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120 Aniversario BNCJM- Tesoros. Los Incas del famoso grabador Moreau Le Jeune.
19/1/2021
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí
Los libros antiguos de cada siglo mantienen un gradual proceso de perfeccionamiento formal, reflejando el estilo predominante en la época así como situaciones concretas de cada período. Nada mejor para explicar ese proceso que utilizar volúmenes disponibles en el fondo de Raros y Valiosos, sobre todo ediciones ilustradas, que resultan muy atractivas para todos los tipos de lectores, inclusive los más indiferentes.
Se trata de una obra literaria, a pesar del título.
• Les Incas, ou, la destruction de l`empire du Pérou / par M. Marmontel. Historiographe de France, l`un des Quarante de l`Académie Françoise. – A Paris: Chez Lacombe, libraire, rue de Tournon, près le Luxembourg: 1777. -- 2 vol.: il.; 20 cm.
Su autor, Jean-François Marmontel, fue un escritor y dramaturgo francés nacido un 11 de julio de 1723 en Bort (Limousin) y fallecido un 31 de diciembre de 1799 en la aldea de Ablonville (Normandía). Hijo de un sastre de pueblo, logró ingresar en una escuela de jesuitas de Mauriac, laborando como profesor en Clemon-Ferrand y Touluse. En 1745 se trasladó a París bajo la protección de Voltaire, dándose a conocer con algunos poemas y tragedias, entre las que se destacaron Denys le Tyran (1748) y Aristomène (1749).
Ante el fracaso de sus últimas obras de carácter teatral, dirigió durante algún tiempo, apoyado por la famosa madame de Pompadour el periódico Mercure de France, en el cual fue publicando sus Cuentos morales, y colaboró en la Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers, conocida simplemente como L’encyclopédie, para la que escribió numerosos artículos de carácter poético y literario al igual que otros destacados eruditos de entonces. Esta obra de referencia mundialmente conocida debida al esfuerzo de Denis Diderot y Jean d’Alembert se produjo en el período comprendido entre 1751 y 1780 y fue muy perseguida por las ideas contenidas, que reflejaban nuevas formas de pensar que rompían los cánones imperantes, combatiendo la autoridad de la Iglesia.
Marmontel obtuvo un gran éxito con las novelas Bélisaire (en 1767), de carácter filosófico y muy popular al salir a la luz debido a la censura hecha por los teólogos de la Sorbona a algunos de sus pasajes y a la consecuente defensa hecha por Voltaire, y Les Incas…, objetivo central de este artículo, en 1777. También escribió algunas óperas cómicas.
Tal y como se consigna en la portada, fue nombrado “Historiographe de France” en 1771 gracias a unas Memoires du Duc d ´Orléans y en 1783; a la muerte del célebre D´Alembert, fue designado como secretario perpetuo de la Académie Française a la cual había ingresado desde 1863.
Finamente en 1787 fundió en seis volúmenes, bajo el título de Eléments d´Litterature, los artículos publicadosen la ya citada Encyclopedie, los cuales según la enciclopedia ESPASA fueron los que más contribuyeron a perpetuar su memoria, junto a sus Memorias, posteriormente publicadas en 1891, considerada por dicho repertorio de referencia como su mejor obra.
Durante el Terror, y reducido a la pobreza, abandonó la capital con su familia, trasladándose a Evreux y finalmente a Ablonville, donde escribió unas Memoires d´un père pour servir à l´instruction de ses enfants sur la langue françoise (1800-1806), en las que brindó una visión de su vida, una galería de retratos y recuerdos de su infancia.
Según todas las referencias halladas se trata de una edición príncipe hecha por Jacques Lacombe, editor y librero francés (ya se ha dicho que en este siglo era normal esa dualidad). Según Joseph Sabin, de esta versión original francesa se hicieron varias ediciones posteriores en importantes ciudades francesas y europeas en general. En el propio año 1777 se publica la edición inglesa, en 1778 la italiana y la castellana en los años 1822 y 1826, entre muchas otras.
La obra está dedicada al Rey de Suecia Gustavo III. Al inicio del primer volumen se incluye una aprobación de 1776 firmada por Coqueley de Chausepierre, requisito previo para la impresión, y luego el privilegio del rey Luis XIV que autoriza a ese impresor y no a otro a realizar el trabajo. Esas páginas preliminares solían ser incluidas en los libros antiguos y constituyen una importante fuente de información para obtener fechas y nombres de personajes relacionados con la edición en cuestión.
Ya desde el prefacio la novela constituye una crítica de la conquista española tanto en tierras mexicanas como peruanas (de hecho el autor entremezcla a su gusto elementos y acontecimientos correspondientes a ambas culturas). Se basó fundamentalmente en algunas fuentes, las obras de Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566) y del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), aunque la fidelidad de la información y el orden de los acontecimientos es fuertemente criticado por estudiosos del tema.
Estaba dividida en cincuenta y tres capítulos en los que hace responsable de todas las crueldades cometidas al fanatismo; ello puede apreciarse ya en el propio frontispicio que antecede a la portada, titulado: La religion protegeant l´humanité contre le fanatisme, constituyendo la visión novedosa de un enciclopedista de la destrucción del imperio incaico, de los abusos contra sus aborígenes, de su rechazo a la religión de los conquistadores, y sus ansias de morir antes de ser esclavos, tal y como se plasma en el grabado de una pareja azteca, en cuyo pie se anuncia que ambos quieren inmolarse, en tanto se aprecia al fondo un cruento combate entre españoles e indígenas.
Relata la historia de un cacique azteca llamado Orozimbo, que huyó de México con un grupo de hombres después de conquistado ese territorio por Hernán Cortés y arribó a Cajamarca para contarle a Atahualpa la caída del imperio azteca y solicitarle ayuda. La historia se va desenvolviendo entonces en el imperio incaico desde el momento en que se preparan Francisco Pizarro (1476-1541) y Diego de Almagro (1475-1538) para conquistar el Perú hasta llegar al ajusticiamiento de Atahualpa (c.1500-533), que traerá como consecuencia lógica la destrucción de los propios conquistadores unos a manos de otros y la muerte de Pizarro.
La obra está ilustrada con frontispicio y 10 láminas calcográficas que aparecen intercaladas en el texto en los lugares que le corresponden de acuerdo con la trama, dibujadas por Jean-Michel Moreau, famoso ilustrador y grabador (1741-1814), conocido internacionalmente como Moreau Le Jeune, y grabadas por De Ghendt, Leveau, De Launay, J.B. Simonet, A. J. Duclos, Helman y Née. Tienen siempre su pie de grabado conformado por un texto muy abreviado y una marcada influencia del arte del Neoclasicismo. Por otra parte, resultan muy bellas, lo que contribuye a mejorar la calidad del producto final, de hecho bien ejecutado desde el punto de vista tipográfico.
Sobre la vida y obra de Moreau Le Jeune es posible ampliar en otras fuentes sobre historia del arte en soporte bibliográfico o electrónico; en síntesis, fue discípulo de Louis-Joseph Le Lorrain con el que partió a San Petersburgo donde ese pintor fungió como director de la Real Academia de Bellas Artes hasta su muerte en 1758. Moreau regresó a París, donde trabajó para el grabador Jacques-Philippe Lebas, perfeccionándose en las técnicas del grabado, llegando a colaborar en la ilustración de las obras de importantísimos autores del momento, conjuntamente con otros artistas.
Baste decir que participó al igual que Marmontel en la Encyclopedie… En la corte de Luis XVI llegó a ser designado diseñador y grabador del Gabinete del Rey. A partir de entonces requirió a su vez de la ayuda de colaboradores que grabaron para él, lo que ocurre en Les Incas, donde aparece como el dibujante y el resto como ejecutores de las ilustraciones.
El estallido de la Revolución Francesa, con la que simpatizaba, no limitó su actividad artística, sino que por el contrario continuó participando en la ilustración de importantes obras y laborando como profesor de las nuevamente reformadas escuelas. Finalmente en 1814, con la restauración de los borbones, Luis XVIII le asignó un cargo en la corte hasta su fallecimiento en París.
La versión exótica tanto de los aztecas como de los incas ofrecida por Marmontel es reproducida en los materiales gráficos acompañantes y luego continuada por seguidores que retoman temas similares para pinturas u otras producciones artísticas.
Véase, por ejemplo, a un personaje histórico como Atahualpa rodeado por su familia dormida, o a las vírgenes del Sol en el marco de una ceremonia.
En una de las láminas se representa a Fray Bartolomé de las Casas, junto a un cacique y un joven español capturado por el azteca, y en la otra aparece enfermo ante la mirada de un conquistador que puede ser Francisco Pizarro, de acuerdo con el texto que acompaña la lámina.
Los personajes ficticios son Alonso de Molina y Cora, la virgen del sol, quienes mantienen una relación amorosa que culmina con la muerte de ambos, en el marco del Cuzco, con sus palacios y templos, rodeados de una exuberante flora americana.
Los volúmenes fueron recientemente restaurados y encuadernados en el Departamento de Conservación de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí en cumplimiento de su misión de velar por la preservación de las colecciones y rescatar las piezas ya dañadas por el excesivo uso y todo tipo de agentes, físicos, químicos y biológicos. Su estado de conservación es bueno, gracias a la buena calidad del papel, y las ilustraciones son perfectamente reproducibles como puede observarse en los ejemplos utilizados.
En resumen, como puede apreciarse, en esta colección de libros antiguos todo puede ser hallado, desde ediciones príncipes debidas a los primeros cronistas de Indias hasta estas producciones que luego del paso de más de doscientos años intentan ofrecer nuevas valoraciones, partiendo de las ideas de sus autores y de otros literatos de fama que inciden en ellos.
Más allá del valor histórico o su calidad literaria, son fieles testimonios de momentos que marcan hitos en la historia de la literatura; prueba de ello es que Marmontel es considerado como uno de los iniciadores de la novela histórica, género que es luego continuado durante el siglo XIX, llegando a alcanzar la preferencia de un número considerable de los lectores, aún cuando en muchos casos las libertades tomadas por los escritores y los grabadores desborden los límites de la realidad. Pero esto queda para comentarlo en otros números de Librínsula, destinados, como siempre, a la divulgación de joyas bibliográficas que van quedando olvidadas en el tiempo hasta que algún bibliotecario, bibliógrafo o investigador las saque de nuevo a la luz.