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Foto de Precioso Atlas de Anatomía de la Decimoséptima Centuria.

Precioso Atlas de Anatomía de la Decimoséptima Centuria.

12/9/2020
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí


En momentos en que la pandemia asola a muchos países del planeta, reeditar un precioso volumen antiguo sobre Medicina es un homenaje más a todo el personal de la salud que labora sin descanso salvando vidas. Ha sido reeditado a partir de un Tesoro de Librínsula, él  No. 301, publicado en 2012 y que desde un inicio fue del agrado de los lectores habituales de la publicación.

Uno de los impresos de mayor formato de la colección de Fondos Raros y Valiosos del Departamento de Colección Cubana de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí es uno de los títulos más interesantes que se atesoran en ella por el curioso material ilustrativo que se plasma en sus páginas. Se trata, como su título indica, de un atlas sobre medicina escrito en latín, idioma internacionalmente utilizado por los científicos en los siglos posteriores a la invención de la imprenta, incluyéndose dentro de ellos por supuesto a los médicos. Si a esto se añade que en esos tiempos los galenos y por tanto los estudiantes de esa especialidad no contaban con el auxilio de materiales ilustrativos que les sirvieran de guía para ampliar sus conocimientos, el éxito de la publicación estaba garantizado.

El nombre del autor aparece en las fuentes de información en formas diferentes: Godefridus, Govard, Godfrey y Godefroy Bidloo, tomadas a partir del idioma de publicación de las ediciones. Ese “Medicinæ  Doctoris and Chirurgi como se autodenomina en la portada de su Anatomia… ” , además de dramaturgo y poeta, nació en Amsterdam en 1649, fue profesor de Anatomía en La Haya desde 1688 hasta que en 1694 partió para Leyden y acompañó al Rey William III of Orange (1650-1702) a Inglaterra como su médico personal (de hecho ya lo había designado como superintendente general de todos los médicos y cirujanos de Holanda desde 1690). Fue designado miembro de la Royal Society de Londres a partir de 1701. A la muerte del monarca regresó a la ciudad holandesa antes mencionada y allí falleció en 1713.

La edición príncipe de su Anatomia humani corporis vio la luz en Amsterdam en el año 1685 como un gran volumen in folio. Existe después una edición en lengua holandesa de 1690, Ontleding des Menschelyken Lichaanis. 

Posteriormente el cirujano inglés William Cowper adqurió 300 juegos y con algunas adiciones y un nuevo texto explicativo, los publicó en 1697 sustituyendo el nombre del holandés por el suyo propio en la portada. Un plagio más de los muchos cometidos a lo largo de los siglos, como ya se ha mencionado reiteradamente en otros muchos Tesoros de Librínsula, lo que dio lugar a un pleito no ganado por el autor ante la Royal Society, como ha ocurrido en otros casos similares, alegándose que los materiales ilustrativos se debían al ilustrador y no al propio Bidloo. 

El impreso se inicia con un frontis calcográfico alegórico, según el estilo de la época, atribuido al grabador holandés Abraham Bloteling (1634–c.1698), a partir del diseño de Gerard de Lairesse (1640-1711). 

3 La marca tipográfica, o sea, la que identificaba al impresor es un elemento que se colocaba en la portada y aunque en muchos casos no resultaba de interés, la presente debe ser destacada por su calidad.

El ilustrador de las 105 planchas grabadas mediante la calcografía, algunas viñetas y letras capitales, fue, como ya se expuso, Gerard de Lairesse, y aunque hay criterios sobre la fidelidad de las representaciones gráficas desde el punto de vista científico, constituye una obra de arte que refleja los conocimientos de los profesionales en el campo de la anatomía, en la época en que aparece el impreso, muy significativa porque a diferencia de lo acaecido en siglos pasados los anatomistas se basaban ya en sus observaciones personales. 

Las láminas fueron llevadas al metal por Abraham Bloteling, y los hermanos Pieter y Philip Stevens van Gunst. Bloteling, van Gunst y Lairesse fueron destacados artistas, cuyas producciones son cotizadas aún hoy en día en subastas y en el mercado de anticuarios, tanto en planchas sueltas como en la versión completa de este fabuloso libro.

Incluye un total de 105 láminas impresionantes; sus imágenes no parecen representar cadáveres, a pesar de estar sometidos a un proceso de disección que va adentrándose paso a paso en los cuerpos humanos; muchos fueron en vida personas jóvenes, con rasgos faciales estéticamente bellos, y en muchos casos están colocados en posiciones que despiertan la atención del que los estudia porque parece como si se movieran. Véanse los ejemplos que se ofrecen a continuación.  

En este libro, la selección de imágenes ha resultado muy difícil porque hay tantas relevantes que mostrar, que resulta imposible ejemplificar todo lo deseado. Más que los aspectos puramente científicos se deseó plasmar en el artículo algunas rarezas que demuestran lo extraño en este tipo de obra, su sentido artístico que la convierte en una pieza muy especial. 

6 Una característica no vista con frecuencia por la autora en otros libros ilustrados es la inserción de elementos ajenos, colocados con el propósito de hacer más realistas los grabados; véase una mosca posada tranquilamente en un cadáver que es copiada con todo detalle por el ilustrador; en otra lámina se coloca un tintero, y la calavera descansa sobre una partitura, quizás para resaltar que se trataba de un compositor.


Ello no impide que en una plancha siguiente nos ofrezca una calavera mucho más detallada, en la que se incluyen los dientes; hasta esqueletos de fetos son presentados en otras partes del libro, de diferentes dimensiones de acuerdo con el tiempo de gestación de las madres de los pequeñitos.

8  Los órganos aparecen igualmente diseccionados para mostrar su interior; hay por supuesto remisiones al texto en lengua latina que sirven de pauta para ir identificando cada aspecto a tratar.

Dos de las láminas presentan recién nacidos, un varón y una hembra; en la segunda se introduce un aditamento curioso evidentemente empleado para levantar los órganos y mostrar así con más detalle el interior de la niña. El cuerpecito está colocado sobre una tabla y esta a la vez descansa en una especie de almohadón.

Sencillamente encuadernado en piel, el volumen se conserva en una caja de madera con cierres de metal, hecha expresamente para él en algún momento no definido para proteger el ejemplar, demasiado pesado y difícil de manipular; el papel, de mucho cuerpo, está algo degradado, con faltantes por picaduras de insectos y algunas manchas. Por lógica es muy probable que su dueño anterior, para preservarlo, le mandara a hacer ese estuche especial ya mencionado, con el conocimiento que los ejemplares tan grandes y pesados tienden a desencuadernarse con mayor facilidad que los más manuables. 

En la portada aparecen dos firmas, una del Hon. Gibson, M.D. y Joseph Chiappi, M... (y al parecer tenía una D que fue cortada junto con parte del margen al ser reencuadernado), lo que implica que en fechas no precisas perteneció muy posiblemente a galenos. Además, un cuño que especifica que fue registrado en la Biblioteca Nacional un 25 de febrero de 1943, aunque eso no significa que fuera su fecha de entrada; en la parte superior de este lleva impreso “fondo anterior”, conocido hoy en día como Fondo Antiguo. Es importante cuando se revisan libros antiguos rastrear este tipo de control, ya que ayudan en gran medida a escribir la historia desconocida del procesamiento de los libros en una determinada institución a lo largo de su historia.

Existe una edición facsimilar compuesta por 200 copias de este atlas,  realizada en París, por Roger Dacosta, en el año 1972 que por sí sola alcanza un precio considerable en el mercado.

En resumen, la BNCJM en su acervo patrimonial conserva una obra valorada  como una de las mejores ediciones ilustradas sobre Anatomía publicadas durante el Barroco; no obstante el tiempo transcurrido y el desarrollo tecnológico producido en el campo de la ilustración de libros durante el siglo XIX, gracias a la aparición de la fotografía que permitió disponer de obras con materiales gráficos mucho más fieles a los detalles originales, su encanto ha trascendido a la actualidad como una muestra más de una pieza de valor patrimonial que continúa resultando atractiva para las actuales generaciones de lectores.


Foto de Precioso Atlas de Anatomía de la Decimoséptima Centuria. Precioso Atlas de Anatomía de la Decimoséptima Centuria.
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