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Foto de Fidel y Armando, dignos paradigmas de martianidad

Fidel y Armando, dignos paradigmas de martianidad

25/11/2020
Por: Eloisa M. Carreras Varona , Biblioteca Nacional José Martí

Aquella trágica noche que Fidel partió a la inmortalidad, Armando y yo finalizamos el libro Cuando me hice fidelista, el primero de la colección “Cuba, una Cultura de Liberación. Selección de escritos del Dr. Hart”, que como no podía ser de otra manera está dedicado a la memoria de Fidel.

Y no me pregunten por qué, ni cómo, pero en esos tristes días de duelo, cuando Fidel se fue, supe que el final estaba muy cerca, tanto conocía a Armando que lo pude intuir…, luego, fue así, justo a un año y un día, se fue con él… Y aunque por más de treinta años compartimos todo… solo entonces llegué a comprender que Fidel fue para él, como Frank y Enrique y por eso Armando como Abel y Boris, vivió para que Fidel viviera y Haydée lo supo desde entonces, que Armando también le había entregado su vida, lo demás fue cosa o cuestión del destino de cada quien y un poco del azar que siempre hace lo suyo…. 

Por eso creo que cuando Armando se fue con él, a continuar en la lealtad en la que vivió por él toda la vida; se fue tranquilo, se fue en calma… Y cuando se fue y en ese último suspiro que me ofreció antes de partir, lo hizo con valentía y no emitió ni una sola queja de dolor…; hasta fue capaz de acariciarme el alma, darme fuerzas y una vez más brindarme su protección, para poder descansar en paz y tranquilo porque no me dejaba perdida en medio de tanto dolor. 

Pero el tiempo pasa…, que digo pasa, más bien vuela…; y hoy nos reunimos porque ha transcurrido un año más de que ya no están físicamente entre nosotros.

Pero no es en modo alguno locura, ni vivir fuera de la realidad, sentir lo que yo siento. Para mí, Él, ellos, están aquí, no se han ido, ni se irán nunca, porque permanecerán dialogando con el presente y el futuro, aunque algunas veces, quizás no se dejan ver del todo. 

Para mí, todo está, todo sigue inundado de Armando y claro que no son mis lágrimas el mejor tributo para él. Para rendirle honor, tengo que seguir su ejemplo y Él hasta su último aliento, laboró al servicio pleno de la emancipación de su amada Cuba, la Martiana Patria de Fidel, para la que vivió cada segundo. 

Por eso, si me preguntan las razones por las que sostengo que Fidel y Armando devienen dignos paradigmas martianos; afirmo: porque como el Apóstol y los protagonistas de la Generación del Centenario, pusieron de moda la virtud, la decencia y la ética, en cada segundo de sus extraordinarias existencias. Esa es la razón por la que, en un mundo como este, ellos siguen y seguirán siendo imprescindibles.

Ambos se graduaron en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana y pusieron de moda la virtud martiana; los principios de exigencia y rigor; la moral; la decencia y la honestidad, sumados a la prédica con el ejemplo y el estricto cumplimiento de la Ley.

Fueron cubanos buenos, creativos, tenaces, perseverantes, esforzados, inquietos e hiperquinéticos; amanecían y terminaban el día llenos de proyectos, no conocieron el reposo, ni el descanso; por eso tuvieron la suerte de no conocer el tedio, la monotonía o la rutina jamás. Consagraron sus vidas a trabajar y hacer por la patria. Los dos eran infatigables, salían de una cosa para entrar en otra; verdaderos vértigos de acción y de labor; hombres incansables.

Creyeron, en la necesidad de la dignidad, el decoro y la justicia para todos, por lo que lucharon con pasión rebelde y rabia contra la injusticia y el atropello. Para ellos la Justicia no era odio infecundo, tiranía de las ideas, parcialidad absurda; para ellos la Justicia fue el predominio de la razón, del entendimiento cordial entre los componentes reales de la sociedad cubana; para ellos la Justicia fue elevar al homo sapiens a la categoría de hombre; para ellos la Justicia fue darle a cada cual sus bienes y derechos; para ellos la Justicia fue hacer que cada cubano disfrutara a plenitud de la herencia cultural y material de su tiempo... según las propias palabras de Armando.  

En su actuar cotidiano, impregnaron sus vidas de la filosofía de la ética y el optimismo revolucionario, unida a su vocación de servicio a la patria y a la Revolución. 

Cuantas hermosas coincidencias, porque ambos sintieron la Política como la mayor motivación de sus vidas. 

Cuando se conoce la trayectoria ideológica y política de Armando, resulta muy elocuente su afirmación, cito: “Para mí todo comenzó como una cuestión de carácter moral. Mi integración al Movimiento 26 de Julio fue el resultado de un proceso natural. El programa del Moncada llegó a materializar el sentimiento ético que estaba profundamente arraigado en la tradición patriótica cubana. Por eso con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro. Porque él lleva en su conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX y aun en el XXI.”  Fin de la cita

No olvidamos que más de ciento cincuenta años marcados por hechos y hombres con su carga de heroísmo, sacrificio y enseñanzas forjaron esta nación. País que creció en la lucha por la utopía universal del hombre, fue fortalecido más tarde en el combate y en la guerra, arraigado en un patriotismo inclaudicable, con un amor sin límite a la libertad y en una sed de conocimientos y cultura, afirmados en una nítida visión universal, las que comenzaron a gestarse en el alma cubana desde finales del siglo XVIII y principios del XIX. Desde entonces, los cubanos tenemos el corazón puesto en la patria Cuba, en la patria América y en la patria humanidad, como clave para entender la magnitud y agudeza de las enormes contradicciones que debimos enfrentar. 

De una historia así, tenían que surgir hombres como a los que en este texto le rendo homenaje.  

Cuando la humanidad atraviesa la grave crisis en la que está inmersa, acentuada por la COVID; en la que han quebrado los principios éticos, políticos, jurídicos y las ideas filosóficas que tras larga evolución sirvieron de fundamento al propio sistema capitalista; ha emergido un nuevo tipo de lumpen de origen cubano, desclasado y amoral; para el que es natural la descarnada grosería, la obscenidad, la chabacanería, la indecencia, la vulgaridad, la liviandad, la mentira, capaz de cualquier bajeza. Esos que representan lo peor del vale todo, son hoy nuestros adversarios y enemigos, pero a pesar de su ignorancia, bien conocen que no podrán derrotarnos jamás, porque estamos blindados de ideas y cultura y, armados de la razón, la verdad y la ética. 

Inspirados en el legado de Martí y Fidel, los cubanos debemos intensificar nuestra cruzada a favor de la moral, la vida, y la paz. Cruzada que la Generación del Centenario bajo la dirección de nuestro Comandante en Jefe, impulsó desde el inicio de la lucha insurreccional por la Revolución; con más educación, más ideas y con toda la cultura, como él nos dijo. De seguro, de esa forma seguiremos venciendo como hasta hoy. Porque, nuestra Cultura de Emancipación, es nuestra Cultura de Liberación, es nuestra Cultura de Baraguá, que sirve de sostén a nuestro pensamiento radical transformador, digno y libre por el que ellos soñaron y trabajaron. 

La Historia de Cuba estará marcada por el obrar y el proceder de la vanguardia revolucionaria de la Generación del Centenario, que con su lucha promovió el cambio radical de nuestra historia. 

Deseo que estas humildes palabras de homenaje sirvan también para rendir respeto a la memoria de todos los héroes, mártires, próceres y pensadores de nuestras tierras; los que han pensado, vivido y luchado por nuestra unidad, independencia y soberanía, inspirados en el ejemplo de las inmortales figuras de Bolívar, Martí, el Che, Chávez y el propio Fidel. 

Que vivan por siempre en nuestra memoria y que jamás se apaguen sus inmortales ejemplos.