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Foto de Gran profundidad en este texto. Concurso Leer a Martí 2000

Gran profundidad en este texto. Concurso Leer a Martí 2000

25/10/2020
Por: Jessica Álvarez Bellas, Biblioteca Nacional José Martí

Hoy le presentamos esta hermosa obra escrita por una adolescente de 11no grado, tenía 16 años y que fue ganadora del Concurso Leer a Martí en el año 2000 y pertenece a la provincia de Camagüey

Tú, mi Martí

Yulia Aguilar Echevarría

No recuerdo exactamente el momento en que te conocí; no sé si fue un hermoso día de sol, o una tarde lluviosa; si había calor o frío; si estaba triste o feliz… pero, ¿Qué más da?, si desde entonces no he podido apartarme de ti, no he dejado de amarte.

Todo comenzó cuando era bastante pequeña. Cada noche, acostada junto a papá, recitaba una y otra vez: ´´Sí, Pilar, dáselo…´´, hasta aprendérmelo de punta a cabo. Caminé por la arena, a Magdalena quise pegarle, sentí el olor del mar y el sonido de la espuma, abrigué con mis zapatos los pies de la niña enferma, y hasta escuché el susurro de una mariposa. Después de tanto esfuerzo, poder repetir aquellos versos de memoria fue para mí como alcanzar la gloria. 

Así, me llevaste de la mano por un mundo fabuloso. Aprendí a querer a mis muñecas de trapo; las mismas que antes eran feas, se volvieron bellísimas, me hablaron con sus ojos. Muchas veces, escondida de abuela, me puse su vieja peineta y dejé caer al suelo su manto de flecos. Casi muero de pena por la que murió de amor. Quise saber todos los acertijos de la Tierra, para estar preparada cuando se presentará un Meñique a conquistarme, sí, porque tú me hiciste princesa

Día a día anduve, curiosa, buscando nuevos horizontes entre tu obra infinita. No tardé en descubrir ciertas cartas que hicieron estremecer mi alma. ¡Cuánto deseé ser la niña a quien iban dirigidas esas palabras llenas de ternura! Y sin trasladarme en el tiempo ni convertirme en ella, se cumplió mi sueño: hice mía cada frase, cada enseñanza, cada beso… te vi encogido, bien doblado entre las letras, que venías a darme un abrazo. Me propuse trabajar, estudiar, ser buena, no tener nunca miedo a sufrir, ser libre para que me respetaran los hombres malos y me desearan los buenos. Era así como querías que yo fuera, ¿verdad? Ah, y cuidé de querer más que a ti, sólo a quien me quisiera más que tú

Poco a poco fui creciendo, interesándome por asuntos más serios. Gracias a tus impresiones sobre los versos de Homero, pude comprenderlos mejor y llegué a disfrutar su lectura. También por ti conocí las entrañas del monstruo y desprecié sus garras de terciopelo. Admiré a un hombre audaz y magnífico, a un ´´diamante con alma de beso´´ 74, y como a ellos, a otros gigantes que me ibas mostrando con tu mágico lenguaje, derrochando amor y respeto. Bebí con gusto el vino agrio de plátano, nuestro vino, el de los hijos de América Latina

¿Sabes?, además de seguirte como al pensador y patriota, he tratado de acercarme al ser humano, al que nació con la capacidad de amar al bueno y al malo, de agradecer siempre a la vida, de considerar la amistad un remedio seguro para todas las penas. Me pregunto: ¿acaso yo podré compararme con alguien como tú, que recogías por el camino la 1ra flor para tus hermanas, a pesar de estar lejos del hogar? Pero no me rendiré, construiré obras, mejoraré siempre, para que estés orgulloso de mí. Lo intentaré hasta la muerte, y después, ¿quién sabe?, tú lo has dicho:

´´la tumba es vía y no término´´ 

Hoy soy aún una jovencita de pocas experiencias. Sin embargo, junto a ti conocí la fantasía, la realidad, la bondad, la maldad. Sé cómo duele el presidio en la juventud y las huellas que deja, sé lo que se sufre en el destierro, me siento deudora de aquel negro azotado injustamente y del que colgaba cuando el sol se ponía, rojo como en el desierto. Amo la vida, los árboles y defiendo la amistad

Por tantas y tantas razones, jamás me apartaré de ti. He recorrido apenas un trocito del camino, son muchas las páginas, en las que me has dejado el sentir de tu alma, lo que provoca en ti desde un rayo de sol hasta un granito de arena, y quiero conocerlo todo. Te aseguro que, aunque envejezca me conservaré siempre niña. Y sólo acudiría a un camaroncito encantado si me encontrara en un apuro: si estuviera perdiéndote, porque sería como perder a mi padre, sería perder a un hombre grande con corazón de niño, perderte a ti, mi José Martí.