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Foto de Viajes de un bibliotecario alemán por la Rusia del siglo XVII.

Viajes de un bibliotecario alemán por la Rusia del siglo XVII.

24/10/2020
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí

En esta oportunidad se retoma un artículo, reeditándolo, para que los lectores conozcan a un bibliotecario alemán de la decimoséptima centuria, sus viajes y labor como bibliófilo. 

Un ejemplar muy poco conocido por los investigadores que acuden a la  la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, pero que resulta de especial interés por su antigüedad, por su abundante material ilustrativo y, por si fuera poco, por la rareza bibliográfica que conllevan esos dos factores es un voluminoso libro de viajes por la Moscovia, Tartaria y Persia publicado en la ciudad alemana de Schleswig:

OLEARIUS, ADAM -1603-1671. Vermehrte moscowitische und persianische Reisebeschreibung / Adam Olearius. – Schlesswig: gedruckt durch Johan Holstein, 1671. -- [37], 768, [34]p. : il. 

El  volumen está impreso en letra gótica, con las páginas de texto fileteadas e ilustrado con frontispicio grabado en metal, retratos del autor y personajes célebres en la época, planos de ciudades, escenas de costumbres y mapas, algunos de ellos plegables.  

Adam Olearius, también llamado Adam Ölschläger u Oehlschlaeger, fue un geógrafo, matemático y bibliotecario alemán que nació en Aschersleben, cerca de la ciudad de Magdeburgo, en agosto de 1603 y estudió en Leipzig, pasando al servicio del duque de Holstein-Gottorp, Federico III (1597-1659). 

Hacia 1633 fue incorporado por éste como secretario y consejero de una embajada enviada al Shah de Persia, convirtiéndose con el paso del tiempo en el autor de dos obras que reflejaban los acontecimientos más importantes relacionados con el viaje y sus observaciones personales, como era común en impresos de ese tipo. 

Los embajadores fueron el abogado Philipp Crusius (1597-1676) y el comerciante Otto Brüggemann (1600-1640), los cuales llevaban la misión de conseguir que la recientemente fundada ciudad de Friedrichstadt se convirtiera en punto importante para el desarrollo por vía terrestre del comercio de la seda. 

Los viajeros partieron de Gottorp el 22 de octubre y atravesaron Hamburgo, Lübeck, Riga, Dorpat (donde permanecieron 5 meses), Reval, Narva, Ladoga y Novgorod  y arribaron a Moscú un 14 de agosto de 1634, donde llegaron a contactar con Mijail I Fiódorovich (1596–1645), elegido zar de todas las Rusias desde 1613, para que éste permitiera el paso de los embajadores a territorio persa. 

Regresaron al punto de partida para lograr la aprobación de lo acordado por parte del duque alemán antes de continuar su viaje a Persia. Logrado esto partieron de Hamburgo en 1635 y llegaron a Moscú en marzo de 1636.  Desde Nizhni Novgorod descendieron por el Volga hasta arribar a Astracán, luego de una serie de accidentes, y después de atravesar otras regiones llegaron finalmente a Ispahán, la capital, donde un 16 de agosto de 1637 fueron recibidos por el Shah Safi (1629-1642) en su corte.

Las negociaciones no tuvieron el éxito deseado y regresaron usando una nueva vía (Rasht, Astracán, Kazan, Moscú, entre otras ciudades). En 1639, en Reval, Olearius se separó de sus compañeros y embarcó para Lübeck. Había confeccionado un  mapa del río Volga que motivó que el zar intentara que pasara a su servicio, pero el alemán evadió la propuesta y regresó a Gottorp,  como bibliotecario a cargo del gabinete de curiosidades del duque, que fue enriqueciendo con manuscritos, libros impresos y otras obras de arte.  De hecho, aunque la intención de la embajada fracasó, el valor de la información obtenida por Olearius alcanzó resultados imprevistos. 

Ese aspecto de un estudioso convertido en bibliotecario y por ende coleccionista debe ser resaltado, porque uno de los países europeos que se destacan en la historia de las bibliotecas en el siglo XVIII es precisamente Alemania –cuna de la imprenta a mediados del siglo XV– y poseedora de un rico acervo en documentos valiosos que hacían las delicias de cualquier bibliófilo. Es en esa época que algunos de sus colegas se dedican al incipiente desarrollo de la actividad bibliotecaria y a su estudio, creando las bases para el desarrollo ulterior de la bibliotecología como ciencia, como lo prueban tratados sobre el tema producidos en aquel entonces. 

Es precisamente por esta obra que se conoce al autor en Europa. Su primera edición, fechada en 1647, fue posteriormente reestructurada y ampliada en 1656. A partir de entonces se produjeron versiones traducidas al francés, al inglés, al holandés y al italiano. En posteriores ediciones se anexa una nueva parte que contiene el viaje de Johann Albrecht von Mandelslo (1616-1644) a las Indias Orientales. 

Publicó en el año 1663 una Historia de Holstein (Kurtzer Begriff einer holsteinischen Chronic), y compiló además en 1666 el famoso catálogo del gabinete de Holstein-Gottorp, entre otras producciones. Su obra no publicada incluyó un Lexicon Persicum y otros estudios relacionados con Persia. De hecho se convirtió en punto de referencia sobre el tema e hizo que en Alemania y otros países los estudiosos se interesaran por la cultura persa.

Por otra parte, Adam trabajó en el campo de la edición de libros sacando a la luz obras de contemporáneos. Se considera que su famoso mapa del río Volga fue el primero realizado con rigor científico y aún hoy es objeto de estudio por parte de especialistas. Murió en Gottorp un 22 de febrero de 1671, precisamente en el año en que aparece la edición que se estudia en esta oportunidad.

En relación con el libro objeto de estudio en este articulo, puede decirse que el interés hacia el material ilustrativo contenido en láminas y grabados insertos en el texto viene dado no solamente por la hermosura de las vistas de ciudades y sus bellísimas edificaciones, sino por el nivel de minuciosidad que el ilustrador dedica a detalles aparentemente intrascendentes relacionados con escenas de la vida cotidiana que impregnan las ilustraciones del exotismo que demanda el gusto de la época. 

El empleo de las técnicas de grabado en metal favorecen, como se ha expuesto en otras ocasiones, la fidelidad de las reproducciones, aunque nunca ha de descartarse que el factor subjetivo juega su papel en ellas, pues por lo general el grabador no se desplazaba hacia el territorio que estaba plasmando en las planchas, sino que se limitaba, en el mejor de los casos, a retomar descripciones de uno o varios cronistas y en otros a plagiar obras ya reconocidas.

Moscú aparece en una serie de ilustraciones, a partir de una vista de la ciudad con gran cantidad de sus pobladores en primer plano, realizando al unísono diversas actividades.

Su emblemático Kremlin se extiende a lo lejos junto a sus murallas y la catedral de San Basilio, en un precioso grabado plegable del que se han entresacado algunos detalles especialmente interesantes. Véase al inicio del artículo otra imagen ampliada de esa famosa construcción religiosa de la ciudad moscovita. 

Como muestra de los materiales cartográficos puede citarse el mapa del puerto de Arjangelsk, ubicado en el Mar Blanco, que viene acompañado de un pequeño grabado en el que se vislumbra la costa y el perfil de la ciudad en el horizonte.

Las ciudades se presentan independientes, en grandes grabados plegables, o varias agrupadas en una misma página. 

Todo ese mundo lejano y fascinante se va revelando al representarse escenas de la vida cotidiana, vestuarios acordes a un clima especial, en la medida en que los viajeros se alejan de las zonas más frías, medios de transporte terrestre, marítimo o fluvial, flora y fauna.        

     

El ejemplar perteneció al Fondo Antiguo de la Biblioteca. Restaurado en su Departamento de Conservación, presenta faltantes causados por picaduras de insectos en las hojas, que han sido rellenados con pulpa de papel, pero que en la mayoría de los casos no afectan la lectura de los textos ni la percepción de los detalles fundamentales de las imágenes. 

Como se ha demostrado en otros artículos de la sección “Tesoros” publicados en Librínsula cuando se trata de libros antiguos u obras tipográficas ilustradas en cualquier siglo, producidas al azar en una ciudad dada, se ven plasmadas en ellos las huellas indelebles del impacto que acontecimientos de carácter histórico han ejercido sobre literatos y artistas plásticos, de forma que en el siglo XXI es posible retroceder en el tiempo en busca de información gráfica o textual de especial utilidad para la realización de nuevas producciones vinculadas con el trabajo investigativo o la literatura de ficción.

La presencia de la cultura rusa en un libro impreso fuera del territorio de Rusia hace más de 300 años, es un ejemplo de la necesidad de profundizar en el contenido de los tesoros bibliográficos conservados en la Biblioteca Nacional de Cuba, para lograr que estos lleguen a ser disfrutados por los lectores que por propia iniciativa nunca accederían a un pesado volumen, impreso en un alfabeto que resulta poco familiar, y que se mantiene celosamente custodiado dentro del fondo de “raros y valiosos” de la institución.




Foto de Viajes de un bibliotecario alemán por la Rusia del siglo XVII Viajes de un bibliotecario alemán por la Rusia del siglo XVII
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