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Foto de Octavio Smith, el investigador de la Biblioteca Nacional José Martí

Octavio Smith, el investigador de la Biblioteca Nacional José Martí

31/5/2021
Por: Vilma N. Ponce Suárez, Biblioteca Nacional José Martí

Los estudios de la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, y luego su labor como abogado y notario, no coartaron la sensibilidad poética que afloró en el villaclareño desde sus años mozos. En 1942, cuando recibía el título de Doctor en Leyes, poemas suyos veían la luz en Clavileño. En esta revista, y más tarde en Orígenes, coincidiría con Fina García Marruz, Cintio Vitier y Eliseo Diego, entre otros destacados poetas de su generación, quienes profesaban como él la fe católica. Años después, ellos debieron estimularlo para que iniciara una nueva etapa en su trayectoria profesional en el Departamento de Colección Cubana de la Biblioteca Nacional José Martí, dirigido por la Dra. Araceli García Carranza.

Quienes conocieron al investigador Octavio Jorge Smith Foyo en el prestigioso recinto bibliotecario lo recuerdan como una excelente persona, educado y muy cordial en su trato. Su hermana Ana diría que esta fue “(…) la mejor época de su vida” (1). En 1968, cuando comenzó a trabajar en la institución, se celebraba en todo el país el centenario del inicio de las guerras por la Independencia de la Isla. A tono con ese aniversario, el 28 de enero se inauguró la “Sala Martí”, fruto del esfuerzo de los trabajadores de Colección Cubana, entre los que se encontraban Cintio y Fina. Con este espacio veían concretado uno de sus sueños, el de brindar a usuarios nacionales y extranjeros un servicio especializado acerca de la vida y obra del apóstol.

En la Biblioteca Nacional, Octavio Smith se dedicó a la investigación histórica - literaria. Su primera pesquisa versó sobre la vida de Santiago Pita y Borroto (1694-1755), considerado el primer dramaturgo cubano por su comedia “El príncipe jardinero y fingido Cloridano”. A partir de los datos aportados por el profesor e investigador José Juan Arrom González, Smith no solo reveló información factual desconocida hasta ese momento sobre la trayectoria vital del comediógrafo, sino que también caracterizó de manera exhaustiva su época. Para lograrlo, consultó documentos del periodo colonial conservados en el fondo de Colección Cubana, el Archivo Nacional, la Catedral y el Museo Histórico de la Ciudad de La Habana. Entre sus resultados más loables estuvo la confección de una cronología habanera (2) “nueva y aumentada” de Santiago Pita a partir de 1719. Varios capítulos o secciones de su investigación aparecieron en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, de la cual fue miembro de su Consejo de Dirección desde el número de septiembre-diciembre de 1970 hasta el de enero-abril de 1973. Los artículos se titularon: “Para una vida de Santiago Pita”; “Santiago Pita: el guerrero”; “Algo más sobre Cicognini”; “De si hizo o no vida de metrópoli el primer dramaturgo cubano”; “Paisaje con un alcalde al fondo”; y “El capitán Santiago Pita de Figueroa. (Las viejas milicias habaneras)”. Como colofón exitoso de todo este empeño, la Editorial Letras Cubanas publicó su libro “Para una vida de Santiago Pita” en 1978. Al año siguiente, la profesora e investigadora Olivia Miranda valoraría esta obra y a su autor en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí:

“La curiosidad profesional y la seriedad de Smith como investigador – además de una paciencia que, si bien es condición indispensable en este tipo de actividad, no siempre llega a tan laudables extremos – le han permitido penetrar en una etapa de nuestro pasado colonial de extraordinaria importancia y, sin embargo, no lo suficientemente estudiada entre nosotros. (…) Para una vida de Santiago Pita resulta algo más que un intento de acumular datos para una biografía: es un interesante y ameno viaje a los primeros siglos coloniales, antecedentes directos del surgimiento de la nacionalidad cubana, el cual debe ser lectura obligada para todos aquellos interesados en nuestro devenir histórico y literario”(3).

En efecto, cuando se leen los textos de Octavio Smith se perciben cualidades hoy día identificadas como “competencias del investigador”. Entre ellas, la acertada selección de un tema de interés para la reconstrucción de la historia de la cultura nacional; así como, el profundo conocimiento de la literatura y de los hallazgos realizados hasta esa fecha por otros investigadores con relación al objeto de estudio. Se distinguía en él, además, su capacidad de comunicar los resultados que obtenía, pues, sin dejar a un lado el estilo de redacción científico, argumentaba de forma elocuente sus descubrimientos. Así, incorporó en sus discursos las interrogantes que le fueron surgiendo al calor de la investigación, u otras que tenían la finalidad de captar la atención del lector. Por ejemplo, sobre el dramaturgo florentino Giacinto Andrea Cicognini (1606-1660), autor de “Il principe giardiniero”, - obra que se conjeturaba fuera antecedente de la creada por Santiago Pita -, Smith se cuestionaba: “¿No pudo Cicognini inspirarse en algún “príncipe jardinero” hallado entre las tantas comedias del Siglo de Oro – pluma de Lope u otro fecundo ingenio – que no han llegado hasta nosotros? Acaso la posibilidad aquella de una fuente común a él y a Pita no sea tan remota”(4). De igual manera, en su poesía encontramos el uso de este recurso, aunque como es lógico, con otros fines.

Resultó inusual, por tratarse de artículos científicos, la forma en que recreó el entorno sociopolítico y cultural en que transcurrió la vida de Santiago Pita y su familia. Tal como se aprecia en esta sucinta descripción del periodo colonial: (5)“Época quisquillosa aquella, maniática de rangos, escalones, diferencias. Y las colonias extremaban la afección de la Metrópoli”. Afloraba en el investigador su naturaleza de escritor.

El teatro fue otra de las aficiones de Octavio Smith. Es posible encontrar en esa preferencia el fundamento de su interés por estudiar la vida del primer dramaturgo cubano. A principios de los años noventa la revista Albur, editada por un grupo de estudiantes del Instituto Superior de Arte, preparó con la colaboración de su hermana Ana un número monográfico conformado por sus piezas teatrales escritas entre 1964-1965. Aquí aparecieron ediciones facsimilares de: “La visitante”, “Tres misterios gozosos”, “El cerco”, “Acto segundo”, “Otra vez de viaje” y “La forma equívoca(6)” . Otras fueron: “Isabel y el retablo intruso” y “Acto primero”. Su colega y amigo Roberto Friol redactó un bello texto de presentación, en el que aseveró: “Cada poema suyo tiene la precisión de un acta de notario, y el poder y el saber de un poeta grande. Fue gran prosista, también. Su obra, a la que algún día se le hará justicia, lo sitúa en el grupo mayor de los escritores de Orígenes (7)”. Según consta en el “Diccionario de la Literatura Cubana”, elaborado por el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, algunas de sus obras de teatro fueron llevadas a escenas por grupos de aficionados. Entre estas se menciona “La visitante”, la cual fue dirigida por Eliseo Diego (8).

En tanto avanzaba en la investigación sobre Santiago Pita, Octavio Smith desarrolló una nueva línea de estudios relacionada con la crítica de libros, cuyos resultados se divulgaron en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. “Confesiones a propósito de un libro de confesiones” constituyó el análisis literario de “Con figura de gente y en uso de razón” (1969), de Francisco de Oráa, publicado por ediciones Uneac. Lo unía a este autor no sólo la percepción lírica de la vida, sino también sentimientos de amistad. Para Smith, Oráa era “un verdadero poeta y un poeta veraz (9)”.

Otra de sus reseñas críticas fue la del libro “Martí, Darío y el modernismo”, de Iván A. Shulman y Manuel Pedro González. Se publicó en el Anuario Martiano 3 (1971), serie que elaboraba la “Sala Martí” desde 1969. Asimismo realizó la edición crítica de la poesía de Julia Pérez Montes de Oca (1839-1875) y el prólogo a “El libro de los escribanos cubanos de los siglos XVI-XVII y XVIII”, de César García del Pino y Alicia Melis Cappa, impreso por Ciencias Sociales en 1982 (10).

En la revista de la institución aparecieron tres ensayos suyos que versaron sobre destacadas figuras de las letras ya fallecidas. En ellos fue notable la imagen que entregó de cada creador. El primer trabajo se refirió al poeta y crítico literario español Luis Cernuda (1902-1963), del cual se celebraba el setenta aniversario de su nacimiento. De él señalaría: “Fue auténticamente el joven que configuró a ojos de otros y fue siempre más joven que sus años; temprano traslució en él, inequívocamente, el poeta, y también el halo trágico de ciertos grandes huraños (11)”.

El artículo sobre José Antonio Ramos (1885-1946) coincidía con el nonagésimo onomástico del dramaturgo y escritor cubano. En este, Smith declararía: “Ramos no sería Ramos sin el dinámico desenfado de su estilo, incluso sin las inevitables caídas de éste: los desmaños sintácticos, los ahorros de sutileza, misterio y poesía, alguna elevación de tono que toma el atajo de los recursos oratorios ( ... ) (12)” . Mientras que a Luisa Pérez de Zambrana (1837-1922) la describiría como: “La retraída, la lírica, la gentil, la tierna, la comunicativa, la impetuosa, la espontánea, la teatral, la doliente porque sí, la rebelde secreta, la graciosa bachillera (…) (13)”. Su análisis de la obra de esta poetisa derivó en la búsqueda de la danza inspiradora del poema “Impresiones de la Danza La Sombra” (junio de 1855), que luego tendría en su versión final el título “Impresiones de la ‘Sombra’”. Aquí también Smith dialogó con los lectores: “¿Qué danza es esta de tan sugestivo título y, a juzgar por las señas, de tan rara y emocionante melodía? ¿Qué música fue la que así transportó a nuestra muchacha? (14)”. No era la primera vez que Luisa Pérez de Zambrana era objeto de sus reflexiones, pues la revista Lumen, de la Agrupación Católica Universitaria, había publicado un artículo suyo sobre la escritora en 1947.

Al crearse el Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales en 1979, Octavio Smith pasó a integrarlo junto a otros investigadores de Colección Cubana. “Variantes en poemas del primer Casal” (enero-abril de 1983) fue su última colaboración en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, cuando se celebraba el ciento veinte aniversario del natalicio de Julián del Casal (1863-1893) (15). Correspondía a los resultados de su búsqueda y análisis de la obra que publicara el poeta en La Habana Elegante desde 1885, cuando estaba al cumplir los 22 años. En este ensayo, Smith aportaría un conciso símil entre Luisa Pérez de Zambrana y Julián del Casal: “Ella trabaja con arte desde la llama. Él, Casal, todo naturalidad expresiva, desde el hastío, desde una realidad chillona y ebria, propone el arte con tesón heroico. Los dos son una muestra de respeto al Arte y al lector” (16).

A la par de sus investigaciones, Octavio Smith continuó la publicación de sus versos. Mucho tiempo antes, en 1946, Ediciones Orígenes le había editado el poemario “Del furtivo destierro”. Luego del triunfo de la Revolución, Ediciones La Tertulia presentó “Estos barrios” (1966); y posteriormente, su libro “Crónicas” (1974) fue parte de la Colección Contemporáneos de la Uneac. En 1981 salió impresa la antología de piezas poéticas “Lejos de la Casa Marina” por la Editorial Letras Cubanas. Su último libro, “Andanzas”, llegó a los lectores gracias al empeño afectuoso de Cintio y Fina.

Entre las revistas que circularon en su época, Unión divulgó la mayor parte de su obra poética. En sus páginas aparecieron: “Poemas” (abril-junio 1965); “En el país del Norte” (diciembre 1967 y septiembre 1968); “Poesías” (diciembre 1969); “Poemas” (marzo 1973); y “La marcha hacia Aviñón” (junio 1975). También La Gaceta de Cuba, Islas y Santiago publicaron sus versos.

Luego de catorce años dedicado a labores investigativas, en 1982, Octavio Smith presentó su expediente para obtener la categoría científica de investigador auxiliar. El Dr. Julio Le Riverend, director de la Biblioteca Nacional y Ramón de Armas Delamarter-Scott, jefe del Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales, dieron fe de su disciplina laboral y de los resultados satisfactorios en sus estudios. De esta manera lo consignaron:

“Aunque su producción escrita no ha sido extensa, los resultados de su rigurosa actividad investigativa han sido muy positivos y denotan el necesario dominio de los métodos de investigación y el adecuado conocimiento y manejo de las fuentes de estudio de su especialización. Goza de un amplio reconocimiento dentro de la misma, y ha efectuado una meritoria labor de rescate de la obra literaria de autores del periodo colonial, como parte de su actividad investigativa” (17).

Un año después, solicitó la jubilación por problemas de salud, los que se agravaron y provocaron su fallecimiento en 1987. El poeta-investigador Octavio Smith dejaba en sus compañeros de la Biblioteca Nacional la grata sensación de haber conocido a un hombre de paz. Al gremio de historiadores les legó una obra científica de valor histórico-literario.

[1] Smith, A.: “De Octavio Smith, su vida y su obra”, Vivarium, II: 24, La Habana, febrero de 1991.

[2] Smith, O.: “Para una vida de Santiago Pita”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 60 (3): 147-160; La Habana, septiembre-diciembre de 1969. Smith, O.: “Santiago Pita: el guerrero”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 64 (2): 159-169; La Habana, mayo-agosto de 1973. Smith, O.: “Algo más sobre Cicognini”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 65 (1): 69-76; La Habana, enero-abril de 1974. Smith, O.: “De si hizo o no vida de metrópoli el primer dramaturgo cubano”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 65 (2): 161-170; La Habana, mayo-agosto de 1974. Smith, O.: “Paisaje con un alcalde al fondo”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 66 (1): 97-123; La Habana, enero-abril de 1975. Smith, O.: “El capitán Santiago Pita de Figueroa. (Las viejas milicias habaneras)”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 67 (1): 79-84; La Habana, enero-abril de 1976.

[3] Miranda Francisco, O.: “Para una vida de Santiago Pita”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 70 (2): 139 y 143; La Habana, mayo-agosto de 1979.

[4] Smith, O.: “Algo más sobre Cicognini”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 65 (1): 74; La Habana, enero-abril de 1974.

[5] Smith, O.: “Paisaje con un alcalde al fondo”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 66 (1): 117; La habana, enero-abril de 1975.

[6] Albur, IV ([XIX]), La Habana, mayo de 1992.

[7] Friol, R.: [“Guardaba bajo siete llaves…”], Albur, IV, Número Especial: [1], La Habana, mayo de 1992.

[8] Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba.: “Diccionario de la Literatura Cubana”, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1984. p. 971.

[9] Smith, O.: “Confesiones a propósito de un poema de confesiones”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 61 (3): 127; La Habana, septiembre-diciembre de 1970.

[10] Smith, O.: “Expediente de la categoría del investigador Octavio Jorge Smith Foyo”, Archivo Departamento de Investigaciones, Biblioteca Nacional José Martí, Ministerio de Cultura, La Habana, 1979-1982.

[11] Smith, O.: “Aproximaciones a Luís Cernuda”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 63 (2): 34; La Habana, mayo-agosto de 1972.

[12] Smith, O.: “Travesía por José Antonio Ramos”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 66 (3): 21; La Habana, septiembre-diciembre de 1975.

[13] Smith, O.: “La muchacha y la sombra”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 68 (2): 51-69; La Habana, mayo-agosto de 1977.

[14] Smith, O.: Ídem. p. 64.

[15] Smith, O.: “Variantes en poemas del primer Casal”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 74 (1): 45-83; La Habana, enero-abril de 1983.

[16] Smith, O.: Ídem. 74.

[17] Smith, O.: “Expediente de la categoría del investigador Octavio Jorge Smith Foyo”, Archivo Departamento de Investigaciones, Biblioteca Nacional José Martí, Ministerio de Cultura, La Habana, 1979-1982.