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Foto de  La Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial  les presenta: Perdido y encontrado de Oliver Jeffer.

La Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial les presenta: Perdido y encontrado de Oliver Jeffer.

17/4/2020
Por: Maribel Duarte González, Biblioteca Nacional José Martí

Para los más pequeños de casa la Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial "Alex Urquiola "de Holguín,  les presenta: Perdido y encontrado de Oliver Jeffer.
Este era un niño que un día encontró un pingüino en la puerta de su casa. No tenía idea de dónde había salido ni por qué lo seguía a todas partes. El pingüino se veía triste. ¿Se habría perdido?
El niño decidió ayudarlo a encontrar el camino a casa. Fue a la oficina de objetos perdidos, pero nadie había reclamado un pingüino. Les preguntó a unos pájaros si sabían de dónde había venido. Ellos lo ignoraron. Hay pájaros así.
Le preguntó a su patito, y el patito se alejó nadando. Tampoco sabía nada. Esa noche, el niño se fue a dormir desanimado. Quería ayudar al pingüino y no se le ocurría cómo.
A la mañana siguiente averiguó dónde viven los pingüinos. ¿Habría modo de llegar hasta allá? El niño corrió hacia un barco en el muelle y preguntó si podían llevarlo al Polo Sur, pero su voz se perdió en el sonido de la sirena del barco.
Lo mejor sería ir remando en un bote fuerte y de buen tamaño. Sacaron el bote del cuarto de los trastes y lo equiparon con todo lo necesario. Empujaron su embarcación al agua y se hicieron a la mar.
Remaron durante largos días… Y noches. Mientras el niño le contaba historias a su pequeño pasajero, que lo escuchaba muy atento. Atravesaron mares tranquilos y olas altas como montañas… Hasta llegar al Polo Sur.
El niño estaba feliz, pero el pingüino parecía triste otra vez. Su compañero lo ayudó a bajar del bote. Llegó el momento de despedirse. El niño se alejó remando. Al volver la vista atrás se dio cuenta de que el pingüino se veía más triste que nunca.
Era tan extraño viajar sin compañía… Y mientras más lo pensaba, más comprendía su error: el pingüino no estaba perdido… ¡Se sentía solo!
Tan rápido como pudo, el niño dirigió el bote hacia el sur. Llegó de nuevo al Polo. ¿Dónde estaría el pingüino? Por más que buscó y buscó no lo pudo encontrar.
Decepcionado, el niño retomó el camino a casa. ¿A quién le contaría historias ahora? ¿Al viento? ¿A las olas? En ese instante, algo en la lejanía llamó su atención. A medida que el bote avanzaba, ese algo fue creciendo hasta convertirse en… ¡el pingüino! Y así, el niño y su amigo regresaron juntos a su casa, compartiendo maravillosas historias durante el viaje.