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De la historia contada por las revistas cubanas de los sesenta. Antonio Saura, su paso por El Caimán Barbudo
22/9/2020
Por: Vilma N. Ponce Suárez, Biblioteca Nacional José Martí
La llegada de Antonio Saura a Cuba en 1966 debió ser un acontecimiento para los artistas cubanos. Años antes, el pintor español había sido merecedor del Premio Guggenheim (1960), y el Prix Carneige (1964). Invitado por la Casa de las Américas, Saura expuso una selección de sus obras realizadas sobre papel en el último decenio. La muestra fue considerada entre las más importantes presentadas en la Isla hasta esa fecha. El acercamiento de Saura a la revista “El Caimán Barbudo”, suplemento cultural del diario “Juventud Rebelde”, se produjo por este motivo. Su primer número (marzo 1966) le dedicó dos páginas completas. En ellas publicaron una reseña de la exposición de Casa y la entrevista concedida por el artista a la joven periodista Elsa Claro. Durante la conversación se constató su condición de intelectual inconforme. Así expresó: “Trato de plasmar la realidad o lo que de ella no me gusta. Digamos que es algo como una actitud de protesta contra lo que no me gusta de la realidad (…) Yo diría que un cuadro es un campo de batalla donde se reflejan y luchan dos cosas: una realidad desagradable y el deseo de deshacerla”.
Saura volvió a Cuba para asistir al Congreso Cultural de La Habana en 1968, precisamente el año en que “El Caimán Barbudo” inició su segunda época. En esta oportunidad fue invitado junto al pintor chileno Roberto Matta a colaborar en el número especial de mayo. Esta entrega tuvo la peculiaridad de denunciar desde las artes plásticas la reciente destrucción de la ciudad vietnamita de Hue por el ejército estadounidense. El diseñador Juan Ayús integró de manera magistral los dibujos de Saura y Matta con los de José Luis Posada, e incluyó las viñetas de Virgilio Martínez y los fotomontajes de Peroga (Pedro Rodríguez García). El color rojo predominó en esta edición, en correspondencia con el mensaje condenatorio a la agresión.
Los encuentros de Saura y el equipo de diseñadores e ilustradores de “Juventud Rebelde” fueron frecuentes en estos años. Participaba en los talleres que les impartían a estos creadores en la sede del periódico, quienes se enriquecían con sus experiencias. Saura les propuso entonces descifrar mediante el trazo expresionista el contenido de la palabra Amor, tomando como base distintos textos literarios. El resultado salió publicado en la edición de mayo de 1969 de “El Caimán Barbudo”, en la que también se incluyó la relación de sus exposiciones, colecciones públicas y premios.
En La Habana vivió la mayor parte del año 1970. Durante este tiempo colaboró de nuevo con “El Caimán Barbudo”, en el número de julio dedicado al expresionismo en la literatura y las artes. En correspondencia con la temática central, las ilustraciones fueron de creadores que en algún momento de su carrera se insertaron en este movimiento cultural, como Saura y la cubana Antonia Eiriz.
Los estrechos vínculos que estableció Antonio Saura con “El Caimán Barbudo” en los años sesenta evidenciaron su consideración hacia la revista, al tiempo que sus ilustraciones dotaron de prestigio a la joven publicación.