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De la historia contada por las revistas cubanas de los sesenta. Rolando Rodríguez, sus primeros años en el Instituto del Libro
20/7/2020
Por: Vilma N. Ponce Suárez, Biblioteca Nacional José Martí
En la noche del 7 de diciembre de 1965 Rolando Rodríguez recibió en su casa el aviso de que tendría horas después una visita especial en su local de trabajo. Ya sabía entonces que el visitante era Fidel. Ese encuentro le daría un giro a su vida profesional, pues, de jefe del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, se convertiría en fundador y director del Instituto del Libro. En una entrevista que aparece en la multimedia “Pensamiento Crítico: una revista cubana para el ejercicio de pensar”, Rolando Rodríguez relató cómo se gestó este organismo durante 1966, y su constitución en 1967. A partir de ese momento el Instituto del Libro presentó resultados encomiables en la edición, impresión, distribución, importación y exportación de libros y revistas en el país, a pesar de las limitaciones económicas. En particular, la publicación de textos para los alumnos de todos los niveles de enseñanza constituyó una prioridad en esa época. En 1968 la dirección del país le asignó a Rolando Rodríguez la tarea de organizar con la mayor discreción la edición e impresión de cerca de un millón de ejemplares de “El Diario del Che en Bolivia”, el cual se distribuyó gratuitamente por todo el país en el mes de julio. También se realizó esta labor en el exterior, para lo cual se hicieron traducciones en varios idiomas.
Sobre los logros, deficiencias y proyectos del Instituto del Libro hasta 1969 trató El Caimán Barbudo en su número de agosto. Un equipo de investigadores de ese centro y varios diseñadores gráficos abordaron la historia y el presente del libro cubano. Rolando Rodríguez, en su condición de director, respondió diversas preguntas formuladas por la Redacción. En su intervención se refirió a las directivas de la política editorial nacional, la relación demanda – público, el derecho de autor, la calidad y crítica de los libros, las posibilidades de los jóvenes autores para publicar sus obras, entre otros temas. Como cierre de esa edición, la contraportada, a cargo del fotógrafo Peroga (Pedro Rodríguez García), mostró diferentes diseños de las cubiertas de “El Diario del Che en Bolivia” en ediciones extranjeras.