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Foto de Roig de Leuchesenring: incansable historiador y gigantesco promotor de la cultura.a  proposito del 60  Aniversario  de su muerte acaecida el  8 de agosto de 1964

Roig de Leuchesenring: incansable historiador y gigantesco promotor de la cultura.a proposito del 60 Aniversario de su muerte acaecida el 8 de agosto de 1964

8/8/2024
Por: Araceli García Carranza, Biblioteca Nacional José Martí

por Araceli García carranza, Bibliógrafa y jefa del Departamento de Investigaciones Culturales de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

Quiero que estas líneas  sean acicate para el estudio de la vida y la obra de Emilio Roig de Leuchsenring al recordarles a la mayoría de ustedes, y quizás darles a conocer a unos pocos, su Biobibliografía, repertorio que es aparato de búsqueda para quien se interese en la vida y la obra de Roig, así como la época que le tocó vivir. ¿Y por qué no? También para quien pretenda escribir su biografía. La Biobibliografía de Roig de Leuchsenring fue publicada en impresión ligera y tirada pequeña, por la Biblioteca Nacional en 1986. Posteriormente, gracias al Dr. Eusebio Leal Spengler cuenta con una preciosa edición de la Editorial Boloña publicada en el año 2007.

 
Y por cierto, pasados los años, otra biobibliografía hace posible el conocimiento de la vida y la obra de este hombre extraordinario pues en la Biobibliografía de Eusebio Leal Spengler aparece citado, en la indización auxiliar, 43 veces. ¡No menos de 40 intervenciones, discursos y conferencias magistrales ha dedicado el Historiador de la Ciudad a Emilio Roig de Leuchsenring!

Por tanto esta Biobibliografía de Roig y la de Eusebio Leal resultan homenajes perdurables a este historiador mayor de nuestra historia, repertorios que desde documentos descritos en sus cuerpos permiten en cualquier biblioteca del país o del mundo, que sean recuperables numerosos datos relacionados con su obra y con su vida, que también es historia. De manera que como su vida y obra están íntimamente unidas, realizar una sin la otra es cosa estéril y así reza el exergo de la Biobibliografía de Roig de Leuchsenring, cita de Ludwing Renn, la cual consta de trayectoria vital, cuerpo bibliográfico y una indización auxiliar que pretendió agotar el análisis de libros, folletos, publicaciones periódicas y otros documentos de interés localizados en la Biblioteca Nacional y en la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC). De ahí que esas iniciales aparezcan calzando las descripciones de los documentos que no poseía la Biblioteca Nacional en aquellos años y que corresponden a documentos que pueden ser consultados en la OHC, donde se atesora una valiosa y preciosa COLECCIÓN  facticia, en aquellos años ochenta bajo la sensible custodia de María Benítez, viuda de Roig y hoy, en la Biblioteca Histórica de la OHC.

La trayectoria vital es inventario precioso de vida y obra, se inicia con datos sobre la rama cubana del apellido Roig y su nacimiento, ocurrido el 23 de agosto de 1889; se extiende en más de 100 páginas hasta su muerte ocurrida el 8 de agosto de 1964. En este itinerario biográfico se detallan, en orden cronológico, no solo datos de interés biográficos sino de interés político e intelectual y trascendentes en su época para la historia de Cuba y de América Latina.

Esta trayectoria no olvida sus primeros pasos como periodista y como costumbrista desde que escribiera su primer artículo “Impresiones de viaje”, bajo el seudónimo de Hernann (inspirado por la lectura de la obra de Hernann Suderman), y lo publicara en el Diario de la Marina, el 28 de noviembre de 1905. Unos años después, en 1912, ganó premio en el Concurso Literario de la revista El Fígaro con su artículo “¿Se puede vivir en la Habana sin un centavo?”, presentado bajo el lema de Bruja Sopera. Fueron estos los primeros pasos y el punto de partida de una rica obra periodística en la que no solo Roig cultivaría el costumbrismo, sino una enjundiosa bibliografía martiana, temas culturales, de derecho, literatura, historia de Cuba en general, y en particular de La Habana, así como reseñas, glosas, críticas y comentarios de libros. Pero su obra activa no se limita a sus artículos en las publicaciones periódicas, ya que en 1919 había publicado su primer libro a favor de la soberanía de Santo Domingo: La ocupación de la República Dominicana por los Estados Unidos y el derecho de las pequeñas nacionalidades de América, obra que constituye su primera denuncia antimperialista y que mereció notas de la prensa cubana y latinoamericana, así como artículos de Carlos Loveira y Enrique José Varona, entre otras relevantes figuras. Con esta disertación iniciaría Roig sus lances en el seno de la Sociedad de Derecho Internacional ante la cual solicitaría un esclarecimiento de la Doctrina Monroe en 1920; en 1922 disertaría sobre La Enmienda Platt en su interpretación primitiva y sus aplicaciones posteriores; en 1923 sobre Análisis y consecuencias de la intervención norteamericana en nuestros asuntos interiores; y en 1923 sobre Nacionalismo e internacionalismo en José Martí. Así transcurrieron sus primeros años de jurista, se había graduado de Derecho Civil en la Universidad de La Habana en 1917, y en 1918, ya obtuvo resonante éxito ante la Sala Primera de lo Criminal al obtener la absolución de su primer caso: Cirilo Valdés Castillo, acusado de robo. Posteriormente ocupó la redacción de Social, revista en la que colaboraba desde 1916, y en 1924 formó parte del Grupo Minorista, denominado así por resultar pocos los que por esta época eran capaces de compartir inquietudes intelectuales (Los nuevos, como también se denominaron, se reunían cada sábado, por lo general en el propio bufete de Roig).
En 1927 firmó con los minoristas el histórico manifiesto que definió al grupo: por la revisión de los valores falsos y gastados, el arte nuevo, la reforma de la enseñanza pública, la autonomía universitaria, la independencia económica de Cuba; contra el imperialismo yanqui y las dictaduras políticas unipersonales en el mundo, en América, en Cuba; en pro del mejoramiento del agricultor, del colono, y del obrero cubano; por la cordialidad de la unión latinoamericana.

Un año después, en 1928 defendió la no intervención ante la VI Conferencia Internacional Americana que tuvo lugar en La Habana. “Cuba y el principio de no intervención” fue su respuesta en Carteles al comentar la ambigua defensa de Orestes Ferrara, quien trataba de justificar las intervenciones norteamericanas en América Latina. En 1930 y otra vez en el seno de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional disertó sobre El Intervencionismo, mal de males de nuestra República; en esa ocasión analizó las funestas consecuencias que para Cuba había traído la Enmienda Platt y su mal uso por parte de gobiernos y políticos, siempre a favor de intereses personales, y en perjuicio de la soberanía y la libertad de Cuba.

Dentro de esta década, 1935 es un año significativo y de nuevas perspectivas en esta vida excepcional no solo por los títulos que publicó, sino porque a partir de este año realizaría una obra imperecedera como Historiador de la Ciudad de La Habana. En este año dio a conocer El internacionalismo antiimperialista en la obra político revolucionaria de José Martí, estudio que constituye un auténtico análisis del pensamiento antimperialista del Apóstol, relacionado con la conciencia nacional; inició la publicación de Cuadernos de Historia Habanera, colección imprescindible en una biblioteca cubana, y publicó nada menos que su Historia de la Enmienda Platt, una interpretación de la realidad cubana, obra que resume la ambición desmedida y la enemistad de los Estados Unidos contra la independencia de Cuba, libro sensacional y estudio imparcial en sus aspectos histórico, político, económico y social, del caso cubano desde que en 1805 aparecen las primeras intenciones norteamericanas de apoderarse de Cuba. En esta obra Roig critica el proceso de absorción y explotación imperialista yanqui en la Isla y presenta un cuadro de los más trascendentales acontecimientos políticos cubanos, internos y externos, desde 1902.

(Nosotros los bibliotecarios no podemos ni debemos olvidar que también en 1935 por iniciativa de Roig se constituyó la sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional, que tanta significación tuvo posteriormente en la historia de nuestra institución).

En 1937, después de diez años de intenso trabajo, editó el primer volumen de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana, el cual fue dado a conocer en 1938, precisamente el día de la inauguración de la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle, única institución que, por esa época, puso el libro en manos del pueblo. En este mismo año dio a conocer el primer y único volumen de su Historia de La Habana, obra que tuvo como fuentes principales los documentos existentes en los archivos españoles y las propias actas del cabildo habanero. Esta obra abarca desde la época colombina hasta 1565.

En 1939 ingresó en la Academia de la Historia de Cuba con su obra Martí en España. Pocos meses antes había publicado, un notable suplemento: La España de Martí.

La década del cuarenta dio la medida de esta vida en combate constante por las mejores causas patrióticas y por el futuro del país. Por estos años, Roig, como presidente del Comité Cubano Pro Libertad de Patriotas Puertorriqueños, denunció la situación de Pedro Albizu Campos y de otros patriotas que se encontraban incomunicados en prisiones norteamericanas; presentó, ante el gobierno provincial de La Habana, un proyecto de ley para la creación de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos y de las obras de arte en general, y un proyecto de reglamento de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, esta última institución que tendría como fin principal el conocimiento, estudio y divulgación de la historia de Cuba, de América y de los países del Viejo Mundo ligados a la historia americana. (Esta Sociedad inició sus labores con el ciclo de conferencias Los grandes movimientos políticos cubanos en la colonia y en la república); también a principios de esta década fue acusado de comunista por impugnar la conferencia de Emilio Núñez Portuondo a favor de la democracia y la reacción.

Por otra parte, firmó, junto a otros intelectuales cubanos, el manifiesto sobre los últimos acontecimientos de España; por su iniciativa pidió al alcalde municipal la creación del Museo de la Ciudad de La Habana para que éste funcionara anexo a la Oficina del Historiador, y combatió la absurda campaña que desató la designación de Juan Marinello como presidente de la Comisión de Escuelas Privadas del Consejo Nacional de Educación y Cultura. Por este motivo organizó una valiente cruzada Por la Escuela Cubana en Cuba Libre, en pro de la enseñanza laica en las escuelas privadas y por la nacionalización de la enseñanza y su intervención por el Estado, campaña que resultó un movimiento nacional de afirmación cubana.

Por estos años organizó ocho de los trece Congresos Nacionales de Historia; presidió el primer Congreso Histórico Municipal Interamericano e integró las delegaciones a los 2˚, 3˚ y 4˚ de estos congresos; presentó, con el doctor Fernando Portuondo del Prado, una moción interesada en la revisión de la enseñanza de la Historia de Cuba en todos los centros educativos del país; fue elegido miembro del Comité Ejecutivo Permanente por la Paz y la Democracia en su Congreso Nacional, y publicó Cuba y los Estados Unidos, 1805-1898, historia documentada de la actitud disímil del Estado y el pueblo norteamericanos en relación con la independencia de Cuba.

La década del cincuenta constituyó también para Roig un periodo de combate diario y solidario en pro de los mejores intereses de los pueblos. Por esta época participó activamente en la campaña internacional por la paz mundial como miembro del secretariado del Comité Nacional por la Paz y la Democracia; se dirigió a los mandatarios y legisladores de los gobiernos democráticos del área del Caribe, así como a los miembros de la Comisión del Órgano de Consulta Provisional de la Organización de Estados Americanos, para que estudiaran los problemas que confrontaban Santo Domingo, Nicaragua y Venezuela; firmó un memorándum para que el voto cubano sirviera para mantener los acuerdos de la ONU contra Franco; organizó y llevó a cabo el noveno Congreso Nacional de Historia, en el año del primer centenario de la Bandera Cubana. En este Congreso presentó las conclusiones de su obra Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos.

En 1952, organizó el décimo Congreso Nacional de Historia (en la BioBibliografía se detallan los Congresos), en el cual se acordó declarar su obra La guerra libertadora de los treinta años como un valioso aporte esclarecedor de todas las cuestiones fundamentales de la lucha de Cuba por su independencia y reconocer su alto sentido patriótico; se pronunció a favor de estrechar relaciones culturales, comerciales y diplomáticas con la URSS, y, como delegado al Congreso de Escritores Martianos, presentó su obra El americanismo en Martí.

Además la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales le publicó su siempre vigente Martí antimperialista, obra que ha merecido más de nueve ediciones incluidas sus traducciones al ruso, chino, inglés y francés.

En el año del centenario de Martí, protestó contra el ajusticiamiento de los Rosemberg por parte del imperialismo norteamericano y, por su iniciativa y gestión, fue sustituida la estatua de Fernando VII por la de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas, después de enconadas polémicas sostenidas a lo largo de 32 años.

En 1955 refutó los ataques publicados por Robert M. Hallet, en el The Christian Science Monitor, contra su obra Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos. (Hallet aludió a sus actividades de carácter histórico presentándolas como “ejemplos específicos de infiltración comunista”) y en este mismo año publicó su obra La Guerra Hispano-cubano-americana fue ganada por el lugarteniente general del Ejercito Libertador Calixto García Íñiguez.

Organizó y presidió en 1956 el duodécimo Congreso Nacional de Historia y, en 1958, distribuyó su obra Veinte años de actividades del Historiador de la Ciudad de La Habana, en la cual dio a conocer minuciosamente todos los hechos relacionados con el funcionamiento de la Oficina del Historiador, la actuación de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, y los doce Congresos Nacionales de Historia. Durante este año mantuvo suspendidas las actividades culturales de carácter público de su competencia como protesta contra la sangrienta dictadura batistiana; pero al final de esta década tuvo el privilegio de asistir al triunfo de la Revolución Cubana y dedicarle hasta su muerte su laboriosa vida de constante servicio a la patria.

En 1960 organizó el XIII Congreso Nacional de Historia y cerró un ciclo excepcional, en nuestro país, en pro de la investigación y el estudio de la historia en Cuba.

Con estos escasos datos, seleccionados entre cientos de ellos que se destacan en su hermosa trayectoria vital he pretendido introducirlos en la primera parte de una BiOBIbliografía… verdaderamente inagotable, darles en parte la medida de esta vida, de su obra, y de la información que puede recuperarse de este repertorio bibliográfico.

A continuación en el cuerpo bibliográfico central, auténtica columna vertebral de este repertorio, se describen libros y folletos, las colaboraciones en este tipo de documentos, y los títulos de colecciones y ediciones que Roig dirigió y cuidó. Series o colecciones y ediciones que por gestión de un solo hombre enriquecen, también en forma excepcional, el movimiento editorial cubano de su época. Recopilaciones tales como Colección de documentos para la historia de Cuba, Colección del bicentenario de 1762, Colección del centenario de Martí, Colección histórica cubana y americana, Cuadernos de historia habanera, Homenaje a próceres cubanos e hispanoamericanos, Publicaciones de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, y otras ediciones a su cuidado. Además en estas colecciones y ediciones colaboraría con sus notas preliminares, prefacios, palabras, prólogos y trabajos históricos más amplios realizados por este incansable historiador y gigantesco promotor de las culturas cubana y americana.

A continuación aparecen descritos numerosas colaboraciones en publicaciones seriadas. Primero, las correspondientes a publicaciones nacionales y extranjeras en general; después, en especial, sus colaboraciones en la revista Carteles (1914-1954) y, por último, las secciones fijas que sostuvo en esta revista desde 1926 hasta 1953.

La primera de estas secciones fijas fue Habladurías, la que publicaría hasta el 16 de agosto de 1953, bajo el seudónimo de El Curioso Parlanchín, en la cual estudia y critica nuestras costumbres públicas y privadas.

Paralelamente escribía en esta revista, y con su verdadero nombre, artículos de costumbres, políticos e históricos; pero, a partir de 1926, demandaba para Cuba a través de estas páginas una radical transformación en pro de la vida del derecho, la equidad y la justicia social. Desde esta tribuna se opuso valientemente al continuismo de Machado y denunció la dictadura imperante; desde 1930 desarrolló el tema de las dictaduras en Europa y América, en estos artículos sostuvo que la base más firme de las dictaduras en nuestro continente sometido al imperialismo yanqui, había sido el apoyo de Washington, y denunció, además, los males políticos que hundían a América Latina en la más absoluta miseria.

La ignorancia del dictador Machado y de su aparato de gobierno hicieron posible que Roig sostuviera este combate frontal hasta principios de 1931, cuando en la propia revista Carteles apareció su fotografía con un texto que alertaba sobre la orden de arresto que ya pesaba sobre él, ordenada nada menos que por el propio dictador, quien en círculos íntimos ya había exigido su muerte. Por estas razones, es el periodista Ruy de Lugo Viña le salvó la vida, al ocultarlo en su propia casa, y le sirvió de nexo para colaborar en Carteles. Usaba por entonces los seudónimos Juan Matusalén Junior, U. Noquelosabe, Cristóbal de la Habana y U. Noquelovio en las secciones Quisicosas, Recuerdos de antaño y Carácter y costumbres criollos respectivamente; el seudónimo de Enrique Alejandro de Hermann lo usó en artículos de interés político, histórico y social no pertenecientes a ninguna sección con título propio; pero que, por su perfil y contenido, y por el mismo seudónimo utilizado correspondían también a una sección fija.

Esta etapa de secciones fijas firmadas con distintos seudónimos la sostuvo hasta la caída de Machado, (excepto Habladurías de El Curioso Parlanchín que publicó hasta 1953).

Después de la caída de este dictador el 12 de agosto de 1933, apareció de nuevo su nombre bajo el artículo que tituló con esta sentencia martiana: La tiranía no corrompe, prepara.

Excepto estas secciones fijas que aparecen agrupadas por sus títulos y los seudónimos utilizados en cada caso, las colaboraciones en publicaciones periódicas en general y en el caso especial de Carteles, aparecen clasificadas por materias en este cuerpo bibliográfico central. Estas subdivisiones por materias y secciones no solo facilitan al estudioso la consulta del cuerpo central bibliográfico, sino que también facilitan la búsqueda a través del índice auxiliar, al simplificar con esta estructura la excesiva numeración que requeríRIan algunos datos relacionados en este aparato de búsqueda de aparecer salteados en el cuerpo bibliográfico numerado.

No obstante, a través de dicho índice, tratamos de agotar posibilidades en cada tema, ya sea este general o específico. Temas y datos relacionados en estricto orden alfabético, se desprenden del análisis de cada uno.

O sea, que con esta tercera y última parte de la bibliografía hemos tratado de facilitar y agilizar la recuperación de la información con un lenguaje de búsqueda característico y propio de la documentación analizada.

Antes de terminar quiero agradecer públicamente la colaboración generosa y gentil que recibí de María Benítez, viuda de Roig, imprescindible apoyo en las labores de búsqueda e investigación, quien hizo posible la creación del repertorio bibliográfico, el cual muestra y demuestra con datos y documentos la trayectoria política e intelectual de esta alta figura de la historia y la cultura cubanas. Y a Leal, a quien debo tanto, la preciosa edición de Boloña, y su inapreciable complemento a la BioBibliografía de Roig, desde su propia Biobibliografía… pues ha sido Leal el autor que más paginas ha dedicado a Emilio Roig de Leuchsenring.

Es curioso señalar que como les dije antes, Emilio Roig de Leuchsenring fue un incansable historiador y gigantesco promotor de las culturas cubana y americana, y la vida ha querido que su sucesor, Eusebio Leal, sea también otro gigante.

La doctora Hortensia Pichardo los admiró profundamente a los dos y una vez me dijo que los dos, cada uno en su época eran mucho más que un Ministerio de Cultura: así fue en el caso de Roig y así es en el caso de Eusebio Leal.
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* Conferencia impartida por la doctora Araceli García Carranza el día 27 de mayo de 2013 en el marco del Ciclo de Conferencias de la Cátedra Emilio Roig de Leuchsenring, del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.