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Ilustres en la Biblioteca Nacional José Martí: Antón Arrufat, ligado a este país
22/5/2023
Por: Mabiel Hidalgo Martínez, Biblioteca Nacional José Martí
Apenas 27 años tenía el joven Antón Arrufat cuando impartió una conferencia en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional José Martí. La fotografía de la colección institucional nos lo presenta con sus gruesos lentes, sentado ante el micrófono, transmitiendo las impresiones de quien había sedimentado su cultura con estudios y viajes al extranjero, y por entonces se desempeñaba como jefe de redacción de la revista Casa de las Américas.
Arrufat consagró su existencia a la escritura, vocación con la cual compensó sus difíciles días durante los años de incomprensiones y alejamiento del entorno cultural cubano.
Importantes premios engrosaron su currículum: mención de teatro por El vivo al pollo, en el concurso literario de Casa de las Américas (1961) y mención de poesía (1963) por Repaso final. También llegó el premio de teatro José Antonio Ramos de la UNEAC (1968) por Los siete contra Tebas.
Varias veces resultó premio de la crítica literaria, hasta alcanzar el mayor galardón de las letras cubanas, el Premio Nacional de Literatura en el año 2000. De igual modo le concedieron el Premio Alejo Carpentier por la novela La noche del aguafiestas, el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar y la Distinción por la Cultura Nacional.
Hombre de extrema cultura, con amplio conocimiento del oficio, escribió poesía, cuento, novela, teatro, ensayo y hasta una ópera. En una entrevista expresó:
Se debe hacer de la literatura una cosa natural, que corra por las venas, tan natural como fumar, el sexo, o como cualquier acto en el cual el cuerpo se sienta absoluto y supremo. (…) Me interesa una literatura imprudente, provocadora literariamente. Quiero remover los cánones habituales. Sobre todo en el teatro, removí los cánones que podía, dentro de las luces que la naturaleza me dio. Mi mayor temor, sin duda, es aburrir a la gente. La literatura es como un sputnik: un aparato que uno inventa y pone en el aire. Los que quieran mirarlo, bien. Aquellos que prefieran montarse en él y viajar, mejor. (1)
Antón Arrufat nació en Santiago de Cuba, el 14 de agosto de 1935. Estudió Filología en la Universidad de La Habana y fue colaborador de publicaciones periódicas como Ciclón, Lunes de Revolución, Unión, Casa de las Américas y La Gaceta de Cuba. Perteneció a la Academia Cubana de la Lengua.
Su amor por Cuba lo expresó en varias de sus creaciones, además, lo hizo saber cuando le preguntaron si podía echar raíces lejos de su tierra: “No podría vivir en otro lugar. Estoy ligado a este país. Si muero en el extranjero, quiero que mi cuerpo sea traído. Quiero descansar en la tierra donde reposan los dos cubanos más grandes que he conocido: Virgilio Piñera y José Lezama Lima”. (2)
La Habana, ciudad que hizo suya desde la adolescencia, hoy lo despide con una de sus tantas y sabias meditaciones, un fragmento del poema El río de Heráclito, dedicado a la capital cubana:
Meditaba estas cosas en el ómnibus:
se ama una ciudad, se vive en ella
con la certeza de que nosotros nos vamos
un día cualquiera, pero esa casa, la reja
de esa puerta, el patio descubierto
en medio de la conversación, sé
que recibirán a otro y otros lo verán.
Es el amor de quien se despide, sin darse
mucha cuenta mientras graba su nombre
en las paredes, o con el silencio que
deja en la boca la sabiduría, contempla la ciudad…
Foto portada: Antón Arrufat imparte conferencia en el Salón de Actos de la BNJM, 1962. Colección especial de fotografías BNJM.
(1) Armando Chávez. “Mirada y palabra de Antón Arrufat. Opus Habana, Vol. III, Núm. 1, 1999, p. 19
(2) Ibidem, p. 24.