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Joyas bibliográficas al alcance de todos

13/7/2023
Por: Olga Vega García, Biblioteca Nacional José Martí

Tesoros publicados en Librínsula (2006-2013)

Por: Olga Vega García

En esta oportunidad haremos hincapié en los logros alcanzados en materia de difusión del riquísimo conjunto de documentos impresos atesorados en el Departamento de Colección Cubana Antonio Bachiller y Morales de la institución, fundamentalmente en su área denominada Fondos Raros y Valiosos por esta autora, ya que abarcar el resto de las colecciones reflejadas en la sección Tesoros de la publicación digital Librínsula haría muy extenso este artículo, y no permitiría centrarnos en el objetivo de destacar el valor bibliológico de los volúmenes que se han estudiado. Tampoco someteremos a análisis la labor de otros colegas que cada mes tributan con sus aportes al desarrollo de la misma.

La historia comienza con un primer artículo que data de 1006, “Cinco joyas en la morada de un dragón”, y que trataba sobre libros antiguos de la biblioteca de José Lezama Lima y concluye, por ahora, con “Dos ediciones del Nuevo mundo”, de Johannes de Laet. Muy lentamente, a medida que el trabajo de esta autora lo permitía, se fue dedicando mayor tiempo a preparar nuevos artículos, cada vez más extensos, llegando a convertirse en un gran “placer”, con la característica además de que, salvo en casos excepcionales, un gran porcentaje de los trabajos incluyeron imágenes seleccionadas, escaneadas y editadas por la propia investigadora, no por asumir el trabajo de otros, sino por el hecho de lograr vincular texto y imagen para satisfacer al máximo sus expectativas.

En ocasiones, durante el período difícil en que Librínsula salía quincenalmente, se preparaban en paralelo varios temas y se iban seleccionando los que se consideraban más completos, ya que en ocasiones la carencia de información factográfica relevante detenía momentáneamente la entrega de un material, el cual era sustituido por otro ya finalizado. Ha servido de estímulo el mantenido interés de las contrapartidas, director de la revista, editor, del colectivo en fin que participa de todo el proceso de producción.

Los ochenta y seis números resultantes se han relacionado con efemérides en muchas ocasiones, pero en otras ha primado el amor por estos libros tan preciosos que se han convertido en preferidos, tal y como ha de suceder en el caso de los “bibliotecarios de libros raros” que consideran los volúmenes como parte de sí y desean que todos disfruten de las bellezas que encierran.

Según se ha reiterado frecuentemente por la autora, el impreso raro y valioso en ocasiones puede considerarse algo único puesto que una serie de factores inciden poderosamente en él. No puede verse como un objeto aislado, es un producto de un determinado momento histórico o de personalidades que se interrelacionan de muy diversas formas pero que guardan entre sí un vínculo especial.

Una pieza se convierte en más rara que la otra a medida que un número de variables susceptibles de ser analizadas graviten en mayor o menor medida sobre ella, de ahí la importancia de investigar hasta los más mínimos detalles, en muchos casos hasta agotar todos los recursos informativos disponibles, en soporte papel o electrónico, con el fin de brindarles la debida atención que requieren y a la vez desplegar sus encantos.

Así, en esta sección se han entremezclado intencionalmente elementos como rareza, autores, ilustradores, grabadores, encuadernadores, libreros, editores, impresores, coleccionistas, unos más importantes y otros desconocidos, calidad tipográfica, belleza del material ilustrativo, procedencia, y disponibilidad del documento original de un libro precioso (estado de conservación), tipo de encuadernación o su versión en forma de facsímil o de cualquier otro tipo de reproducción.

Estos artículos estuvieron dedicados a la difusión de documentos de los siglos XV al XIX fundamentalmente, muchos de ellos ediciones príncipes o que por razones particulares alcanzaron un alto nivel de relevancia. El mayor porcentaje corresponde a los libros antiguos producidos en los siglos XVI y XVII, luego con una mínima diferencia los publicados en el período comprendido entre el XVIII y XIX, y finalmente se destacan como joyas tres incunables (libros publicados en Europa después de la invención de la imprenta hasta 1501). Aunque debe mencionarse que algunos artículos mezclan más de un título.

Los primeros dieciséis números se produjeron antes de 2008, más de seis decenas entre 2009 y 2011, y muy esporádicamente se generaron algunos entre 2012-2013. No fue por falta de interés de la autora, ya que primaron otros criterios: por una parte crear un cuerpo de autores noveles a cargo ya de la custodia de diferentes tipos de documentos especiales, los cuales han de iniciarse en el estudio y la divulgación de sus colecciones, partes de ellas o piezas en especial, como fotografías, mapas y manuscritos, fundamentalmente, partiendo de que cada bibliotecario es un magnífico conocedor del fondo que tiene a su cargo.

Además, se decidió que era preciso cumplir otras tareas priorizadas por la Dirección de la institución, vinculadas particularmente con la producción de los cuatro primeros facsímiles de la Colección Raros y Valiosos, en las cuales tuvo un significativo nivel de participación y de artículos a tributar para la Sección Raros de la Revista de la Biblioteca Nacional, para continuar la labor del profesor de la Universidad de La Habana, Amauri B. Carbón Sierra, encargado de ella hasta su fallecimiento.

Puede afirmarse sin lugar a dudas que ningún número de la publicación se emite sin su sección Tesoros, y hasta en ocasiones con más de un artículo relacionado con el patrimonio de otras instituciones. De ser necesario, los autores son orientados directamente por la autora, de manera de volcar en ellos una experiencia acumulada durante años.

Recientemente, en los cursos de posgrado que forman parte de diplomados de la BNCJM o del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, se insertan a manera de ejemplo selecciones de artículos procedentes de Tesoros e igualmente se citan en conferencias magistrales realizadas recientemente en el marco de eventos, o dedicadas a grupos de estudiantes universitarios de pregrado.

Las temáticas que recogen los volúmenes están vinculadas en mayor medida con la geografía y la historia, reflejando en casi la mitad de los artículos, aspectos teóricos sobre descripciones y viajes, acontecimientos históricos, desde los más famosos hasta otros prácticamente desconocidos, con énfasis especial en temas americanos y cubanos, entre otros.

Hay una presencia sobre el desarrollo de la ciencia en algunas de sus manifestaciones y se incluyen comentarios acerca de ediciones de obras literarias. Por supuesto que esta clasificación es muy general, ya que dado el nivel del conocimiento alcanzado sobre todo durante la Edad Media y el Renacimiento, las fronteras entre las ciencias están muy difusas si se valora desde el punto de vista de una indización actual. Muchos de los artículos resultan de especial interés para los estudiantes, porque les permiten vislumbrar relaciones entre lo que son a juicio de ellos materias de estudio perfectamente diferenciadas y alejadas, póngase por ejemplo Música, Geometría y Aritmética, o Filosofía Geografía y Música, y así sucesivamente.

Curiosamente se encontraron tres textos relacionados con la bibliotecología. El resto es variable: libros sobre música, biografías de personalidades, un texto de lectura (nada menos que el que se debe a la pluma de Don José de la Luz y Caballero), una gramática, en fin, todo un universo de conocimientos especialmente atractivo para el lector de hoy.

La presencia de ilustraciones impresionantes es una constante, con una cifra representativa de monstruos que “poblaban” mar y tierra, desplegados por la fantasía de los dibujantes y grabadores. Se juega con el factor sorpresa en los artículos, revisándose cuidadosamente los ítems en busca de materiales gráficos impactantes o muy sensibles para el lector, por estar vinculados con Cuba y el continente americano. Si bien no todos tienen un nivel de ejecución impecable, y ese es otro aspecto que se pone de manifiesto frecuentemente al valorar su forma o exactitud del contenido, en el libro de cada siglo está reflejado todo un estilo que va más allá de la tipografía extendiéndose hasta en las encuadernaciones.

Se reitera una constante: el abuso de plagios tanto de textos como de imágenes, muy frecuentes en la medida en que el ejemplar se aleja en el tiempo. Llega a ser divertido ejemplificar cómo una misma lámina podía ilustrar lo mismo la muerte de Monctezuma como la de Atahualpa, y así al cabo de leerse las decenas de Tesoros de Librínsula, un profesor de Historia o de Bibliología puede contar con riquísimos ejemplos que van a motivar indudablemente a sus estudiantes.

Un detalle es repetitivo: si bien se respetaba por lo general y no siempre a los autores, los ilustradores eran ignorados en la mayoría de los países, aún los de origen. Se empleaban los bloques de madera o las planchas de metal hasta que se desgastaban, llegándose a reproducir en lugares tan alejados que hacen preguntarse al especialista cómo era posible que ello ocurriera.

En el caso de los materiales cartográficos ocurre lo mismo. Los mapas, grabados y planos que presentan los libros no siempre tienen su contrapartida en las mapotecas, póngase por caso la de la BNCJM; además, en muchos casos por estar plegado un ejemplar entre hojas de papel su estado de conservación es mucho mejor que el que se utilizó por un navegante en su embarcación, pasando de mano en mano durante un tiempo ilimitado y en condiciones climatológicas adversas.

La huella de los coleccionistas con sus marcas especiales y anotaciones, de los censores (desde inquisidores hasta humildes y desconocidos poseedores de los ejemplares que sin piedad tacharon y expurgaron) o de los posteriores lectores al paso de los siglos, convierten cada pieza en algo vivo, digno de estudio acucioso y tratamiento diferenciado.

Recientemente un buscador permite acceder al autor, título o número deseado, pero también, como se conoce que muchos investigadores y estudiantes no tienen posibilidades de contar con posibilidades de navegar en internet hasta el momento, en tanto se creen otros mecanismos, a petición de ellos se les facilita en una memoria portátil uno o varios de los números deseados. Hay lectores habituales del área de Colección Cubana que periódicamente han acudido para actualizar el total de los que se les habían entregado, dentro de la temática en que se han especializado. Más que una labor adicional resultó de una gran satisfacción utilizar esta vía directa porque con sus sugerencias ayudaron al perfeccionamiento de la sección y se cobraba conciencia de en qué medida existió una necesidad real de lo que se estaba haciendo.

Un aspecto que debe recibir una particular atención es el tipo de usuario que va a beneficiarse del producto de este trabajo; no debe laborarse pensando siempre en el investigador o el colega experto en rarezas, conocedor de todas esas cuestiones y que participa en eventos científicos nacionales o internacionales, sino en el público general, en especial los estudiantes, en los cuales es muy importante sembrar la idea de que un libro raro no es inaccesible o de tema árido, sino algo en fascinante, que puede estar al alcance de todos mediante reproducciones, sin que ello vaya en detrimento de la integridad física del original que ha de ser guardado con un cuidado extremo para las futuras generaciones y consultado solamente en casos excepcionales previa autorización de la Dirección.

Solamente quedaría por concluir con una recomendación: todo el que en el país conserve en su biblioteca un verdadero tesoro no ha de guardarlo para sí sino volcarse a profundizar en su riqueza intrínseca o en su calidad estética para garantizar que Tesoros siempre mantenga el prestigio que en estos años ha ganado en materia de divulgación del patrimonio bibliográfico de la Nación.