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120 Aniversario BNCJM- Tesoros. Una preciosa Cárcel de amor
1/1/2021
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí
El público que asiste a las bibliotecas mantiene la opinión general de que los libros impresos en siglos pasados son polvorientos, tratan de temas áridos y resultan difíciles de manipular por su gran tamaño. La propia calificación de raros que reciben ha incidido en esos criterios. Muchos colegas comparten esa opinión desconociendo el encanto que encierran pequeños tesoros que se guardan en los estantes de los depósitos de la propia institución en que laboran, y reniegan del placer estético de tomar en las manos una pieza curiosa desde distintos puntos de vista.
En este caso para finalizar un difícil año de pandemia y aislamiento social proponemos una obra en la que confluyen diversos aspectos de interés; se trata de un volumen encuadernado en piel, impreso en caracteres góticos, que conserva aún las características de libros de décadas anteriores: La Cárcel de Amor de Diego de San Pedro, “estampado en la ínclita ciudad de Venecia, hízolo estampar miser Juan Batista Pedrezano mercader de libros”, en la temprana fecha de 20 noviembre 1531.
Diego de San Pedro (¿1437-1498?), poeta y narrador español, considerado como converso por algunos autores, es conocido fundamentalmente por esta novela publicada por primera vez en Sevilla en 1492, por sus poemas y por el Tratado de amores de Arnalte y Lucenda (1491).
El título seleccionado en esta oportunidad consta de 56 hojas que guardan sorpresas a partir de la preciosa portada alegórica grabada que ocupa gran parte del espacio dedicado a ella, las letras capitales que dan inicio al texto. Además a lo largo del librillo se representan escenas galantes que se repiten, práctica común en muchos impresos de la época, en la que un mismo grabado se utiliza de manera repetitiva para presentar escenas o personajes diferentes.
El ejemplar concluye con una nota que recuerda el explicit (especie de colofón) del período de los incunables, sin embargo su material ilustrativo acerca al lector a un estilo renacentista, alejándolo de las toscas xilografías que adornaban a los impresos anteriores a 1501. El papel de tina, degradado y con márgenes muy cortados, nos habla de una manipulación excesiva por parte de sucesivas generaciones de personas que en el transcurso de cuatro siglos desearon leerlo, y razón había para ello.
2 El libro a que se hace referencia fue muy popular en su época de tal forma que se tradujo a otras lenguas europeas entre los siglos XV y XVII sufriendo sucesivas ediciones y agotándose en el mercado; de forma alegórica cuenta la historia del amor de Leriano y Laureola que concluye con el suicidio del primero, y se dice que influyó en obras posteriores como La Celestina. Además de la narración y la alegoría, en la novela aparecen también discursos y cartas.
No obstante alcanzar la fama, su autor renegó de él en 1509 (2), arrepentido por haber sacado a la luz una obra “profana”, condenada por el Santo Oficio y censurada por algunos de sus contemporáneos, según manifiesta el destacado bibliógrafo español Antonio Palau y Dulcet. (1).
Un rasgo que caracteriza a los libros del Siglo XVI es la presencia de obras de contenido laico, en contraposición con las de contenido religioso, de manera tal que por lo general los misales o textos de temas jurídicos, publicados en volúmenes de gran formato se entremezclan en las estanterías con otras impresas en menor tamaño, más fáciles de ocultar cuando fuera necesario (sobre todo si eran prohibidas por su contenido como en este caso) y más cómodas para la lectura. Aparecen así volúmenes diseñados con letras e ilustraciones de manera tal que texto e imagen se concentran, sentando ya las bases del libro moderno cuyas pautas habían establecido impresores de la talla de un Aldo Manuzio y que fueron seguidas por sus sucesores o por otros tipógrafos europeos con el objetivo de obtener joyas bibliográficas cada vez más atractivas, en las que a la vez que se ahorraba papel se obtenían aires de novedad que resultaban evidentemente gratos para lectores con intereses propios del hombre del Renacimiento que iba ganando terreno en las tierras de la Europa de aquellos tiempos. El ejemplar seleccionado, siguiendo esa línea, mide solamente 15 centímetros.
Otra característica del siglo XVI es la presencia de las lenguas romances en las ediciones, que provoca que el latín vaya quedando relegado para las producciones vinculadas con el pasado, de manera tal que el hecho de estar esta Cárcel de amor escrita en el castellano de la época de los Reyes Católicos la hace más grata para un lector de habla hispana puesto que aún cuando su lectura resulta difícil, los amantes de los libros antiguos se sienten atraídos por esta lengua en franco proceso de transformación y aunque los catalogadores se abruman ante un texto que no siempre les es comprensible y que conlleva la utilización de diccionarios u otras obras de referencia, no por ello dejan de maravillarse ante la belleza de ella.
En nuestra actual era digital una edición moderna de la Cárcel de amor está disponible en el sitio:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12604518660154844198846/index.htm, de forma tal que los lectores que deseen leerla en formato electrónico pueden hacerlo por medio de la red de redes.