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120 Aniversario BNCJM- Ilustres en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí: Argeliers León y su eterno viaje a nuestras raíces musicales . En el 30 aniversario de su muerte
22/2/2021
Por: Mabiel Hidalgo Martínez, Biblioteca Nacional José Martí
“Si algo sonó en la Biblioteca fue la música y su diversidad”. (1) Las certeras palabras de Maruja Iglesias sintetizan el rico ambiente musical y de investigación que desarrolló la Biblioteca Nacional José Martí a partir de 1960 bajo el aura de Argeliers León Pérez.
El concurso de oposición que convocó la doctora María Teresa Freyre de Andrade llevó a Argeliers a ocupar la plaza de jefe técnico asesor del recién creado departamento de Música, en diciembre de 1959. Ese mismo año León había organizado el Primer Festival de Arte Nacional de La Libertad, y se encontraba al frente del departamento de Folklore del Teatro Nacional, responsabilidad que desempeñó hasta 1961.
Y es que el prestigio profesional del músico, profesor e investigador, en su cuarta década de vida –etapa en la cual llega a la Biblioteca Nacional- era lo suficientemente sólido como para echar a andar un proyecto cultural que traspasó los límites de la institución bibliográfica.
Había nacido en La Habana, el 7 de mayo de 1918. En 1943 se doctoró en Pedagogía, y dos años más tarde se graduó del Conservatorio Municipal de Música de La Habana. El Premio Nacional de Música en la categoría de música de cámara le llegaría en 1950, fecha en la que formaba parte del Grupo de Renovación Musical, junto a Harold Gramatges, Edgardo Martín, Virginia Fleites, entre otros.
Su pasión por la investigación de nuestras raíces culturales, en especial las de origen africano, lo motivó al rescate de los géneros musicales de nuestro folklore. Con el propósito de completar su formación, en la década del cincuenta obtuvo una beca de folklore y didáctica musical en la Universidad de Chile, además completó estudios en París.
La jefatura en la Biblioteca Nacional le deparó un intenso trabajo de dirección en la catalogación de las colecciones de libros, música impresa y discos, la adquisición de libros y las investigaciones. Contó para ello con especialistas capacitados y con la asesoría técnica de Zoila Lapique, quien iniciaba sus investigaciones sobre la música cubana en la etapa colonial.
Su visionario desempeño hizo que contratara a investigadores como José María Bidot y José Piñeiro, y a los estudiantes de música Gonzalo Romeo y Antonio Acero, con el objetivo de desarrollar múltiples estudios a partir de la documentación que atesoraba la Biblioteca.
Un fuerte movimiento editorial resultó del trabajo de Argeliers y sus especialistas. Publicaron guías bibliográficas de utilidad para profesores y estudiantes de música, a la par de ediciones de obras musicales de autores cubanos que, hasta 1964, sumaban 16 publicaciones. Entre otros títulos destacan De la contradanza al danzón; Catálogo de la música de los archivos de la Catedral de Santiago de Cuba y del Museo Bacardí, por Pablo Hernández Balaguer; y Música folklórica cubana.
A lo anterior se adiciona la publicación de la Revista de Música, con frecuencia trimestral, la cual contemplaba artículos de investigación y divulgación de la música cubana y también latinoamericana, así como el acontecer cultural de nuestro país.
Las actuaciones de Argeliers y otros colegas en el Salón de Actos de la BNJM, especialmente durante la década del sesenta, complementaban la labor de investigación que realizaba su departamento, y a la vez permitían la difusión de agrupaciones representativas de diversos géneros musicales. Las fotografías lo muestran en la dirección de conciertos, en conferencias junto a prestigiosos músicos, en la significativa faena de rescate y promoción de ritmos auténticamente cubanos.
De una larga lista de profesionales invitados que deleitaron al público con sus interpretaciones o conferencias, destacan César Pérez Sentenat y José Ardévol -quienes fueron sus maestros-Enrique González Mántici, Jesús Ortega, Edgardo Martín, Carmen Valdés y Natalio Galán. También llama la atención su cercanía intelectual con el escritor y artista Samuel Feijóo, junto a quien impartió una charla sobre folklore, en diciembre de 1962.
Variadas y representativas para la cultura cubana resultaron las actividades que organizó el maestro Argeliers junto a su esposa, la doctora y musicóloga María Teresa Linares, en el rescate tanto de la música culta o académica, como de la popular. Sobresale en la permanente asesoría de la doctora Linares un ciclo de audiciones comentadas a cargo de músicos cubanos que explicaban sus obras y se apoyaban en los fondos de la Biblioteca. También organizaron el Cursillo de apreciación musical a cargo del doctor Edgardo Martín, dedicado a los profesores de música, con el propósito de orientarlos en la aplicación del nuevo plan de estudios puesto en vigor por el Gobierno Revolucionario.
Argeliers León integró el consejo de redacción de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí desde su incorporación al centro. Sus artículos centraron la mirada en la riqueza bibliográfica musical de la institución. Así encontramos su estudio “Las reglas y advertencias generales compuestas por Pablo Minguet, para tañer los instrumentos mejores”, en la edición de 1960, en el que resalta los valores del libro perteneciente al valioso fondo Raventós. En el artículo explica la metodología que el músico español propone para aquellos aficionados que tengan interés en aprender a tocar instrumentos como la guitarra, la cítara, el clavicordio, el órgano, entre otros, sin la necesidad de un maestro.
En febrero de 1964 Argeliers imparte en la Biblioteca un curso sobre música folklórica, y al mes siguiente obtiene el primer premio en el Concurso Nacional de Composición Musical auspiciado por el Consejo Nacional de Cultura, con la obra Quinteto número 2 para cuatro instrumentos de viento y guitarra; además, la mención honorífica en el mismo certamen por Cantata elegía de Jesús Menéndez.
No solo en los años sesenta León estuvo presente en el panorama musical de la BNJM, su vínculo con la institución fue permanente. Continuó colaborando con la Revista, organizó conferencias y presentaciones de artistas y concertistas. Una de sus últimas veladas la protagonizó Merceditas Valdés, quien bailó al sonido de los tambores batá, el 16 julio de 1986, en el aniversario 105 del natalicio de don Fernando Ortiz.
Con posterioridad a su trabajo en la BNJM, Argeliers dirigió el Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba y el Departamento de Música de la Casa de las Américas, sin abandonar su labor docente e investigativa.
El musicólogo e investigador cubano Jesús Gómez Cairo considera a Argeliers “figura imprescindible de la cultura cubana”, y asevera que le correspondió a dicho maestro, “desarrollando las ideas de Fernando Ortiz y creando sus propios instrumentos de análisis y exégesis, dotar a la etnomusicología cubana de contenidos y enfoques artísticos-musicales de profundos sentidos y más vastos alcances”. (2)
Gómez Cairo lo describe como un hombre sumamente respetuoso, culto, amable. Señala entre sus cualidades “[…] la de poseer un especial sentido del humor que a todos nos gustaba, por lo que en él eran frecuentes las bromas, por cierto, muy originales”. (3)
El 22 de febrero de 1991 se apagó su luz en La Habana, ciudad testigo de su magisterio. El legado intelectual de Argeliers León es honrado de múltiples maneras: la Unión Nacional de Artistas y Escritores de Cuba (Uneac) entrega un Premio de Musicología que lleva su nombre; la Sala de Música de la BNCJM tiene inscripto su apellido; y en las páginas de la historiografía musical cubana y en la cultura de la nación, perviven sus huellas.