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Foto de Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces.

Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces.

5/10/2020
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí

El llamado comúnmente Libro de los peces es la joya bibliográfica por excelencia producida en el Siglo XVIII, obra en la que se aúnan forma y contenido trayendo como resultado un producto que indiscutiblemente ha ganado un papel de especial significación en la Isla durante el período de la imprenta manual en Cuba (1723-1830). Nada mejor para iniciar la divulgación de obras emblemáticas en saludo a la Jornada por la cultura cubana que se avecina reeditando el artículo ya publicado en Tesoros de Librínsula.

Parra y Callado, Antonio, n.1739. Descripción de diferentes piezas de Historia Natural las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas / su autor Don Antonio Parra. -- En la Havana : En la Imprenta de la Capitanía General, 1787. -- 195, [5] p. : il. ; 21 cm.

No se dispone de una extensa biografía que abarque la vida del soldado portugués nacido en Tavira el 25 de junio de 1739, que llegaba a La Habana hacia 1763 y establecía una familia, un gabinete de piezas de Historia Natural,  y regresaba a España hacia 1793. No obstante ser poco conocido como científico latinoamericano, sin dudas fue el creador de un primer Gabinete de Historia Natural y en dos oportunidades trasladó sus preciosas piezas disecadas a España entregándolas al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, al tiempo que obtenía por ello una pensión.

 Entre los años 1790-1792 se interesó además por la Botánica, siendo nombrado miembro correspondiente del Real Jardín Botánico de Madrid, al que envía  plantas recolectadas por él. Finalmente en 1799 se publica en  Madrid su “Discurso sobre los medios de connaturalizar y propagar en España los cedros de la Habana, y otros árboles, así de construcción como de maderas curiosas y frutales”.   A partir de entonces se pierde la huella del autor, desconociéndose la fecha de su fallecimiento.

Sobre el impresor de Los Peces, el escritor, ensayista, investigador, guionista de cine y editor cubano Ambrosio Fornet, n. 1932, expresa que al morir el célebre Blas de los Olivos en 1777, su taller, conocido como Imprenta de la Capitanía General, pasó a su yerno mallorquín, Francisco Seguí, el cual se convirtió en el mejor tipógrafo del siglo XVIII cubano. 

El libro da comienzo con un frontispicio que antecede a la portada en el cual  de manera alegórica y bajo el lema  Labore et Constantia se representan unos pescadores extrayendo del mar algunas de las especies que se describirán en él.

El texto se inicia con la dedicatoria al Rey firmada por “el más humilde y obediente vasallo D.V.M. Antonio Parra” donde se explica el objetivo de emprender la publicación de este trabajo.  “La multitud de producciones admirables, de que abunda la Isla de Cuba, y los mares que la rodean, en los tres Reynos [sic] Animal, Vegetal, y Mineral, me inspiró, desde los principios de mi entrada en ella, un deseo grande de acopiar una colección. Convidábame la variedad y hermosura de tantos primores, como sabía naturaleza produce en tierra y mar, dignas de admiración de todo el género humano... Lo primero que llamó mi atención fue el ramo marítimo. Sin embargo de las cortas luces que me acompañaban puse la primer [sic] mano en la disección de algunos Pescados. A fuerza de algún trabajo, venció la industria las dificultades que a cada paso se me ofrecían…”

 Luego refiere como fue estimulado por las visitas que recibía, decidiendo poner a disposición del Rey todo lo adquirido, para lo cual mandó fabricar muebles especiales que aparecen representados en grabados plegables: A y B, el primero para los cangrejos y el segundo para los pescados. 

Al recibir una carta del Director del Gabinete Real en la que se le  exhortaba para que  continuase en esta labor, Parra advirtió  que las muestras deberían estar complementadas de una descripción, por lo que decidió emprender su redacción y darla a la prensa. Es entonces que considera indispensables las láminas. “Lamentábame de la escasez de gravadores [sic], cuando mi hijo se ofreció a gravarlas. Sin embargo de que nunca había visto semejante ejercicio, me animó a fiarlas  a su mano, el conocimiento que me asistía de su mucha industria…” Esta última línea es muy importante, por cuanto se debatió si fue o no su hijo el grabador de la obra, cuando el propio padre así lo asegura. Según manifiesta Mario Sánchez Roig, el erudito Eusebio Valdés Domínguez en la Revista de Cuba  ratifica esto, sin lugar a dudas.  De ser así se está hablando de un adolescente de dieciséis años, llamado Manuel Antonio, que de forma improvisada enfrentó una labor que lo convirtió en uno de primeros ilustradores de libros cubanos.

      

Las ilustraciones fueron ejecutadas mediante la técnica de grabado en cobre e iluminadas posteriormente con acuarela. Ello motivó que no existan dos ejemplares iguales en el corto número de los que se conservan.  Solamente se salvarían de ello los que no fueron coloreados, como ocurre con uno de los ejemplares celosamente guardados en la BNCJM.  En relación con esto hay discrepancias entre los bibliófilos: por una parte el color aumentó la belleza de cada volumen y permitió acercarse más a la pieza original, pero por otra parte tapó en muchos casos las finas líneas trazadas en las planchas.  

Por suerte, el disponer de varias copias permite llevar a cabo una labor de cotejo, que no es objetivo de este artículo, por cuanto aparecen descritas en el trabajo investigativo realizado con motivo de la publicación de la edición facsimilar de la Editorial Academia, tanto las disponibles en la BNCJM como en otras instituciones nacionales. El texto igualmente puede ser leído por cualquier usuario cubano o extranjero gracias a este facsímil  realizado en conmemoración al bicentenario de Los Peces,  el cual viene acompañado del estudio del investigador Armando García González en volumen aparte, el cual profundiza en la época, la vida y obra del portugués y analiza con lujo de detalles aspectos a destacar referidos a la influencia de éste en científicos cubanos y extranjeros (Ramón de la Sagra, Georges Cuvier, Felipe Poey y Carlos de la Torre, para citar algunos ejemplos representativos) y a criterios emitidos por muy destacadas personalidades. 

No ha quedado claro de si se trata de una obra de la cual se han realizado dos ediciones, o si se llevaron a cabo dos emisiones de ella; en el período de la imprenta manual era habitual que se produjeran variaciones, omisiones o añadidos, tanto antes de ser puestas a la venta como con posterioridad a la misma. Se cuestiona si los ejemplares que se atesoran en la BNCJM corresponden a una segunda edición, a una primera hecha en el mismo año, o sencillamente a una emisión, que presenta diferencias que no inciden en el cuerpo de la obra propiamente dicho por cuanto los cambios son fundamentalmente llevados a cabo en la portada y los preliminares. Aunque Eusebio Valdés Domínguez tiene el criterio de que la primera edición es la que presenta el prólogo más extenso, el tema queda abierto a debate.

A lo largo del volumen se entremezclan viñetas siguiendo el estilo de la época, aunque poco aportan; se utilizan más bien para rellenar espacios en blanco y resultan muy comunes en los ejemplares producidos antes de las primeras décadas del Siglo XIX. 

Con el fin de favorecer la búsqueda de información se presenta un índice de las especies, subdividido a criterio del autor: “pescados marítimos, anfibios, crustáceos, testáceos” (se refiere a los caracoles) y “producciones marítimas, petrificaciones y varias piezas curiosas”.

Al revisarlo puede apreciarse la fácil lectura de la obra; al referirse al manjuarí un breve párrafo lo describe: ….”la cabeza parece a la del Caimán, ancha y aplanada; tiene tres andanas de dientes, y los de la andana del medio son grandes y puntiagudos.  En la mandíbula superior, en su extremo, no tiene más que un agujero de cada lado… Estos se cojen [sic] en las lagunas, y su carne se come fresca, y hecha tasajo, y dicen que es muy propria  [sic] para favorecer las enfermedades cutáneas.”

En otras partes se dedican dos o más páginas a una especie, o como en el caso de la ciguatera, aún más.  Se dice que este acápite inserto en el libro resulta importante ya que en aquellos tiempos no existía literatura científica sobre la materia, y de manera reiterada Parra toca el tema al describir sus peces, indicando los que se pueden ingerir  sin riesgo. Al sintetizar los síntomas de la enfermedad en esa parte, los efectos comprobados por él y su familia en carne propia, el remedio utilizado de ingerir zumo de limón, unido a otras apreciaciones, referentes a que los médicos la curan de forma empírica, está haciendo un verdadero aporte que aún hoy llama la atención de los estudiosos.

En el caso de la caguama, junto a ella se representan los huevos en un tamaño menor. De acuerdo con el tipo de clasificación de aquel entonces era considerada un anfibio.

Cangrejos, langostas, camarones y otros mariscos se plasman en las páginas del libro haciendo compañía a los peces. Posiblemente resultaran muy extraños para un lector de otras latitudes, sin embargo para el moderno son atractivos y resulta muy grato de ver la manera en que eran representadas esas especies.

 También se representan bajo plantas marítimas las esponjas, describiéndose minuciosamente en su variedad de formas y colores, y algo fuera de lo común son los seis  cuadros que aparecen en el libro, los cuales son explicados minuciosamente, señalándose la presencia de caracoles y producciones marinas, “halladas petrificadas”. (Se cuestiona que algunas fueran fósiles…).

Parra describe un “singular prodigio de la naturaleza, que puede en el día reputarse por el verdadero Fénix de la Historia Natural. Es una planta que se cría en el fondo del Mar: la primera en su especie, que creo ha llegado a noticias de los Naturalistas”… Pasa a describirla y concluye calificándola como “la pieza más singular de todos los Gavinetes [sic] del Mundo.”

Un detalle “curioso” que culmina la obra es la presencia de un negro de nación congo, Domingo Fernández, de 32 años, mezclado con peces, corales y plantas marinas. Quizás Parra tuviera una sensibilidad especial ante el lamentable estado de ese ser humano, convertido de calesero en pordiosero.  Tres vistas en distintas posiciones se dedican a éste, luego se describen detalladamente las características de la hernia sarcocele esférica que padece, y finaliza esa parte expresando: “Actualmente se mantiene de pedir limosna; por cuyo motivo son raros, en esta Ciudad de La Habana, los que no sean testigos oculares de este fenómeno raro de la naturaleza, y los que no se muevan a admiración, y compasión al ver una mole tan considerable”.

La Descripción de diferentes piezas de Historia Natural ha recibido el calificativo de ser el primer libro de Ciencia impreso en la Isla y el primero ilustrado, a lo que añade José López Sánchez que fue uno de los primeros de carácter científico producidos en Latinoamérica. Solo él presentaba la calidad tipográfica y un material ilustrativo comparable a las producciones europeas de su siglo, constituyendo según Ambrosio Fornet un verdadero alarde técnico y artístico que no volvería a intentarse en medio siglo. 

En resumen, en el caso específico de Antonio Parra y su Libro de los peces, una amplia bibliografía avala la importancia de la obra a partir del propio siglo XIX y en la actualidad, por medio de Internet, continúan apareciendo artículos de divulgación, que analizan aspectos curiosos, más o menos debatidos.  Todo esfuerzo  destinado a resaltar esta magnífica obra siempre rendirá sus frutos.  De hecho las críticas hechas a Parra, si se parte solamente del principio de que fue un autodidacto enamorado de su colección sin una verdadera formación científica son inaceptables. ¡Su mérito es indiscutible! Las láminas seleccionadas en esta oportunidad dan buena fe de ello.


Foto de Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces. Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces.
Foto de Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces. Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces.
Foto de Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces. Peces iluminados en Cuba en el Siglo de las Luces.
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