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El valor de los embajadores más pequeños

16/5/2023
Por: Juan Hernández Machado, Biblioteca Nacional José Martí

Por todos es conocido que desde que surgiera el primer sello postal en el mundo, en Inglaterra el seis de mayo de 1840, el coleccionismo de las emisiones postales pasó a ser uno de los principales entretenimientos, fundamentalmente de personas con buena posición económica.

Desde hace unos cuantos años, en el Círculo Filatélico del Cerro, en la capital cubana, hemos trabajado con niños de escuelas primarias de la comunidad, promoviendo la historia mediante la filatelia, o sea, del coleccionismo y estudio y los sellos postales.

Hasta ahora el saldo ha sido positivo, no solo por las medallas, premios y reconocimientos alcanzados sino porque hemos podido ayudar a estos niños, ya hoy jóvenes y algunos adultos, a ser mejores ciudadanos.

Sin embargo, como siempre sucede, hay quienes cuestionan esta actividad porque la misma se separa un poco de lo que es la filatelia tradicional, personal e individualista como se practica en el mundo entero.

E independientemente de que no nos molesta asumir responsabilidad por esa bella y reconfortante actividad en la formación de las nuevas generaciones, creemos necesario que se conozca la inspiración para llevar a cabo la misma.

Cuando nuestro Héroe Nacional José Martí se encontraba ya participando en la unidad de todos los cubanos de bien para formar posteriormente el Partido Revolucionario Cubano e iniciar la fase final de la lucha por nuestra independencia, encontró tiempo para dejarle a los niños esa gran obra maestra que fue la entonces revista `La Edad de Oro`.

En el último párrafo del primer número, el Maestro incluyó una referencia a una bolsa de sellos que los niños pudieran cambiar, comprar y trabajar con los sellos de correos.

Más tarde, Gonzalo de Quesada, quien acompañaba al Maestro en Nueva York, le preguntó `¿Y por qué una bolsa de sellos`.

La respuesta, al estilo de Martí, fue rápida y directa. Se conoce que dijo que la razón era que los sellos postales eran los embajadores más pequeños, que en ocasiones llegaban a lugares donde le era difícil llegar al hombre, que eran parte de la educación y la cultura, servían para hermanar a los hombres y eran un buen instrumento para el conocimiento de la historia.

 Y no hay afirmación más cierta, el sello de correos muestra todas las facetas del país donde se origina, llega a todos los rincones del mundo y puede allanar caminos que en ocasiones son difíciles para los hombres sin otra ayuda.

Esta identificación del Prócer de la independencia cubana con la filatelia se ha recuperado por parte del Estado Cubano al crear, primero.   la Federación Filatélica Cubana en 1964, y  ésta, cumpliendo la política cultural de nuestro país, promoviendo la filatelia mediante disímiles actividades, incluyendo la propia emisión de sellos y elementos postales que contribuyan a conocer mejor la vida y obra de ese genial cubano, José Martí Pérez.

En los últimos 10 años se han emitido anualmente series especiales dedicadas a honrar al Maestro y permiten conocer aspectos diferentes de su vida, tanto en nuestro territorio nacional como en el exterior, mientras organizaba el Partido Revolucionario Cubano y aunaba esfuerzos para la Guerra Necesaria de 1895.

 Los `embajadores más pequeños`, como denominara Martí a los sellos de correo, han contribuido y contribuyen a que los seguidores de esta afición amplíen su educación y cultura y, en la mayoría de los casos, tengan un mayor conocimiento de nuestra historia, pues conociendo de dónde hemos venido y cómo, podemos prepararnos mejor para enfrentar el futuro a fin de mantener el mismo rumbo que trazara `El Hombre de la Edad de Oro` y que contribuyera hacerlo realidad ese otro gigante cubano, el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Por ello, en nombre de nuestros niños y también en el nuestro, solo nos queda decirles `Gracias, por todo lo que nos aportan`.

      

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