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Correo desde la Isla de la Dignidad. Campaña de Alfabetización y Día del Educador

22/12/2021
Por: Eloísa M. Carreras Varona y Armando Hart Dávalos, Biblioteca Nacional José Martí

Reitero mi agradecimiento para Luisa Campos, Rainer Schultz y Víctor Fowler, por estas inolvidables Jornadas Académicas Culturales, en las que  merecida y sentidamente recordamos el 60 Aniversario de la epopeya alfabetizadora de Fidel, a quien rendimos tributo porque fue el artífice principal del triunfo de la Campaña y del éxito de los programas educacionales, culturales y científicos desde 1959. 

Comparto el texto “La Campaña de Alfabetización dentro del ideario pedagógico de Armando Hart”, el cual ttuve el honor de pronunciar en una mesa panel en el marco de estas Jornadas.

La Campaña de Alfabetización dentro del ideario pedagógico de Armando Hart

“A mí una de las cosas que más me gusta es trabajar con la Política y con las ideas, y eso es lo que me hace más dichoso. Me siento muy honrado con poder ejercer el oficio de Político, al modo revolucionario, porque soy un Político que se orienta por la tradición de Martí y de Fidel… Todo lo que he expresado hasta aquí, ha sido para responder a situaciones políticas muy concretas, pero fundamentadas en la mejor tradición cultural cubana y latinoamericana, lo que más me emociona es la vigencia que tiene lo que se dijo entonces con lo de hoy.”   

Armando Hart Dávalos, 

Palabras al Catálogo del Archivo Crónicas, 2008.  

El ideario pedagógico de Hart, es expresión viva del ideal histórico del pensamiento educativo patriótico cubano decimonónico, el cual tuvo su concreción práctica desde el primer año del triunfo de enero, en el conocido “Mensaje Educacional al pueblo de Cuba”, con el cual se pudo aplicar el Programa Revolucionario en el Ministerio de Educación. 

Aunque los aquí presentes conocimos a Armando, es pertinente recordar que fue un abogado de profesión, que, por una razón de carácter ético moral, entregó su vida a la Política, desde que se incorporó al combate contra la tiranía, en la primera fila insurreccional, inmediatamente después del golpe de Estado en marzo de 1952. Hart no fue un filósofo o un pedagogo profesional al modo clásico occidental, por cuanto no existe una obra suya sistematizada a la manera de los tratados filosóficos o pedagógicos tradicionales, él no creó un sistema filosófico o pedagógico propio y no estudió ordenada y metodológicamente la Filosofía, ni la Pedagogía. Y, asimismo, debo subrayar que fue un pensador auténtico que expuso sus ideas en un discurso reflexivo y transformador que nos permite una mejor comprensión del pensamiento cubano, desde una perspectiva nacida y pensada desde lo nuestro nacional, latinoamericano y caribeño a lo nuestro universal. (1)

Recordemos que nos legó un valioso credo y una obra avalada por el resultado de sus actos, contentiva de sus preocupaciones y propuestas como sujeto transformador de la realidad, desde una perspectiva propiamente filosófica, que va desde lo Ontológico y Epistemológico hasta lo Axiológico y sus mediaciones, todo ello a partir de un discurso transdisciplinario, pleno de sensibilidad ecuménica, en cuyo centro está el hombre, su cultura y todo su universo circundante; con una vocación pedagógica y filosófica, en el que su ideario y hacer educativo está en función de servir al Programa de la Martiana Revolución de Fidel. Hart sentía sano y legítimo orgullo al afirmar que a lo sumo se consideraba un político revolucionario. 

Cuando Armando fue nombrado Ministro de Educación, solo tenía 28 años de edad y sentía un profundo respeto por la tradición patriótica de los maestros cubanos; pero él provenía de las luchas políticas estudiantiles, del combate contra la dictadura en todos los frentes. Y para poder enfrentar el enorme desafío educativo que tenía por delante, solicitó la cooperación de los especialistas más prestigiosos y competentes, de los pedagogos y maestros, técnicos y profesionales de la Educación que, en nuestro país, constituían la vanguardia. Sobre este particular siempre recordó con orgullo que, desde su función de Ministro tuvo el privilegio de convertirse en alumno de los mejores maestros de Cuba. 

Una y otra vez el Ministro recordaba, que para realizar el nuevo Proyecto Educacional Cubano, se tuvo en cuenta el Ideario Educativo forjado desde las postrimerías del siglo XVIII, con las ideas del padre Caballero, pasando por el pensamiento de Varela, “con una fuerte influencia humanista, democrática, de amplia participación”, patriótica, latinoamericana y revolucionaria. En la cual para su buen funcionamiento estuvieron vinculadas las cuatro esferas fundamentales de la sociedad ─según la opinión de Hart─: la familia, la escuela, la comunidad y los medios masivos de comunicación, de manera articulada, sistemática y efectiva. Y por ello Armando pudo decir que solo de esa manera se cumplieron en tan breve tiempo, unos objetivos que tuvieron unas dimensiones epopéyicas, como estas. 

Si estudiamos sus textos encontramos las huellas del pensamiento del que se nutrió, porque sus ideas son hijas legítimas del método de pensar y hacer del pensamiento filosófico, político  de más de dos siglos de historia, de la tradición electiva cubana, la cual está forjada en el amplio perfil que abarca desde el padre Caballero ─el iniciador de la Reforma Filosófica en Cuba y fundador de la Filosofía electiva─, Varela, Luz y Martí. Recordemos lo que en ese sentido afirmó Hart, cito: “Caballero, Varela y Luz sitúan como un aspecto central de su concepción filosófica la práctica de enseñar y elevar espiritualmente al hombre, lo que está a tono con la más rigurosa concepción científica. Al colocar la Educación como epicentro del ideario cubano no lo hacían en el terreno de las especulaciones metafísicas o abstractas, sino que consideraron la Educación como tema central de la práctica; ahí está la riqueza de su pedagogía, piedra angular de la Cultura del país.” 

Aunque no es frecuente que una concepción de la educación y un Proyecto Educativo dado, puedan ser cumplidos a cabalidad; en este caso, gracias al triunfo de la Revolución, se pudo realizar en la práctica, el ideal de varias generaciones de cubanos, que soñaron con un Proyecto Educativo, pensado desde las postrimerías del siglo XVIII, en el que se clamó por un nuevo concepto de Educación, que ante todo significaba “formar hombres íntegros, para la vida y para la Patria”.

Bien conocemos que al triunfo de la Revolución se logró la concreción del Ideal Educativo que se asentó en los presupuestos teórico-metodológicos, humanistas, éticos e ideológicos, que venían de esa larga historia de lucha y que, a lo largo del camino, en este proceso de transformación radical del sistema anterior y realización práctica del nuevo Proyecto Educativo Cubano, se fue transitando peldaño a peldaño. En ese sentido el Proyecto Educativo al que Hart en representación de Fidel y la dirección de la Revolución, puso manos a la obra, contenía planeado al detalle, cada uno de los pasos y etapas por las que se debía transitar, hasta llegar a alcanzar las metas educativas, los objetivos de aprendizaje, etc., que se habían formulado. 

Los propósitos fundamentales del Proyecto Educativo de la Revolución, sobre los que trabajó en su calidad de funcionario rector de la docencia nacional, fueron expuestos en la intervención con la que clausuró la Primera Convención Nacional de Estudiantes Revolucionarios, el 8 de febrero de 1959 y se pueden resumir en los siguientes puntos: 

1. Operación alfabetización.

2. Descentralización administrativa del Ministerio de Educación.

3. Operación construcciones escolares.

4. Creación de la Oficina de Planeamiento Integral de la Educación.

5. Construcción de aulas y escuelas, especialmente en las zonas rurales.

6. Nueva estructuración del Ministerio de Educación.

7. Construcción de la Imprenta Nacional.

8. Nuevo Ordenamiento Legal de todo el sistema educacional del país, para dotarlo de una Nueva Legislación Revolucionaria, que fue decisiva para su transformación. 

Recordamos con satisfacción que el derecho a la Educación había sido señalado por Fidel en el documento programático La Historia me absolverá, como una de las prioridades del Programa del Moncada; ello incluía, desde luego, la ejecución de la imprescindible Campaña de Alfabetización y la aplicación de la Reforma General de la Enseñanza. Su realización estuvo totalmente a tono con la historia y realidad cubanas, sobre la base de objetivos concretos y realizables acorde a nuestra idiosincrasia y, por supuesto, en congruencia y armonía con la práctica histórica, social y política del país.  

El Gobierno cubano, a la par que realizó las profundas transformaciones socioeconómicas que se requerían, llevó adelante el resto de los cambios que demandaba la superestructura de nuestra sociedad, y de la cual la enseñanza no estuvo exenta, porque en ese ámbito había que modificarlo todo, empezando por las bases, los métodos, objetivos y fines de la Educación. 

En el año 1961, las labores del Ministerio de Educación del Primer Gabinete del Gobierno Revolucionario, al frente del cual se encontraba el joven ministro, se intensificaron ampliamente; pues el organismo dio cumplimiento a las vastas metas anunciadas por Fidel en septiembre de 1960 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. 

Cuando Armando tomó las riendas del Ministerio, de inmediato comenzó a enfrentar, el verdadero drama de la enorme legión de analfabetos y semianalfabetos en el país y desde aquellos primeros momentos aseguró que la Revolución lo resolvería cito: “de la manera más revolucionaria, política y adecuada” y a ese cardinal asunto, comenzó a dedicarse con pasión, siguiendo la estrategia que ya había esbozado Fidel. No olvidemos que Armando no solo dirigió la Campaña, sino que fue un alfabetizador más de las tropas que protagonizaron esa épica batalla. La existencia de un elevado índice de ese flagelo, era uno de los más graves problemas que se afrontaba entonces; su aniquilación se convirtió en un desafío esencial, porque en un país lleno de analfabetos, no puede haber cultura, desarrollo, ni verdadera revolución. Bien sabemos que ese no es, meramente un problema escolar que afecta a un Ministro o a un Ministerio determinado, sino que es, un asunto que afecta a toda la nación, a su definitiva liberación y progreso. 

El 11 de febrero de 1959, el Dr. Hart anunció el Plan Urgente de Alfabetización de Cuba, desde la ciudad de Santiago; por medio de la Resolución N° 07692, en la cual indicó que en un orden de prioridades la erradicación del analfabetismo en toda la sociedad cubana, era de primera e impostergable urgencia y debía convertirse en un hecho sin precedentes en el país por su carácter masivo. Durante todo el año 59, e incluso en el 60, la tarea alfabetizadora continuó ganando auge, intensidad y apoyo, para todas sus labores organizativas y pedagógicas. 

Desde el triunfo revolucionario, la máxima dirección del Ministerio de Educación había desplegado sus esfuerzos en la reestructuración general de dese organismo con la aplicación de la Reforma General de la Enseñanza y la realización de la Alfabetización. Lo que tuvo su colofón en el año 1961, cuando las labores de la Campaña se intensificaron; pues el organismo dio cumplimiento a las metas que ya había anunciado Fidel en septiembre de 1960 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ello significó para el proceso educacional cubano, su transformación y la vinculación con su principal sujeto y protagonista: el pueblo. Desde luego, también es bien conocido que Cuba fue capaz de realizar en menos de un año el trabajo que la UNESCO había concebido para un período no menor de diez. 

A lo largo de su fértil y febril existencia, Hart subrayó que la Campaña sirvió como ensayo para entender los problemas de organización y dirección de la educación en las condiciones de una sociedad revolucionaria, en donde la escuela debía vincularse con el pueblo y los métodos de enseñanza tomar en cuenta el problema de la masividad de la cultura. También puso énfasis en que, por vez primera en nuestra historia, la cuestión de la masividad de la cultura se había planteado como un problema que exigía solución práctica y recordaba que ese seguía siendo uno de los asuntos más importantes que tenía por delante el desarrollo de la cultura nacional; por eso afirmó que las experiencias de entonces eran decisivas para encontrar los nuevos caminos en el hacer.

La obra que Hart llevó a cabo en este terreno, inspirado en las ideas de Fidel, le abrió un camino propio a nuestro Proyecto de Educación Revolucionario, el cual siguió perfeccionándose para elevar el nivel educativo y cultural de nuestro pueblo. Recordemos que Armando entendió la Educación como el pilar central del enriquecimiento y la superación, lo que para él implicaba que la educación es la responsable de facilitar el constante progreso de los seres humanos, por eso en tal sentido afirmó: “la Educación y la Cultura están en todo, porque donde no están, aparece el camino a la barbarie.”

Gracias Fidel, por hacer que vivamos orgullosos de la historia de nuestra Patria; la que aprendimos en la escuela cubana de la Revolución, en la que hemos crecido y nos hemos educado oyendo hablar de libertad, de justicia y de derechos para todos los cubanos y sus descendientes. Por estas razones reafirmo hoy con legítimo orgullo y esperanza: Que Viva por siempre la Martiana Revolución de Fidel.                  

                                                                                                      Muchas gracias

(1)  Para abundar en el tema referido a la originalidad de la Filosofía en el contexto caribeño, sugiero la lectura del texto "El discurso de Caliban, o de la filosofía en el Caribe"  del destacado investigador Félix Valdés García, publicado en Caribbean Studies, San Juan de Puerto Rico. 2009. N° 37, 2009. Tomo 1.

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