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Concurso Leer a Martí 2000. Otro lindo sueño
4/10/2020
Por: Jessica Álvarez Bellas, Biblioteca Nacional José Martí
Hoy les propongo la lectura de este hermoso escrito de una adolescente de 8vo grado, con solo 12 años y que fue ganadora del 2000 del Concurso Leer a Martí, ella es de Pinar del Río y estaba en la Escuela Complejo Educacional Invasión de Occidente.
(Soñar no cuesta…)
Ivis Núñez Sánchez
Soñar no cuesta nada. Dicen que es volver a vivir, por eso siempre estoy sonriente, por los míos y por ti.
Mi Martí, soy una de las tantas niñas soñadoras como siempre lo deseaste y quiero decirte que se han editado muchos libros con recopilación de tus propios textos, pero en el que a mí me compete está un poema que siempre me gustó mucho, muchísimo por tu respeto y admiración a nuestro caimancito verde. Con mis obligaciones de niña estudiosa y buena también lo cuido y respeto para que nunca más estés triste
El poema al que yo me refiero es el conocido como ´´La bailarina española´´ al que tú bautizaste como ´´El alma trémula y sola´´. ¿Sabes una cosa? ¡Cómo me gusta el baile, sentirme flotar muy ligera, seguir la sucesión de notas musicales con mucho ritmo, cómo me sucedió anoche! - ¿No te acuerdas?, sí, chico. Iba por la calle muy cerca de mi casa, para asistir a la celebración de un acontecimiento histórico, y estaba desesperada y ansiosa porque temía llegar tarde y no encontrarte
Entonces fue cuando te vi allí, vestido de negro, con las manos en los bolsillos, esperándome con aquella calma dulce y el semblante frágil y tierno
- ¡Maestro!, -te dije con mi voz entrecortada. En realidad, no sé por qué, aunque creo que sí. Tenía frente a mí al faro que mejor nos guía y su luz que me iluminó como el rayo a la noche, me hizo sentir así. Aún perpleja, me acordé cómo tú quisiste que fueran los niños y entonces te dije:
- ¿Entramos?
Tú me miraste. Y un gesto afirmativo en la expresión de tus ojos me hizo sentir feliz, única: como la niña que adoraste en lo profundo de tu alma. Te tomé de la mano y avanzamos unos pasos. De repente esto se hacía cada vez más lentos y al mirarte adiviné en un instante cuál era tu preocupación: la bandera
-No, Maestro, la que ondea es la más linda entre todas las banderas. –Te expresé como una chiquilla que ve saciada sus caprichos y fuiste, aquella noche, feliz
Ya empezaba la celebración; era hermosa y quien bailaba relucía como un lucero. El baile no era andaluz, porque la que bailaba era yo y en cada uno de mis movimientos demostraba tu ansia de libertad y el repiqueteo de mis tacones exhortaba a la unión. Aquel manto no era rojo, era tan blanco y puro como las alas de una paloma. Mi bata ondulante y reluciente ofrecía amor, pureza, paz, delicadeza y mucha ternura. Tus ojos brillaban, veía tus lágrimas muy dentro de ti a la vez que mi cuerpo se retiraba muy ligero: yo sé que fueron lágrimas de alegría y satisfacción
Al cerrar el telón, muy hábil me cambié de ropa. Salí apresurada. Me latía el corazón como le debe haber latido a la que fue la niña de tus ojos. Pero no te vi, no te vi, no te vi… repetía una y otra vez y escuchaba una voz lejana que me decía:
- ¡Ivis!, ¡Ivis!, ¡niña que se te hace tarde! A ver, ¿por qué lloras?
Un fuerte sentimiento se apoderó de mí. Pero como los sueños no se cuentan esto queda entre tú y yo. A ella sólo pude responderle:
-Porque lo siento mío, mami.