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Ilustres en la Biblioteca Nacional José Martí: Blas de Otero, genio errante en poesía. En el 106 aniversario de su natalicio
15/3/2022
Por: Mabiel Hidalgo Martínez, Biblioteca Nacional José Martí
Blas de Otero creyó en el hombre, en la paz, en su patria, España. Su arma más poderosa fue el verso, la palabra, esa palabra que muchas veces le fuera censurada por su profundo contenido social, por el compromiso con las causas justas:
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra (1).
A Blas de Otero Muñoz (Bilbao, 1916-Majadahonda, 1979) se le ha considerado el mayor de los poetas españoles de la llamada promoción de la posguerra. “Fue un gran sonetista, uno de los grandes sonetistas del siglo XX”, reconoció su compatriota, el poeta Ángel González. Sus poemas han sido traducidos a casi todos los idiomas y el estudio de su obra ha motivado a investigadores de España y otras latitudes.
La lírica oteriana se convierte en documento histórico, develador de búsquedas, contradicciones y contextos, con intenciones de ser leída por la inmensa mayoría, con temas recurrentes como la muerte, la paz, el amor y la guerra.
Desde los doce años escribía versos. Le tocó lidiar con etapas de crisis depresivas a las que denominó “la galerna”. Errante, místico y cosmopolita, a Blas de Otero podía encontrársele en Madrid, Barcelona, París, Moscú, Pekín o La Habana. A esta última ciudad arriba el 22 de enero de 1964, vía Praga, para integrar el jurado de la sección de Poesía del Premio literario Casa de las Américas y conocer, de primera mano, la realidad cubana en una Revolución socialista.
Ha transcurrido apenas un mes de estancia en La Habana -que se prolonga hasta abril de 1968- cuando el 20 de febrero de 1964 es presentado por la doctora Maruja Iglesias en la Sala Circulante de la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM). Tres instantáneas dan fe de la visita del ilustre escritor español, quien llegó acompañado del poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar.
Entre usuarios y bibliotecarios comentó sus poemas antológicos y sus más recientes creaciones. Ese año vio la luz la edición cubana de Que trata de España, a cargo de la Editora del Consejo Nacional de Cultura y la Editora Nacional de Cuba, que incluye la trilogía: Pido la Paz y la palabra, En Castellano y, por último, la composición que da título a la obra.
En la mayor de las Antillas escribió las prosas Historias fingidas y verdaderas, publicadas por Alfaguara, en 1970; viajó por varias ciudades y colaboró en publicaciones periódicas como Bohemia, La Gaceta de Cuba, Unión, Casa de las Américas, España Republicana, además, ofreció recitales de poesía en instituciones culturales. En su periplo habanero le sorprendió el amor, pues contrajo matrimonio con una bibliotecaria de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), relación que terminó a finales de 1967.
Motivado por el arraigo de la décima en la cultura popular cubana, De Otero compone tres décimas, tituladas El zunzuncito, publicadas por la revista Bohemia, en 1966. Su estancia en la Isla, una vez de regreso a su tierra natal, hace que la evoque en versos:
[…]
Sí, Cuba. Quién te tuviera
siempre delante, tendida
ante mi vista, bandera
que es venda para mi herida.
[…]
Que Cuba es oro de ley,
y así relumbras y brillas.
Oro de ley, Camagüey,
y Matanzas y Las Villas,
La Habana, Pinar del Río,
y Santiago con su luna
grande en el fondo del río (2).
Ángel fieramente humano (1950), Redoble de conciencia (1951), Hojas de Madrid con La galerna (2010) y su Obra Completa (2013), son algunos títulos de una vasta producción intelectual que incluye memorias y textos en prosa surgidos del ingenio creativo de Blas de Otero, a quien la muerte le sorprende a causa de una embolia pulmonar, a los 63 años, el 29 de junio de 1979.
Si me muero, que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar.
Si me muero, será porque he nacido
para pasar el tiempo a los de atrás.
Confío que entre todos dejaremos
al hombre en su lugar (3).
Escribió el poeta, desgarrado en su profundo humanismo. La sentencia de Blas de Otero permanece abierta a la esperanza de los pueblos, alentando a sembrar la paz de la que tanto escribió y que hoy se torna tan necesaria.
(2). De “Hojas de Madrid”. En: Blas de Otero-Obra Completa- 1935-1977. Ed. Galaxia Gutenberg, 2013.