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Foto de Correo desde la Isla de la Dignidad. Antonio Núñez Jiménez, un hombre de sensibilidad y cultura humanista

Correo desde la Isla de la Dignidad. Antonio Núñez Jiménez, un hombre de sensibilidad y cultura humanista

20/4/2021
Por: Eloisa M. Carreras Varona , Biblioteca Nacional José Martí

Abril es un mes en el que recordamos a figuras inolvidables que ya no están físicamente entre nosotros, Antonio Núñez Jiménez es uno de esos memorables cubanos que representan a la mejor tradición de nuestra Patria y a su vanguardia política e intelectual. Este 20 de abril le rendimos merecido homenaje de recordación en su 98 Aniversario.

Para quienes disfrutamos el honor y la dicha personal de haberlo podido tener como amigo y hermano entrañable, junto a su inolvidable compañera y esposa Lupe Véliz, su recuerdo cada día se nos hace más vivo. Porque ellos son de esos seres especiales con quienes desearíamos conversar cada segundo de nuestras vidas, frente a cada suceso que transcurre. Por eso los extrañamos siempre, pero en algunos momentos de manera muy especial. 

Nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén, con esa sensibilidad que lo caracterizaba al tener la marca indeleble de ser el más alto exponente de la lírica cubana con un profundo contenido social, escribió un hermosísimo texto sobre Antonio, que fue publicado en el periódico El Nacional, de Caracas, Venezuela, en noviembre de 1952, con el título “Núñez Jiménez, el joven de iluminada madurez”, en el que nos dijo sobre él: “Antonio Núñez Jiménez tiene nombre de conquistador español. ¿Por qué no, también, de personaje de García Lorca? Magro, alto, inquieto, ha recorrido nuestra isla de punta a cabo, registrándole las entrañas con sus instrumentos de espeleólogo. Y no solo las entrañas, sino la tierra que sube, en busca del aire azul. El Pico Turquino, casi con dos mil metros de elevación, de ascensión fatigante, le ha hospedado en su cúspide; y el Pico Potrerillo, en la región central del país, y la Sierra de los Órganos, en el oeste tabacalero, el alteroso Pinar del Río. […] Núñez Jiménez empieza ahora, con una madurez que bien quisieran muchos que están terminando. Ya escucharéis un día no lejano hablar de este hombre honesto, puro, trabajador, de clarísima inteligencia, señalado tanto para ganar con su obra la gloria propia, como para brindársela al país que hoy le señala entre sus más prometedores hijos.”

Cuánta razón le asistió al poeta mayor en sus proféticas palabras, porque el fundador en 1940 de la Sociedad Cubana de Espeleología, desde antes de los gloriosos tiempos de 1959, ya era una figura en la que se debía destacar su empeño, labor y espíritu de investigación a toda prueba; así como ser abanderado de los más nobles y generosos esfuerzos por preservar, rescatar y respetar la naturaleza toda y el medio ambiente. 

Fue un hombre que asumió con bondad y lealtad una misión que ha llegado más allá de su propia vida. Y lo hizo en favor de la ciencia, la cultura y con el propósito de contribuir a la mejor política del país. Fue feliz y dichoso porque no hay nada más hermoso que tratar de ser coherente y poseer, a la vez, la apasionada vocación de investigar, crear y descubrir algo nuevo.  

El profesor de la Universidad de Las Villas y capitán Núñez Jiménez fue también combatiente por la liberación de nuestra patria, en la histórica Columna Invasora de Ernesto Che Guevara. Asimismo, se desempeñó como director ejecutivo del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, presidente de la Academia de Ciencias de la República, Embajador de Cuba en Perú, viceministro de Cultura, entre otras de las múltiples e importantes responsabilidades que realizó a lo largo de su vida. “Recibió más de 95 condecoraciones y 180 diplomas. Su extensa obra cuenta con más de 190 libros y folletos y 1 665 artículos”. 

Una de sus virtudes, mil veces puesta a prueba y que en ocasiones resultó impresionante, fue su capacidad de relacionarse con éxito en el ánimo de alcanzar resultados útiles para los innumerables propósitos en que se empeñaba. Por ejemplo, cuando protagonizó la Expedición en Canoa del Amazonas al Caribe —dedicada al 60 aniversario del natalicio del Che—, lo más sorprendente no solo fue ver realizada aquella tremenda proeza, sino que Núñez lograra convencer e interesar en la consecución de aquel descomunal y gigantesco esfuerzo a dirigentes y personalidades del conjunto de veinte países de nuestra América que lo apoyaron en el arriesgado empeño. Tema que se convirtió en el pretexto perfecto para que de la imaginación sin par de Gabriel García Márquez surgiera, en 1989, aquel magnífico texto: “Memorias de Antonio en su mecedora de navegar”. 

En un siglo donde las ciencias de la naturaleza y las tecnologías avanzaron hasta el conocimiento de lo infinitamente pequeño y de lo inconmensurable, pero que no sucedió de igual forma en lo referente al corazón del hombre y su sociedad, la sensibilidad y cultura humanista de Antonio Núñez Jiménez se muestran como un valor esencial de la espiritualidad que aspiramos a que posean las nuevas generaciones. 

Núñez sintió en el alma la emoción de la naturaleza, la patria y la humanidad. Es representación de la memoria viva de un cubano de raíz popular y culta; por tanto, afable y comunicativo para mover ideas y conocimientos en favor de nuestra Patria y, por consiguiente, de los pensamientos de Fidel y de Martí. Cada día estamos más seguros de que su recuerdo perdurará en el enorme caudal de sus valiosos libros y de las impresionantes colecciones que reunió con tesonero esfuerzo durante su intensa y fructífera existencia. 

Conversador afable, sabía hacerlo con gracia y elegancia. Era consecuente y solidario y eso le daba enorme seguridad interior para vivir mejor. Su pasión por contribuir a la investigación y el conocimiento de la geografía humana de Cuba será siempre una pieza de la cultura nacional. 

Fue capaz de articular el rigor mental que supone la investigación científica con el temperamento combatiente. Y se nutrió genuina e integralmente no solo de las raíces del conocimiento científico sino de la política, la cultura, pero sobre todo se nutrió de humanidad. Su espíritu inquieto, perseverante y optimista le permitió recoger lo mejor de la tradición intelectual cubana, para hacer vivir para siempre entre nosotros a este querido e inolvidable amigo.