nuestra América hasta su traslado en 1996 al Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).
Publica en 1998 su libro Iglesia y política en Cuba revolucionaria, del cual aparece en 2002 una segunda edición ampliada y revisada; en el 2001, como autor principal, Cuba: quelle transition?; y en 2006, El laberinto tras la caída del muro, y participa en el colectivo de autores de Religión y cambio social: el campo religioso cubano en la década del 90. En proceso editorial, como autor principal, América Latina y el Caribe: territorios religiosos y desafíos para el diálogo. Ha publicado también más de cien artículos, desde materiales de prensa hasta ensayos en revistas especializadas, en Cuba y en el extranjero.
Investigador invitado del Kellogg Institute for Internacional Studies, de la Universidad de Notre Dame en Indiana, en 1995, del Caribbean Program de Georgetown University, Washington D.C., en 2000, y del Center for Latin American Studies de Tulane University, Nueva Orleáns, en 2001. Jurado de ensayo en el Premio Literario Casa de las Américas 2001. Designado en 2003 coordinador del Grupo de Trabajo de CLACSO sobre Religión y Sociedad. Ha participado en numerosos eventos nacionales e internacionales, y ha impartido conferencias en Universidades en Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Bélgica, Venezuela, Colombia, Argentina, Ecuador, Barbados, Haití, Jamaica y Japón.
En la actualidad es Investigador Titular y Subdirector de la revista Casa de las Américas y Profesor titular Adjunto de la Universidad de La Habana. Es miembro del Comité de Redacción de la revista Alternatives Sud, publicada en Bélgica, coordinador del Grupo de Trabajo de CLACSO sobre Religión y Sociedad desde 2003, miembro del Consejo Científico del CIPS, de la Cátedra Ernesto Che Guevara de la Universidad de La Habana, de la Cátedra Antonio Gramsci del Centro de investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. Colabora habitualmente en las publicaciones cubanas Temas, Casa de las Américas, Revolución y Cultura, Marx Ahora, Debates Americanos, La Jiribilla, y en el exterior en Alternatives Sud, en Le Monde Diplomatique (edición Colombiana), en Punto Final de Chile, y en Latinoamérica, de Italia.
María Teresa Freyre de Andrade
Doctora en Ciencias Políticas, Sociales y Económicas (1942) Doctorado que incluía Derecho Diplomático y Consular y Derecho Administrativo. En abril de 1930 empieza a dirigir la revista Mañana, dedicada a los niños, la cual publica hasta diciembre de 1931. (El 27 de septiembre son asesinados por los esbirros de la tiranía machadista sus hermanos Gonzalo, Guillermo y Leopoldo). Se exilia en Madrid donde desarrolla amplia campaña contra la dictadura de Machado. Integra el Comité de Jóvenes Revolucionarios Cubanos. En 1933 publica con Enrique Martínez El terror en Cuba, obra de acento antiimperialista en la cual denuncia al mundo los horrores del régimen machadista. La obra prologada por Henri Barbousse, se edita además en francés y en inglés. En los meses de abril a julio de 1936 toma un cursillo en la Biblioteca Infantil L’Heure Joyense de la Prefectura del Sena, París, y desde diciembre de este año hasta noviembre de 1937 trabaja a la par que estudia los métodos de las bibliotecas francesas en la Biblioteca de la Universidad de París, sección Sorbonne, donde recibe certificado por las cualidades demostradas en el desempeño de este trabajo. L’Ecole Nationale de Chartres le expide, en 1938, Diploma Technique de Bibliothécaire. Regresa a Cuba y ante los tribunales correspondientes del Instituto de La Habana obtiene título de Bachiller en Letras y Ciencias (sept. 1938). Trabaja intensamente en la Comisión Organizadora de la Asamblea Nacional Pro-Bibliotecas. En esta Asamblea es elegida Vice Presidenta de la Mesa Ejecutiva y Vice Presidenta del Comité Permanente encargado de velar por el cumplimiento de sus acuerdos. En diciembre es designada para recepcionar e instalar la biblioteca donada por la vida de José Antolín del Culto a la Universidad de La Habana. Se le encomienda confeccionar y publicar el catálogo correspondiente. Y en este mismo año matricula en la Universidad de La Habana donde se gradúa durante el curso académico 1941-1942. En 1940 es designada Vice Presidenta de la Asociación Bibliotecaria Cubana.
A partir de enero desempeña el cargo de Oficial de Bibliotecas Anexas en la Biblioteca Central de la Universidad de La Habana. Se hace cargo del curso Obras de Consulta y de Bibliografía en la Escuela de Servicio de Biblioteca constituida por la Asociación Bibliotecaria Cubana bajo los auspicios del Lyceum Lawn Tennis Club. Presenta ponencia Hacia la biblioteca popular en la primera sesión de trabajo de la Asociación Bibliotecaria Cubana celebrada en el Ateneo de La Habana. En 1941 es presidenta de la Asociación Bibliotecaria Cubana y dicta conferencia “Sobre la biblioteca escolar” en la inauguración de la biblioteca de la Escuela Primaria Superior de Guanabacoa. Impulsa la campaña de la Asociación a favor de las bibliotecas populares. Es delegada al Primer Congreso Internacional de Archiveros, Bibliotecarios y Conservadores de Museos del Caribe (octubre, 1942).
A partir de diciembre de 1943 trabaja como encargada del departamento. de Publicaciones Periódicas (Hemeroteca) en la Biblioteca Central de la Universidad de La Habana. En 1945 realiza viaje de estudios por bibliotecarios norteamericanas. Estudia el sistema bibliotecario de Estados Unidos a través de la American Library Association y es invitada a trabajar durante cuatro meses en la Biblioteca Pública de New York, con fines de estudio.
En 1946 ofrece “Charlas de Libros” en el Lyceum… e imparte la asignatura de Obras de Referencia, primer curso en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana. Al año siguiente dirige estos cursos en sustitución del Dr. Jorge Aguayo. Dicta curso sobre “El arte de contar cuentos” en el Lyceum Lawn Tennis Club y en la Escuela Normal para Maestros de La Habana. En 1948 es miembro de la Comisión encargada de redactar las Bases y Estatutos de la Asociación de Bibliotecarios. Promueve ante el Primer Congreso Nacional de Profesionales Universitarios crear Escuela de Bibliotecarios en la Universidad de La Habana acuerdo de la Escuela de Filosofía y Letras. En las elecciones de ese año se postula para Senador por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). En 1949 dicta curso “Bibliotecas Escolares para maestros” en el Lyceum… En noviembre ocupa cargo de Programme Specialist de la División de Bibliotecas de la UNESCO en París. A partir de este año desempeña funciones en la Sección de Desarrollo de Bibliotecas Públicas de la División de Bibliotecas de la UNESCO.
Interviene en la preparación de manuales de Bibliotecas Públicas de la UNESCO y en la preparación de bibliografía para Cursillo Superior de dicha institución, sobre las bibliotecas en la educación de los adultos. Viaja a Suecia, visita las ciudades de Malmo, Norrkoping y Estocolmo, para preparar Seminario sobre Bibliotecas y Educación de Adultos. Después del golpe del 10 de marzo es detenida varias veces. En 1953 es designada Presidente de la Comisión Organizadora de las Primeras Jornadas Bibliotecológicas Cubanas. Ofrece curso titulado La biblioteca moderna y el trabajo bibliográfico en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana. En 1954 es electa Vicepresidenta de las Segundas Jornadas Bibliotecarias Cubanas y en agosto dirige cursillo sobre Bibliotecología en la Universidad de Oriente. En 1955 el Consejo Universitario de acuerdo con la Facultad de Filosofía y Letras le otorga título correspondiente como fundadora de la Escuela de Bibliotecarios de la Universidad de La Habana. Ofrece cursos sobre servicio bibliotecario y sobre la biblioteca en la escuela y la lectura juvenil en la Universidad de Oriente. En 1957 se asila en la Embajada de México. Viaja a París.
En 1959 es designada Directora de la Biblioteca Nacional José Martí. Durante su mandato recrea la Biblioteca Nacional y crea el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas del país. En su primera Resolución propone que la primera institución bibliotecaria del país cumpla a cabalidad su función de Biblioteca Nacional, mantenga un personal idóneo y logre una organización departamental efectiva par llevar a cabo funciones de biblioteca pública. También ordenaba que los fondos de bibliotecas recuperadas de personas que se habían ido del país o de instituciones intervenidas debían ser enviadas a la Biblioteca Nacional; y la recatalogación y reclasificación de las colecciones existentes en los fondos así como las adquiridas en el futuro se realizara según las reglas de catalogación de la American Library Association y el sistema de clasificación de Melvin Dewey.
La Dra. Freyre logró ampliar los departamentos ya existentes y crear los necesarios para que la Biblioteca Nacional asumiera su doble condición cubana del siglo XIX con fondos de la Sociedad Económica de Amigos del País y con otros adquiridos mediante la recuperación, los donativos y la compra; desarrolló el trabajo de extensión bibliotecaria llevando el préstamo de libros a todos los rincones del país donde no existían aún bibliotecas públicas; e impulsó las investigaciones bibliográficas literarias e históricas (Las obras publicadas durante su mandato dan fe de la indización de publicaciones seriadas de los siglos XIX y XX y de las bibliografías compiladas fundamentalmente los volúmenes correspondientes a nuestra bibliografía nacional) La Revista de la Biblioteca Nacional inició su tercera época la cual por su contenido impulsó y prestigió la cultura cubana de su tiempo; y pareció, además, la Revista de Música, publicación de vida efímera pero de innegables valores, del sólido trabajo del Departamento de Música por esos años.
La Biblioteca se convierte en un foco cultural de la nación cubana atrayendo a miles de lectores mediante cursos, seminarios, conferencias, conciertos, exposiciones, etc. Se celebra entonces el primer Forum de Bibliotecarios (6-8 de junio de 1964) en el cual se analizó el programa de estudios bibliotecarios de la Universidad de La Habana, y la Campaña de Lectura Popular, fecunda experiencia, que se propuso cultivar el hábito de la lectura, dirigida principalmente a los recién alfabetizados.
Ante la necesidad de acelerar el desarrollo científico técnico del país la Dra. Freyre crea el Departamento Metódico el cual realizaría cientos de compilaciones bibliográficas satisfaciendo así las urgencias científicas y técnicas cada vez más crecientes que requería el país.
Esta tarea logró su cometido y satisfizo a los diferentes sectores científicos, culturales y socioeconómicos no sólo con la creación de repertorios especializados sino con la asesoría técnica a otros centros de información creados en distintos organismos e instituciones.
La Dra. Freyre cesó como directora de la Biblioteca Nacional el 6 de febrero de 1968 dejando tras de sí una obra creadora y la cual trasciende hasta nuestros días.
Lilia Castro de Morales
Bibliotecaria. Inicia su vida laboral en la Biblioteca Nacional en 1934. Cursa estudios sobre diferentes ramas bibliotecarias en las escuelas de verano de la Universidad de La Habana. Fue miembro de la Junta de Patronos que hizo posible la construcción del edificio que hoy ocupa esta institución. En 1948 es nombrada su directora y como tal enfrenta la segunda época de la Revista (1949-1958) la cual se publicara antes, en su primera época (1909-1912) bajo la dirección de Don Domingo Figarola Caneda. Lilia Castro logra una revista culta digna sucesora de su etapa inicial.
Ella, vive los desvelos por la construcción del inmueble que atesoraría para siempre el patrimonio cultural de la nación cubana así como su traslado definitivo del Castillo de la Fuerza a tan digno lugar y aunque enfrenta dificultades presupuestarias, aunque menos significativas en etapas anteriores, logra un notable movimiento editorial. Su empreño por transformar la institución en años difíciles no impidió que colaborara a ese movimiento con bibliografías y catálogos, observaciones sobre la construcción del edificio así como con sus consideraciones sobre la Biblioteca Nacional y sus fórmulas para un plan tendiente a completar su catálogo.
Su gestión debió ser harto difícil a partir de 1953 cuando se incrementa la lucha contra la tiranía batistiana y se cierra la Universidad de La Habana, el movimiento de usuarios y lectores y las obras consultadas a partir de esa fecha denota la situación de la Biblioteca Nacional como centro cultural y de servicios. Por esos años, la Biblioteca abierta al público fue un empeño sobresaliente de la primera mujer directora de la Biblioteca Nacional. Lilia Castro fallece en Estados Unidos, en febrero del 2006.
Carlos Villanueva Llamas
La historia laboral de Carlos Villanueva es parte de la historia de la Biblioteca Nacional, así como la historia de la Biblioteca es parte de la historia de la Cuba republicana. Esta Institución, desprovista durante más de cincuenta años de apoyo oficial y apenas sostenida por exiguos presupuestos, se mantuvo gracias a la obra de buena voluntad y el tesón de los cubanos ilustres que habían hecho posible su creación. Y en esta obra, tarea de fundadores, estuvo presente siempre el esfuerzo, la dedicación y la entrega total de Carlos Villanueva a la Biblioteca y a su servicio: razón de ser de su existencia.
Desde muy joven, había comenzado a trabajar en dependencias de la Secretaría de Educación, pero a pesar de su disciplina y eficiencia, pronto fue cesanteado. Meses después, logra un nombramiento para trabajar en la Biblioteca Nacional, donde creyó encontrar su destierro. Sin embargo, el magisterio de Figarola Caneda influyó determinantemente en su proyección futura. Fue tal el interés que este erudito cubano le inculcó por el libro y el servicio público de la cultura, que años después rechazó mejores propuestas de trabajo por parte de la Academia Nacional de Artes y Letras.
El 30 de octubre de 1909, es ascendido a guarda – o vigilante del entonces único salón de lectura. En el transcurso de encargado de materiales, en 1924, y bibliotecario, en 1925. Desde esos cargos, su pasión por servir obviaría, en infinitas ocasiones, la total y caprichosa desorganización de documentos que caracteriza la Biblioteca de aquellos años. Al adquirir un profundo conocimiento de las colecciones existentes, se convierte en uno de los mejores referencistas de la cultura cubana. Tal parece que había heredado, para suerte de investigadores y usuarios, la prodigiosa memoria de Figarola Caneda.
Posteriormente, en 1929, Villanueva sufrió el traslado de la estantería de la Biblioteca al Capitolio Nacional, y la colocación de los libros en cajas, los cuales fueron depositados en los sótanos de la antigua Cárcel de La Habana. Poco después un incendio destruiría parte de la colección.
El despojo perpetrado a la Biblioteca Nacional y el abandono en que la sumía el Estado, promovió heroicas campañas por parte de Emilio Roig de Leuchsenring en pro de una verdadera Biblioteca Nacional. Roig lograría fundar, en 1936, la sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional, a la cual se vincularía efectivamente Carlos Villanueva. Esta sociedad reconoció por derecho propio a Villanueva como a uno de los mejores amigos de la Biblioteca Nacional, e hizo pública una declaración pidiendo para él la Cruz de la Orden Carlos Manuel de Céspedes, la cual le sería concedida en los años 40.
En 1938, por demanda inmediata de José Eleuterio Pedraza, ignorante y despiadado jefe de policía, la Biblioteca Nacional es trasladada de la Maestranza de Artillería al Castillo de la Fuerza. Allí, el incomparable custodio de nuestro patrimonio cultural, rodeado de torres de libros y periódicos, recorrería durante años los oscuros pasadizos alumbrados por bombillos de luz amarilla, atento y vigilante, tratando de proteger la Biblioteca de todos los peligros. Permanecía en ella, incluso durante las noches, en los momentos de amenaza ciclónica y protegía con los escasos medios que contaba – tablas y cartones—los estantes, para evitar que se estropearan los fondos más valiosos del país, debido al mal estado de “los antiguos techos del Castillo”1
Por esa época, Villanueva apoyaría con leal desinterés la creación de la Junta de Patronos por la ley de 21 de marzo de 1941, la cual creaba también el impuesto de medio centavo por cada saco de azúcar de trescientas veinticinco libras, para arbitrar los fondos con los que se construiría años después un nuevo edificio para la Biblioteca Nacional.
A fines de 1946 fallece el segundo director de la Biblioteca, Francisco de Paula Coronado, para quien Villanueva había sido siempre el bibliotecario indispensable; unos meses antes, José Antonio Ramos renunciaba al cargo de Asesor Técnico. Toca entonces a Villanueva, quien ya por estos años había dedicado más de cuarenta a la gestión bibliotecaria, la responsabilidad de la Institución.
Villanueva admiraba la labor de Ramos, eminente hombre de letras que mediante su trabajo en los años 1940-1946 puso al servicio del público miles de libros que hasta esa fecha no habían sido de utilidad al país por no estar procesados, y también admiraba a Coronado, a quien siempre consideró un humanista de talla; por estas razones, acepta la dirección en propiedad, por no considerarse merecedor de sustituir a Coronado. La falta de recursos y otras penurias le impidieron al nuevo director continuar y fortalecer la labor de Ramos. Logró, sin embargo, conservar la reorganización ya emprendida sobre los fondos bibliográficos, lo cual, teniendo en cuenta la indiferencia oficial que imperaba ante los verdaderos intereses del pueblo, fue de hecho una gran empresa.
Años más tarde, en 1957, el excepcional guarda de los fondos bibliográficos cubanos en el viejo Castillo de la Fuerza, participa con satisfacción en el traslado de libros y documentos al nuevo edificio que, a partir de ese momento, ocupará la Biblioteca Nacional. Su pasión por el trabajo le imprimía la agilidad y fuerzas necesarias para empacar los fondos, a pesar de sus setenta y un años de edad.
Ya por esta época, tenía a su cargo la Sección de Hemeroteca, la cual veló y cuidó con tanta dedicación, que es de todos conocido el disgusto que sentía cuando una página era rasgada por el mal uso o deteriorada por el tiempo, así se mantuvo con sus largas jornadas de trabajo – desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche--, las que extendía a los domingos, por ser su día preferido para trabajar mejor.
A esta sección de periódicos y revistas dedicó largos años de su intensa vida laboral. Villanueva conocía como nadie la historia de cada uno de los diarios atesorados, por ello logró confeccionar un catálogo diccionario que registra una vasta información tomada de estas colecciones cubanas del siglo XX, auténtico instrumento bibliográfico que aún en nuestros días resulta un repertorio de obligada consulta y referencia, y que es, sin lugar a dudas, valedero antecedente del Índice de Publicaciones Periódicas que anualmente publica la Biblioteca Nacional de Cuba.
El ímpetu de la Revolución en1959 determinó el renacer de la biblioteca Nacional, lo cual alegró a este hombre sencillo que identificara su existencia con la vida de esta Institución. Carlos Villanueva tuvo el privilegio de llegar a la Biblioteca apenas dos años después de su creación, y le fue dada la posibilidad de vivir las vicisitudes de la Institución, apenas sostenida por el tesón de sus fundadores. El triunfo de la Revolución le confirió, también, el privilegio de verla renacer como verdadera Biblioteca Nacional. Fue testigo presencial de cómo se llenaban y organizaban los estantes metálicos que la Revolución heredaba vacíos, de cómo las salas, también vacías, se llenaban de usuarios; vio, en fin hecho realidad, el sueño de su vida, y por ello repetía a compañeros y amigos que esta nueva Biblioteca era lo que él había querido siempre para su país.
Recientemente, unos meses antes de su muerte, ocurrida el 22 de abril de 1982, la Biblioteca Nacional, al celebrar su 80º aniversario, se honró con su presencia cuando visitó ésta, su casa, por última vez.
Los bibliotecarios cubanos recordarán siempre al guía de más de tres generaciones de intelectuales, a quienes transmitió ejemplarmente su pasión. A ellos traspasó ejemplarmente su pasión bibliotecaria y a las generaciones que le sucedieron.
Vencido por la edad, se retira después de sesenta y seis años de labor, el 31 de octubre de 1969. La historia de la Biblioteca Nacional no podrá escribirse sin incluir el laboreo de Carlos Villanueva, uno de sus más recios forjadores.
Francisco de Paula Coronado
Humanista, enciclopedista, historiador, profesor, bibliotecario, y bibliófilo. Estudia pedagogía, derecho civil, filosofía y letras en la Universidad de La Habana, ciudad que le vio nacer. En 1896 emigra a los Estados Unidos donde fue redactor de Patria y cofundador de Cacarajícara. Al terminar la guerra, en 1898, vuelve a Cuba donde trabaja en la Secretaría de Educación y es Secretario de la delegación cubana en México (1902-1904) Por todos estos años colabora en La República, La Habana Elegante, El Fígaro, La Discusión, El Hogar, Cuba y América, La República Ibérica, Social, El Porvenir (New York, 1898) y Cuba y Puerto Rico (New York, 1898). A fines de 1920 es nombrado director de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó hasta su muerte acaecida el 30 de noviembre de 1946. Por su amor al libro, y en especial al libro cubano, supo apreciar sobremanera el tesoro cultural de la nación, aunque paralelamente hiciera crecer su biblioteca particular, rica en manuscritos y ediciones príncipes, esencialmente por su vocación de bibliófilo, sin que mediaran intereses económicos, ya que su colección privada la posee actualmente la Universidad Central de Las Villas la cual fue adquirida, en 1960, por esta institución.
Coronado implantó un sistema de su creación para la clasificación de los fondos, al que denominó “racional”. En realidad desperdició la experiencia anterior, pues en 1910 se había iniciado la confección del catálogo general.
Este miembro de la Sociedad Cubana de Teatro, del Ateneo de La Habana, de la Academia de la Historia de Cuba y de la Academia de la Lengua legó a la bibliografía cubana obras muy relevantes como Apuntes para la vida del General Antonio Maceo (1897), Crímenes de España en Cuba (1898), La toma de Cárdenas en 1850 (1900) Las ediciones de Plácido (1909) y Manual de Bibliotecología. En este Manual refleja su experiencia laboral en la Biblioteca Nacional el cual es publicado en 1942 como acuerdo del Congreso de Bibliotecarios, Archiveros y Conservadores de Museos del Caribe.
Como hombre de su tiempo utilizó seudónimos al firmar sus textos, entre ellos César de Madrid – con el que ejerció la critica humorística—Paul Mabeth, El caballero de la blanca luna, Fray Mostén, Pedro Sánchez, Panfilón, Panfilito, Marcelo Du-Quesne, y Clarinete.
Domingo Figarola Caneda
Humanista, enciclopedista, bibliógrafo y periodista. Ingresa en la Facultad de Medicina en 1870. Dos años antes se había iniciado la Guerra de los Diez Años, y un año después sufre prisión, en el proceso seguido contra los estudiantes de medicina. Pronto abandona la carrera y se dedica por entero a las letras. Se inicia en el periodismo, con trabajos publicados en los diarios El Ómnibus y el Eco del Progreso. Funda y dirige El Mercurio (1876-1877) y colabora en Recreo de las Damas (1876), El Mundo Literario (1877) y Boletín Comercial (1877) donde aparece su primer trabajo bibliográfico. Por estos años ayuda al erudito Francisco Calcagno en su Diccionario Biográfico Cubano (1878) e ingresa en el Partido Autonomista. En 1883 funda y dirige La Ilustración Cubana, en Barcelona, en la cual publica trabajos de autores cubanos. En 1890 viaja a Nueva York, donde difunde crónicas en El Avisador Americano y en Patria. Conoce a José Martí, quien le encomienda una misión en La Habana. Regresa a Cuba y abandona el autonomismo. En 1893 vuelve a París, ciudad que había visitado en 1888, allí publica La República Cubana (1896-1897) en francés y en español. En esta revista defiende la independencia de Cuba, después de haber sufrido con orgullo la caída de su único hijo en la manigua cubana en 1896.
Su obra periodística se hace cada vez más intensa en publicaciones periódicas cubanas, La Razón, Revista de Cuba, Revista Cubana, El Triunfo, El Trunco, El País, Gil Blas, El Liberal, La Tarde, La Lucha, El Porvenir, Cuba y América, El Mundo, Diario de la Marina, Revista Bimestre Cubana, Social, Cuba Contemporánea, y El Fígaro; y en publicaciones extranjeras como: Le Patriota Ilustré, de Bruselas, y en revistas francesas tales como Le Quotidien Ilustré, L´Intermédiarie des Chercheurs et Curiex y en Le Monde Ilustré, de París. Representa a Cuba en el Congreso Internacional de Bibliografía y en el de Bibliotecarios, celebrados en París, en 1900. En Londres amplía sus estudios sobre biblioteconomía. En 1901 ocupa la dirección de la recién creada Biblioteca Nacional convirtiéndose en el primer director de esta institución la cual le debió sus primeros fondos, porque la Biblioteca Nacional abre sus puertas, en el Castillo de la Fuerza, con el acervo bibliográfico de su biblioteca personal, unos 3151 volúmenes. Durante muchos años, su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional, resultó el documento fundacional de esta prestigiosa casa del saber. Su nombramiento comenzó a regir a partir del 18 de octubre de 1901)
Provisionalmente su oficina se establece en el antiguo cuartel de la Fuerza donde Gonzalo de Quesada lo presenta para su toma de posesión ante Vidal Morales y Morales, a la sazón director del Archivo General allí ubicado. En esta ocasión la Biblioteca sería alojada en un salón de 30 x 7.5 metros de la citada fortaleza. Allí Figarola Caneda gastaría con sus propios libros el acervo bibliográfico de la nación cubana, el cual haría crecer al destinar parte de su pequeño sueldo a la compra de libros y revistas.
Unos años después funda la Revista de la Biblioteca Nacional (1909-1912) gracias a la imprenta donada por Pilar Arazoza de Muller, la cual mantuvo hasta 1912, año en que se despojó a la institución de la imprenta.
La voluntad férrea y la tenacidad de este ilustre anciano, no fueron suficientes para enfrentar múltiples conjeturas políticas que lo privaron de su cargo, lo que ocurrió en 1920. Golpe mortal que no pudo superar, hasta que el 14 de marzo de 1926 se apagaran “sus ojos cansinos pero agudos aún tras los quevedos que nos revelan las fotos”. Muere en su casa de Cuba 24, sede de animadas tertulias promotoras y enriquecedoras de lo mejor de la cultura cubana de su época y en el transcurso de todos estos años Don Domingo Figuerola Caneda miembro fundador y director de publicaciones de la Academia de la Historia de Cuba, también miembro de la Library Association of the United Kingdom, de Londres, y miembro honorario de la Association des Bibliotecarios Français, de París. Responsable de la edición de manuscritos de la Biblioteca Nacional (1909), de las Memorias inéditas de la Avellaneda (1914) y de los tres primeros tomos del Centón Epistolario de Domingo del Monte y Aponte (1923-1926).
Se destacó por sus compilaciones bibliográficas, así como por la divulgación de figuras cubanas. Dejó inéditos su Diccionario Biográfico Cubano – en el que rectifica los errores del de Calcagno – la Bibliografía de la Universidad de La Habana, la Bibliografía de Antonio Bachiller y Morales, su trabajo El gran poeta José María Heredia, y la antología de poetas cubanos que por encargo de la Academia Española realizara en colaboración con Ricardo del Monte, Rafael Montoro, José de Armas y Céspedes, Serafín Pichardo, y otros. Además tradujo al francés La dama vestida de gris (1885) de Jorge Ohnet. Utilizó seudónimos a la usanza de la época, entre éstos: Argos Mercurio, Evangelina, Daniel Isaac, Fausto, El Observador, Un americanista, Margarita Blander, U. Noquelorio (Seudónimo utilizado años después por Emilio Roig de Leuchsenring), El viajero, Quasimado, El behique de Yariguá, Raúl Rid, El diablo rojo, Cacarajícara, Hatuey, K. Lomite, Duval, Un chercheur cubain, Un historien, Un bibliographe, y X. Z. A veces firmaba con su nombre solo o con sus iniciales.
Publicó cerca de 20 obras en forma de libros, entre ellos su Diccionario cubano de seudónimos, una de sus obras más utilizadas, y aún vigente, desde que se publicara en 1922.