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Homenaje. Correo desde la Isla de la Dignidad. Hart, Con Cuba en el Corazón”
29/3/2022
Por: Eloisa M. Carreras Varona y Armando Hart Dávalos, Biblioteca Nacional José Martí
Entre el 22 y el 24 de febrero pasado, tuvo lugar la VI Asamblea Nacional de Socios de la Sociedad Cultural José Martí, en el Centro de Convenciones de Cojimar.
El presente 2022, entramos en el año del V Aniversario de la partida física de Armando ―como todos recordarán― acontecida el 26 de noviembre del 2017, por lo que esta fue la primera vez que la Asamblea se realizó sin Él; lo que la convirtió para mí, en un aciago y muy embarazoso Encuentro, lleno de aflicciones y vivencias encontradas, difíciles…, pero ya estoy de vuelta… su fuerza es telúrica, Él siempre me ayuda a renovarme y a crecer, por eso GRACIAS DE NUEVO MI AMOR.
A nombre del equipo de Crónicas…, tuve la posibilidad de recordarlo en una intervención en la sesión plenaria que titulé “HART, CON CUBA EN EL CORAZÓN” y que ahora les comparto.
“HART, CON CUBA EN EL CORAZÓN”
El 20 de octubre de 1995 ―Día de la Cultura Cubana― quedó oficialmente constituida nuestra entrañable Sociedad Cultural José Martí, con su propósito de tender un lazo de amor, esperanza y unidad entre los cubanos y los hombres de todas las nacionalidades que inspirados en las ideas del Maestro sintieran el mensaje martiano como una necesidad para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Cuando recuerdo aquella prístina inspiración de Armando, me enorgullece que para su materialización contó con la honrosa complicidad de los socios fundadores, sus hermanos de lucha e ideales, Cintio Vitier, Eusebio Leal, Roberto Fernández Retamar, Abel Prieto, Carlitos Martí y Enrique Ubieta y el apoyo total de Fidel, nuestro Comandante en Jefe. A estas alturas, creo que nos podemos sentir satisfechos; porque en el lapso de tiempo transcurrido, los socios constituyentes y los miles de martianos que en Cuba y el mundo nos sumamos después, echamos andar una organización que ha funcionado, llevando adelante su meritoria labor de difundir la obra del Maestro y hacer realidad las responsabilidades que tenemos los martianos en la búsqueda de la “honra universal”, “la utilidad de la virtud” y “el equilibrio del mundo”.
Asimismo, recuerdo con nitidez que ya en noviembre de 1994, Armando empezó a ser pública su idea de la Sociedad Cultural Martiana de forma diáfana, con amigos y compañeros, colaboradores y colegas. De igual modo, con reiterada frecuencia insistía, en la necesidad de que cada uno de sus miembros, debía ser capaz de desentrañar la esencia múltiple del Apóstol cubano; porque para ser buenos martianos, no basta con estudiarlo, sino que hay que analizar cómo sus enseñanzas nos sirven incluso para transformar el mundo de hoy.
La idea de la creación de la Sociedad Cultural ya era una plena obsesión para él, desde principio de los años noventa, cuando el derrumbe del socialismo en Europa Oriental y la URSS y en el comienzo del difícil Período Especial; circunstancias en las que se intensificó la necesidad de defender el original pensamiento de nuestra Revolución. De igual modo, ya se veía con claridad, el veleidoso dominio sobre los poderosos medios de comunicación, el desarrollo de las tecnologías cada vez más sofisticadas, operando con una profunda distorsión y disociación en toda la gigantesca superestructura del mundo contemporáneo; la manipulación de la subjetividad en favor de la enajenación de los individuos y la atomización de las colectividades al punto de haber perdido por completo hasta el más mínimo resorte ético.
No puedo olvidar que, a la tensa situación ya descrita, se incorporaron los infaustos resultados de las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Estados Unidos en el propio año 1994. Porque ese fue el momento en el que los republicanos tomaron el control de ambas cámaras del Congreso y ello propició que se incrementara el poder de los grupos anticubanos de extrema derecha, en su afán de aumentar las presiones y sanciones de todo tipo contra nuestro país, con la cual creció de manera notable y ostensible la hostilidad anticubana.
Cuando hago este breve repaso no puedo dejar de insistir en la infame Ley Helms-Burton, porque basados en ese engendro, como bien conocemos y sufrimos todos los cubanos, la actual administración norteamericana y la anterior con el presidente Donald Trump; nos han venido atacando de forma creciente, abyecta, indigna, despreciable y vergonzosa, violentando de forma flagrante y sistemática, las bases morales, políticas e incluso jurídicas de la “moderna civilización”. Los cubanos no podemos olvidar que por su infame carácter extraterritorial e ilegal, estas leyes son una aberración maquiavélica y monstruosa, con las que se recrudeció el drama que sufrimos en la Isla hasta hoy. Claro que la intensificación del bloqueo, ha sido su inmoral apuesta, en el afán de destruir a toda costa y a cualquier precio el ejemplo de Cuba. Por eso cada segundo que transcurre crece la hostilidad de los reaccionarios de extrema derecha contra nuestro pueblo y gobierno y ello hace crecer la vergüenza y la dignidad de cada cubano, por defender la patria de la Martiana Revolución de Fidel, al precio de nuestras propias vidas, si fuera necesario. También por eso, para Armando, la Sociedad Cultural, tuvo entre sus principales propósitos, promover un diálogo con el pueblo de los Estados Unidos bajo la inspiración del pensamiento del Apóstol.
Nuestra Asamblea se celebra, cuando lo que se ha globalizado en el mundo es el materialismo vulgar y ramplón, al que se ha sumado la plena inseguridad, la incertidumbre y el desajuste por la COVID. Pero cuando el caos y la inmoralidad, reinan por doquier, esta organización de la Sociedad Civil Cubana, sigue siendo un bastión para Cuba y el mundo. Claro que ello requiere de todos nosotros, sus miembros, una reflexión y una contribución liberadora de la conciencia humana para ser más eficaces en el cumplimiento de nuestros objetivos y principios, tal y como lo proyectaron los socios fundadores con Fidel.
Bien conocemos que el pensamiento martiano sirve para estimular las más honrosas virtudes del ser humano, por eso en la Sociedad, seguimos incitando las nobles ideas del Apóstol; a partir de las cuales enfrentamos cada día los egoísmos, las arbitrariedades y las injusticias.
Como la solidaridad, el amor y la cooperación son factores que no pueden permanecer ajenos a las exigencias de satisfacer las necesidades materiales del hombre. La Sociedad Cultural desde su creación demostró la validez de la Cultura de hacer política a partir de la unidad; fundiendo voluntades para alcanzar los objetivos esenciales de la nación cubana. Armando confió siempre en esa fuerza de la Sociedad Cultural porque para él, la Sociedad Cultural representa el bando de los que aman y construyen con la verdad para la defensa de la Patria.
Armando amanecía y terminaba el día lleno de proyectos, era creativo, tenaz, perseverante y esforzado; no conoció el tedio, la monotonía o la rutina, jamás. En su actuar cotidiano, practicó la filosofía de la ética y el optimismo revolucionario, unida a su vocación de servicio a la Patria y a la Revolución, lo cual significaba estar allí donde hacía más falta, en el momento oportuno para desbrozar del arribismo y la mediocridad el camino a la luz. Aparecían entonces su ternura, paciencia, mirada profunda y reflexiva, siempre dispuestas al diálogo de lo esencial y a la exposición de la verdad. Pero por encima de todas esas cosas, él fue un hombre bueno, fue un ser bondadoso en la profundidad total de esa cálida y tierna palabra. Su vida estuvo bordada de sencillez, humildad y modestia, al punto que jamás reparó en el hecho de que, como dijera el poeta Miguel Barnet, su nombre ya estaba no solo en los museos, sino también en la leyenda.
Conozco que vivió convencido de que gracias a nuestra historia y cultura, el pueblo cubano sabrá vencer cualquier dificultad que se presente por gigantesca que esta sea, tal como supieron hacer los hombres de Baraguá ante las dificultades que tuvieron entonces, porque nuestra Cultura de Emancipación, es nuestra Cultura de Liberación, es nuestra Cultura de Baraguá, que es nuestra Cultura de hacer política, la que sirve de sostén a nuestro pensamiento radical transformador americano, hijo de la hermandad de Ariel.
Inspirados en los ejemplos inmortales de nuestro Apóstol y el Comandante en Jefe Fidel, en medio de la crisis de valores éticos, políticos y jurídicos que se expresan en el inmenso vacío y la angustia espiritual de la moderna civilización que nos ha tocado vivir, los socios fundadores impulsaron la creación de la Sociedad Cultural y con ella nos invitaron a sumarnos a la necesaria y bienvenida ofensiva de esta propuesta cubana, fidelista y martiana, latinoamericana y antiplattista, para que no solo defendamos, sino que desarrollemos una Cuba cubana para siempre.
Muchas Gracias por esta oportunidad